Capítulo 12

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El resultado de nuestra noche de pasión o noche de locura fue eso, un nuevo ser. Tomé un trozo de papel y le escribí a esa chica que debía abortar, ella se quedó pasmada frente a mí con lágrimas en los ojos y me dijo:

-Sé perfectamente que tú y yo no estábamos totalmente conscientes de lo que pasó esa noche, sin embargo ahora tenemos un problema y es un bebé. Yo no estoy lista para ser madre y no pienso casarme contigo. No me interesas más allá que quede claro, pero una cosa muy diferente es convertirme en asesina, éste bebé va a nacer pero si no lo quieres cuidar irá a un orfanato así encontrará una verdadera familia.

Me quedé absorto a todo, concentrado en mis pensamientos. ¿Ella hablaba en serio? Prefería tener el bebé pero mandarlo a un orfanato, al final la idea se me hizo perfecta. Luego le expliqué en otro papel que yo no podría cuidarlo, no gano bien y no hablo, no tengo familia así que no soy indicado para ese bebé. Ella me miró con compasión y me dijo que sentía mucho todo esto, acordamos que la ayudaría durante los nueve meses a ir al doctor y también para averiguar de un buen orfanato. Me dio su teléfono para mantenernos en contacto y nos retiramos de la cafetería.

Cada mes nos reuníamos e hibamos a un hospital para que un especialista la atendiera correctamente, el bebé estaba en buenas condiciones, nos aliviamos por ello. Investigamos los orfanatos y encontramos el mejor de la ciudad, nos dijeron que podíamos entregar el bebé desde que naciera pero la mamá debía darle de comer durante el tiempo que requiriera ya que no todas las mujeres son iguales. Fueron pasando los meses, yo simplemente seguía mi vida como antes, y una vez al mes hiba con esa chica al doctor. La noche que dio a luz yo me presenté, no entré a la sala inmediatamente preferí respetar su espacio. Cuando me dejaron pasar la chica estaba con el bebé en sus brazos, y estaba llorando. Yo me acerqué y era una niña muy sana. La chica me dijo que no podía cuidarla que estaría mejor con alguien más, nosotros ni sentíamos nada por el otro así que sería un desastre. Yo no quise cargar a la niña, apenas la quise ver...

Solté el bolígrafo y golpeé el escritorio donde llevaba escribiendo horas los acontecimientos de mi vida. El cielo empezaba a pintarse de de color cuando el sol aparecía en el horizonte. Mi corazón latía muy fuerte, me palpitaban las sienes. Debía calmarme, eso que pasó ya debía superarlo pero algo dentro de mi se quebraba.

Nunca había pensado eso, yo con hijos, esa idea jamás pasó por mi cabeza hasta que esa bebé nació capté que yo no era el adecuado. Un nuevo ser debe ser bien educado, dentro de una familia de verdad con alguien normal, alguien que tenga trabajo, una casa propia, amigos y demás, y yo... ¿a quién hiba a engañar?
No puedo hablar, ¿cómo se supone que voy a comunicarme con ella? De verdad no quería que esa niña sufriera por mí, además si me preguntaba de su madre ¿qué le hiba a decir?

Con todas estas ideas en mi cabeza tomé la bicicleta y me dirigí a algún lugar donde pudiera pensar. Era muy temprano y yo no había descansado nada, lo más seguro parecía un zombie malhumorado, uno muy mayor. Pedaleaba con todas mis fuerzas, pensaba que la bicicleta era culpable de todo lo que estaba sintiendo, me estaba ahogando en mis propios pensamientos nada era claro en este momento. Me detuve frente a un parque donde habían muchos árboles, no lo había visto antes y para ser sincero no estaba muy seguro de dónde estaba. Me acerqué a un gran árbol, al ser tan temprano y más en verano el sol golpeaba mi rostro con su luz potente y segadora. Parpadee un par de veces para acostumbrarme y al abrir por completo mis ojos vi a un señor que se dirigía hacía donde me encontraba, tenía una bata blanca pero estaba algo sucia, además el señor se veía bastante mayor. Noté que tropezó, me puse de pié rápidamente tomándolo de un brazo para sostenerlo. Él me miró, sonrió y me dijo:
- Que buen hombre es usted, ¿podría ayudarme a sentarme bajo el árbol?
No reproché, simplemente lo ayudé a sentarse en ese árbol. Él me sonrió y yo traté de devolvérsela, pero los pensamientos de mis padres y mi mejor amigo vinieron a mí. De verdad que los extraño y siento que...

Querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora