Capítulo 10

51 4 6
                                    

Esos chicos me explicaron que el plan debía ser perfecto, me prometieron que después de ese día jamás los volvería a ver pues después de obtener el dinero viajarían fuera del país a otro lugar, como era de esperarse no me dieron muchos detalles. Me explicaron que la única distracción lógica que yo podía ocasionar era una escena frente al banco, hacer una rabieta, tirar cosas al suelo, actuar como si un gran problema me estuviera agobiando y desquitarme con el mundo. Los oficiales al descubrir que no puedo hablar pedirían que me calmara, mi identidad entre otras cosas. Supuestamente no corría peligro. El plan se llevaría a cabo a las seis de la tarde, fueron muy insistentes al recordarme que no podía llegar puntual pues podrían sospechar,ellos estarían escondidos esperando el momento para entrar. Sería al día siguiente, me recordaban que estaba amenazado de muerte que pensara dos veces la idea de fallarles o delatarlos.

Luego me dejaron ir, salí disimuladamente del callejón y me dirigí nuevamente al parque, allá estaba mi amigo me preguntó dónde estaba pues habia hido a buscarme pero le dijeron que ya había salido de la universidad, le dije que salí más temprano y aproveché para dar una vuelta. Él no parecía muy convencido y me dijo:
-Hay veces en las que nos encontramos en apuros, llegamos a pensar que haremos un bien a los demás si callamos. Sin embargo las personas que te quieren de verdad sufren con ese silencio. Sabes que soy tu amigo, puedes contar conmigo siempre y te ayudaré siempre que lo necesites, estoy contigo.

Al terminar de decir aquellas palabras que fueron demasiado extrañas para mí me sonrió y me ofreció su puño, lo choque y de igual manera le sonreí. Lo extraño es que él me dijo todo aquello como si supiera que estaba a punto de cometer un crimen, colaborar con una pandilla los cuales me tenían amenazado de muerte. A pesar de las palabras de mi amigo no dije nada, me dolía pero en ésta ocasión no podía involucrarlo.

Nos dirigimos al departamento, esa noche no podía dejar de pensar en lo que estaba por hacer al día siguiente, supuse que me busqué yo sólo ese royo, eso me pasa por levantarle la mirada a aquel tipo.
Al día siguiente luego de mi rutina en el trabajo pedí un permiso diciendo que no me sentía bien, no recuerdo exactamente la hora sólo sé que eran pasadas las seis de la tarde, justo como me pidieron. Cuando me dirigía al banco sentí mucho miedo, no quería ser descubierto, temía por mi vida.¡SE SUPONE QUE VINE A ESTA CIUDAD POR MI BUEN FUTURO, NO POR MIERDA!
Fue lo que pensé, pero ya era muy tarde. Lo que hice fue mentalizarme para lo que se venía y sacar de mí toda la impotencia convirtiéndola en malos sentimientos eso me ayudaría a no actuar demasiado para la distracción. Pues así fue, cuando me estaba acercando ya sentía la sangre arder en mis venas, se sentía pesada y caliente, mis manos se cerraron en puños, sin embargo analicé y sabía que sería demasiado sospechoso llegar haciendo rabietas de la nada delante del banco. Ese lugar era muy recorrido, tanto por autos como por personas. Tomé asiento en un muro que había, puse mi peor cara y esperé unos minutos. Por mi mente sólo estaban pensamientos, acerca de mi familia, mi único amigo, la universidad, los estudiantes, lo decepcionados que estarían al saber que estoy colaborando con algo que está mal, que fui tan cobarde, no fui capaz de pedirles ayuda solamente pensé en hacer lo que me pidieran y listo. Me sentí atrapado, rodeado por mis inseguridades y miedos, indefenso; sólo quería demostrar que podía contra todo esto. Fue mi error.

La impotencia finalmente se apoderó de mí, sentí que mi mente estaba bloqueada, no pensaba, no razonaba, sólo actuaba, dejaba salir la ira de mí. No estoy muy seguro de lo que empecé a hacer, supongo que empecé a tirar cosas, les quitaba objetos a las personas que pasaban y las estrellaba contra el suelo, los autos que estaban aparcados eran golpeados por mí con algún objeto, sin embargo fui consiente de las lágrimas que eran derramadas por mis ojos. Sentí unas fuertes manos tomarme por los hombros inmovilizándome. Oía ruidos pero no los captaba, sólo quería cumplir con la asquerosa misión que se me había impuesto.

Querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora