Capítulo 9

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Nos instalaríamos en el nuevo departamento en unos días pues aunque para empezar la universidad faltaban dos semanas queríamos ir conociendo la ciudad para que no fuera demasiado nuevo. Mis padres estaban muy orgullosos de mí, este cambio sería la puerta a muchas oportunidades. Me hicieron prometer que vendría aunque fuera una vez a la semana y así mismo ellos prometieron ir a visitarnos y mantenernos en contacto a través de cartas. En esos días mi amigo y yo hicimos maletas y preparamos unos currículos para los trabajos, como chicos responsables era mejor prevenir que lamentar.
Al cabo de cuatro días nos dirigimos a la nueva ciudad, nuestras madres fueron quienes se encargaron de que sus hombres universitarios llegaran sanos y salvos a su destino. Al llegar hubieron lágrimas al despedirnos, no dejaban de repetir que recordáramos que no podíamos por nada del mundo alimentarnos de comida chatarra, a mi que siguiera tomando correctamente las medicinas y que demostráramos lo responsables que podíamos ser viviendo solos.

Las mujeres se marcharon y quedamos mi amigo y yo, antes de ir a conocer decidimos organizar todo. Luego de desempacar ya sí era hora de conocer. Teníamos la suerte de que en el edificio donde estaba el departamento había un mapa, fuimos memorizando el camino a la universidad, aunque quedaba bastante cerca. Salimos para comprobar que eso era cierto.

Decidimos que iríamos caminando, no nos cansaríamos en el trayecto. Al entrar en la universidad habían estudiantes en las aulas; nos dirigimos a la oficina del encargado para pedir información de los trabajos y entregar los currículos que elaboramos. Nos recibieron y agradecieron nuestra presencia ya que sabían que para nosotros era un cambio enorme. Le entregamos los currículos y dijo que fue algo muy profesional viniendo de unos jóvenes que apenas estábamos graduados de la escuela.

Me explicó que mis clases de ajedrez serían los días de la semana excepto los fines de semana, mi amigo por igual. Él trabajaría en una biblioteca junto a la universidad lo que le facilitaba todo. Ajustamos el horario de clases con el del trabajo que tendríamos y todo parecía genial. Ya luego de aquel acuerdo decidimos recorrer la ciudad y conocer. Descubrimos un parque muy agradable y espacioso en el cuál habían árboles, perfectos para sentarse a su sombra y pasar la tarde. Vimos cosas que son comunes como plazas, tiendas, librerías, cafeterías, nada en especial que llamara nuestra atención más allá de saber ubicarlos. Ese día al atardecer decidimos ir al parque, sorprendentemente estaba prácticamente sólo, habían persona que pasaban pero continuaban su camino.

Presenciamos el atardecer, aún recuerdo cómo las nubes parecían pintadas en algún recuadro mientras el cielo se había pintado de tonos anaranjados y rosados. El sol parecía despedirse, con todo su brillo, de la tierra quien esperaría con ansias al día siguiente para sentir su presencia nuevamente. No obstante yo esperaba que la noche llegara para poder contemplar la oscuridad. Muchos le temen a aquello pero no se detienen a contemplar las hermosas estrellas y la reina luna que comanda la noche, ellas se encargan de que la oscuridad al contrario de ser sombría y melancólica se convierta en elegancia, fuerza y alegría haciendo que las pequeñas luces roben la atención de quien las percatara.

Empezamos a contemplar como oscurecía, yo estaba entusiasmado. Siempre han dicho que cada ciudad tiene su cielo, a pesar de ser el mismo hay algo que lo destaca. Esa noche descubrimos mi amigo y yo que las constelaciones en esa ciudad no eran capaces de verse, a causa de las distracciones de las calles, pues esa ciudad era mucho más moderna que la nuestra. Muchos faros y negocios opacan aquella hermosa fuente de luz natural.
No sé cómo algunas personas pueden ser tan ignorantes, teniendo algo hermoso y único buscan la manera de algo "mejor", nada es perfecto y cada acto tiene sus consecuencias. En este caso las consecuencias era que la belleza de aquel cielo no era totalmente visible.

Al sentirnos decepcionarnos, mi amigo y yo volvimos al departamento. Pronto iniciaríamos la universidad y debíamos prepararnos. Al pasar los días nosotros estábamos entusiasmados y algo aterrados, pronto enfrentaríamos nuestro nuevo camino, nuestro nuevo vivir.

Querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora