Capítulo trece.

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«Chocolate caliente y una segunda oportunidad».

Sarah decidió un par de semanas después que volvería al Bernabéu, solo para no darle el gusto a Toni Kroos de afectarla, aún si lo hacía, y mucho.

Pasó esas semanas yendo de su piso al trabajo y del trabajo a su piso, sin darse tiempo para que su mente divagara y terminara pensando siempre en la misma persona. Había notado que la balanza había bajado tres dígitos, lo cual la preocupaba, ya que siempre fue de esas delgadas chicas a las que les costaba ganar peso por más que comieran.

Dani estaba listo para retornar a las canchas para el clásico, esa fue otra de las razones por las que su hermana decidió ir a apoyar al equipo merengue, acompañada de su mejor amiga y novia de su hermano.

Ale y Sarah habían aprovechado de ocupar los tiempos libres de esta última para pasarlos juntas, ya que Ale sabía lo que le ocurría a Sarah si no tenía nada en lo que pensar o que hacer, y no quería que malgastara sus pensamientos en el alemán del Real Madrid. Incluso trató de buscarle una cita, pero Sarah se rehusó, no quería relaciones casuales ni serias por el momento.

Toni contemplaba su celular a cada momento, extrañado de que Sarah no lo hubiese buscado por ningún medio, pero en el fondo sabía que era por la encerrona que él mismo provocó, y el arrepentimiento comenzaba a llenarle.

El 21 de Noviembre amaneció frío, a Sarah se le quitaron las ganas de ir al estadio, pero la motivó ver a su hermano en cancha y demostrarle a Kroos que no lo había buscado no porque no podía, si no porque no quería y le daba igual como estuviese, por más mentiras que tuviese que decirle para convencerlo de ello.

Se puso la camiseta con el dorsal número 15 y llamó a su amiga para que se reunieran afuera del Bernabeú. Como siempre, saludaron a los porteros, quienes las conocían desde hace años y les habían cogido cariño.

–¿Quieres comer o beber algo?– le preguntó Sarah.

–Un zumo de naranja estaría bien.

–Sabía que dirías eso– rodó los ojos y fue a comprar las bebidas.

Al regresar el partido ya había comenzado. Dani estaba en la banca, pero Benítez podía hacerlo entrar cuando quisiera. El juego comenzó de muy mala forma, Suárez adelantó al Barcelona en el minuto 11, y luego de 28 minutos, Neymar duplicó la ventaja. El equipo blanco estaba jugando uno de sus peores partidos de la temporada, y no parecieron despertar para la segunda mitad, y a los 8 minutos, Iniesta anotó otro gol.

Muchos hinchas comenzaron a salir, otros tantos siguieron apoyando a su equipo fervientemente, y la fanaticada del Barcelona siguió celebrando sus goles y jugadas.

Dos minutos después del gol ingresó Isco por James, y un par de minutos más tarde Dani por Marcelo, pero tampoco funcionó, el equipo blaugrana volvió a marcar en el 74. Para agregar a los problemas, a seis minutos del final Isco recibió una tarjeta roja tras una patada a Neymar.

Los jugadores se fueron decepcionados al vestuario. Una goleada siempre iba a ser dolorosa, pero una goleada por parte de su archirrival lo era todavía más. Sarah quería ir a abrazar a su hermano y decirle que todo estaría bien, pero sabía que estaba de mal humor y lo único que quería era ignorar que ese partido hubiese pasado.

Sarah se fue a su piso sola, y soltó un gran suspiro cuando dejó las llaves en la mesa. Se fue a sentar en el sofá y encendió el televisor, pero de inmediato lo tuvo que apagar, porque todos los canales hablaban de la victoria del Barcelona por sobre el Real Madrid.

Justo cuando decidió ordenar una pizza, tocaron la puerta. En su subconsciente esperaba que fuera Toni, pero cuando abrió y se encontró con Isco no pudo disimular la sorpresa.

–¿Isco? ¿Qué estás haciendo acá? ¿Estás bien?– tragó profundamente.

–La verdad es que no. Fue un partido fatal, y lo peor es que conseguí el odio de todos mis compañeros por ser un idiota. Lamento que haya venido por eso, pero siempre has sabido cómo levantarme el ánimo.

–Está bien, no me molesta– murmuró comprensiva. Aún si quería, no sentía esa protección que le surgía cada vez que veía a Toni, y eso la molestaba.

–¿Puedes prepararme un chocolate como el que me solías preparar?– asintió con la cabeza y lo hizo pasar.

Sarah fue a preparar lo que su ex novio le pidió. Se sentía raro tener una relación relativamente civilizada con su ex, pero Isco nunca fue el tipo de ex que intentaba cabrearla a toda costa, siempre mantuvo su distancia y respetó su decisión de no decirle a Dani sobre el noviazgo, lo único que arruinó todo era irónicamente lo más importante: el amor.

Cuando volvió con la taza humeante a la sala de estar, el malagueño estaba sentado en el sofá observando a la nada. Podía ver que estaba afectado por el resultado, y al conocerlo bien, sabía que se sentía como un inútil.

–¡Basta ya de lamentarse, joder! El resultado no es culpa tuya, la tarjeta fue casi al final del partido, cuando ya habíais recibido todos los goles. No seas un llorica– él la observó con admiración al recibir la taza.

–¿Ves? A esto me refería. Siempre sabes que decir, ¿cómo lo haces?

–Soy escritora Francisco, se supone que respiro palabras– rieron levemente.

Ella se sentó a su lado y se miraron. Hace bastante tiempo no disfrutaban de la compañía del otro, y se sentía bien contar con alguien más. Ambos se sentían irremediablemente solos, aunque no lo supieran con certeza, y esto los había aquejado desde hace mucho, incluso antes de que comenzaran a salir.

–Sarah... ¿puedo preguntarte algo?

–¿Qué ocurre?– inquirió con curiosidad.

–Puede sonar tonto pero... ¿nunca has querido o pensado en volver conmigo? No lo sé, solo quería saber.

Esa pregunta la tomó por desprevenida, y no sabía que responder, porque podía ser que sí o que no, no estaba del todo claro.

–No estoy segura... creo que sí. Eras el novio perfecto, Isco.

–¿Entonces porque terminaste conmigo?– murmuró dolido.

–Teníamos diferentes proyecciones de vida, queríamos tomar caminos muy diferentes, tanto así que llegaban a ser irreconciliables. Permanecer juntos solo nos hubiera causado tristeza y desesperación.

–¿Cómo lo sabes? No tienes una jodida bola de cristal para predecir el futuro.

–No lo sabía. Pero ese no es el punto, si dudas en cualquier momento de la relación solo tienes que decirlo, o herirás mucho más al otro. Ambos dudamos.

–Habla por ti– cortó tajantemente-. Por mi parte sabía que te quería, demasiado, pero decidiste que era mejor elegir por los dos, siempre crees tener la razón, pero te voy a demostrar que en esta oportunidad yo la tengo.

En un momento se hallaba con los labios de Isco sobre los suyos, devorándola por completo. Era un beso ardiente, hambriento, ninguno estaba para juegos.

–Volvamos a intentarlo, por favor– susurró él cuando se separaron para tomar aire, Sarah asintió.

jijijiji
qué pensará Toni?
las dejo, voy en la micro

Smile // Toni KroosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora