Capítulo ocho.

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«Favores».

Hizo que tomara asiento en su sofá, mientras que él inspeccionaba despectivamente su piso. Sarah tenía plasmada en la cara una sonrisa irritada, incluso un poco falsa, pero Toni no lo notó porque estaba demasiado enfocado en juzgar el lugar en el que ella vivía.

–¿Quieres algo para beber?– no esperó a que respondiera porque estaba enfrente suyo gritando–. ¡Estoy enfadada!

–¿Disculpa?– como siempre hablaba calmado.

–¡Te dije que no me tuvieras lástima! No necesito que me consigas un trabajo, aunque sí necesite un trabajo... ¡No! ¡No puedes! ¡Ahora deja de mirarme así!

–¿Mirarte cómo?

–¡Así!– señaló su rostro, que la miraba fríamente, pero de alguna forma removía algo en su interior.

–Mira Sarah, no tengo idea de qué mierda hablas, la verdad no me importa mucho, pero te he hecho un favor. Solo te he conseguido una entrevista, no les dije que eras una maravilla trabajando, si consigues el trabajo será exclusivamente por tu desempeño.

–Toni, no quiero que te sientas obligado a ayudarme porque te doy lástima.

–¿No es lo mismo que haces tú?– alzó una ceja.

–¿Qué?

–Te metes en mis problemas personales, intentas alegrarme en vano... me tienes lástima porque leíste sobre mi pasado, y no estoy formándote una escena, porque aprendí a lidiar con ello. Siempre va a haber alguien que se sienta mal por ti, tú te sientes mal por mí y yo por ti, solo acepta mi ayuda porque he tenido suficiente con la tuya– Sarah lo miraba en shock, y no pudo evitar sonreír nerviosa.

Esas palabras la hicieron razonar. Estaba en lo correcto, ella solo intentaba ayudarlo porque le tenía lástima, ¿no?

–Lo siento, exageré la situación– el alemán asintió con la cabeza–. Antes de que te vayas, tengo que pagarte por las cosas que compraste en el supermercado.

–Eso fue un favor.

–Sí, pero dijiste que si me hacía sentir mejor podría pagarte de vuelta– Toni le dio la razón y ella sacó su billetera para pasarle el dinero.

–¿Vas a hacer aquí la fiesta?

–Eso planeo.

–¿En serio crees que vas a meter a tanta gente en este reducido espacio?– rodó los ojos y Sarah se encogió de hombros.

–No puedo arrendar un lugar.

–Puedo prestar mi casa si quieres, pero no te vas hasta limpiar el último rincón– la chica no pudo contener su emoción y asintió frenéticamente con la cabeza–. Nos vemos, Sarah.

–Por supuesto, Kroos. No te puedes librar tan fácilmente de mí.

Pasaron tres días cuando la pequeña de los Carvajal recibió una llamada de el diario «el país». Le informaron que había impresionado en su entrevista y les gustaría que trabajara con ellos.

De inmediato fue hasta el apartamento de su mejor amiga, tocó la puerta tres veces sin obtener respuesta, así que buscó la llave de emergencia en el macetero y abrió, solo para hallar la desagradable escena de Alejandra y Daniel con poca ropa encima del sofá.

–¡Que puto asco!– chilló y tapó sus ojos. Su amiga y su hermano, sorprendidos, se colocaron su ropa y trataron de arreglarse un poco.

–Joder Sarah, aprende a tocar– Dani la regañó, su hermana se destapó el rostro.

–Toqué tres veces, solo que estabais demasiado enfocados en... no, no puedo decirlo. Aún necesito acostumbrarme, ¿vale?

–Lo sentimos– Ale se disculpó.

–Como sea, yo solo venía a comunicaros que he conseguido un trabajo en «El país»– sonrió ampliamente.

–¿Qué? ¿Hablas en serio? ¡Eso es genial Sarah!– Alejandra se levantó despeinada y la abrazó, recibiendo una mirada de disgusto de Sarah.

–Suéltame sucia... hueles a ese cabrón de por allá.

Sarah no se quedó mucho, más que nada porque le incomodaba la situación y no quería demostrarlo, sabiendo que Ale y Dani estaban más felices que nunca y que les hacía mayoritariamente bien estar juntos.

Tuvo el impulso de llamar a Toni, así que lo hizo en cuanto llegó a su piso.

–¿Hola?– respondió con su voz monótona.

–¡Toni, he conseguido el trabajo!

–Genial– a pesar de lo que decía su mensaje no fue muy expresivo.

–Muchas gracias por el favor que me hiciste– recalcó la palabra favor.

–No hay de que. Suerte con tu nuevo trabajo– cortó la llamada.

Así fue como la relación de Sarah y Toni se volvió un intercambio de favores con el pretexto de que se sentían mal por el otro; Sarah a veces iba a regar las plantas cuando él estaba fuera de la ciudad, Toni la ayudaba con los preparativos de la fiesta para Daniel, la cual sería cuando llegaran de enfrentarse al Borussia de Dortmund en Alemania por la Champions League.

Ese partido terminó en un empate 2-2, por lo que no llegarían del mejor humor y Sarah aprovecharía de usar esa fiesta para matar dos pájaros de un tiro.

Toni procuró de avisarle a todos sus compañeros de la fiesta que planeaban para el número 2, y también advertirles que no debían mencionarle el evento al chico.

–¿Dónde estáis?– le preguntó Sarah a Toni cuando él respondió su llamada.

–Llegamos en quince. Daniel se fue con tu amiga.

–¿Es Sarah? ¡Sarah!– gritó la voz que reconoció como Cristiano.

–Le dijimos a ella que no se pusieran demasiado cómodos porque los íbamos a llamar dentro de un rato– Kroos ignoró a su compañero.

–Gracias.

–Es solo un favor– Sarah sonrió como tonta y él cortó la llamada.

Ubicó los snacks sobre la gran mesa del alemán y tachó en su lista los preparativos que tenía terminados, faltaba ubicar los globos en su lugar, pero ella por su limitada estatura no podía conseguirlo.

Cuando Toni y sus compañeros llegaron, la pillaron intentando alcanzar con ayuda de una silla la esquina del techo. La mayoría aprovechó de mirarla con morbo, lo cual de cierto modo irritó a Toni, así que decidió ir a ayudarla antes de que fuera otro a hacerlo.

–¿Necesitas ayuda?

–Joder, sí, que bueno que llegasteis. No puedo alcanzar...– en un acto que la sorprendió enormemente él la alzó, acercándola a donde quería.

Después de colocar los globos, él la dejó en el suelo, pero no pudo evitar, al igual que ella, en pensar en el contacto que acababan de tener. Las manos de Toni se sintieron ásperas, pero cálidas, y la cintura de Sarah, descubierta, ya que estaba usando un crop top, se sintió suave y fría.

Aún después de que terminaran de preparar todo y Dani estuviera por llegar, no se hablaron, principalmente porque no querían confesar que aquel simple gesto había resultado ser más importante de lo que pensaban admitir.

Aproveché de escribir un poco, espero que les guste
Toni coqueto

Smile // Toni KroosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora