Prólogo

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Que lástima, mis amigas ya no están. Siempre se hacían presente por las noches para acompañarme en mis tristezas y alegrías. Siempre brillaban con una luz única, una luz que me atrapaba y me mantenía enganchado por horas. Podía desear cualquier cosa y con solo verlas sabía que se haría realidad. Una pena de verdad que las estrellas no puedan brillar. Desde mi ventana la luna reflejaba su encantadora luz e iluminaba la alcoba. Me recordaba aquellos momentos cuando me escapaba a horas de la noche simplemente para poder admirarlas mejor, subido en el techo de la casa de mis padres, ese es un lugar donde encontré un poco de la felicidad.Sentía que ellas podían escuchar lo que yo sentía, lo que les decía, aunque no respondieran estaban ahí conmigo.

Esta noche, no conseguí el sueño, por más vueltas que daba. No entendía la razón de mi insomnio bebí leche caliente como en las caricaturas, y nada, no deseaba escuchar música, lo único que encontré fue salir a ver las "estrellas" porque no son tan visibles como antes.

Según las hiba admirando sentí una presión en el pecho, como si al igual que las estrellas no era suficiente la luz que emanaba, como si de apoco mis fuerzas se fueran derrumbando y convertirme en un hombre derrotado por las tormentas de la vida.

Cualquiera puede pasar dificultades, pero como las mías...son muy pocos.

Querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora