12. Una Gran locura

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/Narrador/

Esa misma noche desde lo ocurrido con el socio de Mason, David, nadie descansó en lo absoluto, Alec mantenía a la raya a Brenda, trataba de controlarla y tranquilizarla pero ella no estaba para nada tranquila y a pesar de eso no pasó absolutamente nada malo entre ellos dos, llegaron a una casa de las tantas casas que tenía Mason preparadas para cualquier cosa como esa, parecía abandonada, triste y pequeña por fuera pero por dentro era un poco acogedora a pesar de las circunstancias y claramente por la vista que tenía estaban lejos de la cabaña y peor aún de casa.

Brenda no tuvo tiempo de explorar más detalles de la casa y en su lugar llegó a recostarse en el sofá-cama que era lo que estaba a su vista cuando llegó, subió sus piernas al acolchonado sofá haciéndose bolita ella misma, y jalando las mangas de la sudadera que Alec le dio en el camino. El chico llegó frustrado dejando las llaves escondidas en un lugar secreto después de cerrar bien la casa por dentro, se perdió en algún rincón de la casa haciendo lo mismo que la chica, descansar.

La noche pasó rápido, así como también  fueron los días y la preocupación de Brenda creció por Leslie, deseaba tanto obtener noticias sobre ella. Alec se había ausentado durante unos largos días en los cuales Brenda estuvo esperando cansada por alguna esperanza, él se mantenía al tanto con Mason sobre el efectivo que recibía por parte de los Smith.

Una mañana, Brenda despertó llorando, cansada y desesperada; por todo generalmente, estaba desorientada, completamente sola y perdida. Estaba cansada principalmente, de seguir viviendo específicamente, ella ya no tenía esperanzas de nada simplemente se daba por vencida fácilmente y su mente dejaba de trabajar como debía, perdía la noción del tiempo y de las cosas, llevaba días sin comer. Ella creía que había dejado de ser importante para todos, incluso para Derek quién había prometido que la mantendría a salvo y que no la lastimaría, pero ella sabía que estaba rompiendo con su promesa la ponía muy mal saber que había dejado de ser importante para el porqué la había abandonado cuando más necesitaba de su ayuda, la había decepcionado.

Sabía que lo que haría podría ser lo más trágico y egoísta pero por su mente no ocurría nada cuerdo. Preparó todo esa mañana y el resto del día se dedicó a pensar en por lo que había pasado y en que finalmente se reencontraría con una única persona especial, su madre.

Cuando al fin estaba lista, se alejó de la ventana con lágrimas derramando por sus mejillas y fue a la habitación especial, entró descalza caminando hacia el banco alto y sosteniendo en sus manos la soga, no le dio más vueltas al asunto y colocó temerosa de sus actos su cabeza a través de la soga, se recargaba lentamente y dejaba fluir su cuerpo lentamente cuando escuchó las pisadas cerca. Alec estaba de pie dentro de la habitación mirando a Brenda como si se tratara de una locura, sin embargo trataba de mostrarse serio, se acercaba lentamente hacia ella pero la chica se lo impedió.

—¿siempre tienes que arruinarlo todo? — Brenda se alteró

—¿estás segura de lo que haces? —Alec parecía tranquilo

—no te acerques más— trató de detenerlo Brenda pero el no lo hizo

—anda, hazlo—su voz era firme y fría— no voy a impedirte nada si es esto lo que quieres- para Brenda era imposible no distraerse

—solo déjame acabar con esto de una vez por todas—ante esto Alec rió burlonamente

—¿sabes? Te creí más astuta, no parecías como una chica débil—colocó Alec un pie detrás de la pata del banco listo para el impulso

—al final nunca nadie es tan fuerte como parece ser- -

—Hazlo—Alec la interrumpió apresurándola—no le darás más molestias a nadie, sería sencillo para todos que estuvieras muerta—Brenda estaba sollozando del miedo y de las palabras que Alec le decía—no eres más que un estorbo—ella estaba comenzando a tocar con la punta de sus pies la madera del banco— ¡hazlo! —Alec pateó el banco haciendo que ella resbalara y al fin lograra lo que quería desde un principio, pero el lo tenía fríamente calculado.

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