17. Sé que eres tú

24 0 0
                                    

/Brenda/ 

Había intentado por mucho tiempo lograr superarme a mí misma y salir adelante ante cualquier situación, trataba de convencerme a mi misma de que ante cualquier caída habían siempre posibilidades de levantarme. Me repetía una y otra vez tantos consejos y motivaciones que alguna vez mi madre y mi hermana alguna vez me dijeron y me hicieron mantener en mi mente presentes.

Un recuerdo vino a mi mente cuando hace mucho tiempo mis hermanos y yo llegamos al que era en aquel entonces nuestro hogar, habíamos recorrido cada habitación con emoción al darnos cuenta de que la casa era preciosa, éramos tan unidos que acordamos en quedarnos los tres en una misma recámara y dormir hasta tarde, el primero en merecería un castigo. Al pasar los años fuimos cambiando pero nunca dejamos de querernos y sobre todo nunca dejamos de apoyarnos y cuidarnos las espaldas.

Austin me protegía, nunca dio su brazo a torcer cuando lo necesitaba, dio su vida por mi.

Ya no importaba nada en esos momentos, no sabía que era lo podrí­a llegar después, la vida me seguí­a sorprendiendo con sus malas jugadas. La muerte de mi madre, Leslie y ahora mi hermano, yo simplemente no lo soportaba más, no quería seguir viendo como las personas que más quería se iban de la manera más cruel, alejándose de mí­ y haciéndome sentir miserable y estúpida por no poder hacer algo al respecto, no podí­a seguirme quedando en aquellas circunstancias y pretender que la maldita tormenta se alejaría de el sol que algún día me iluminó.

No podía pretender que todo estaría bien y tratar de convencerme nuevamente de que saldrí­a de aquel pozo en el cual me encontraba, ese pozo era profundo y sin final. Me sentí­a como una maldita egoí­sta por no tratar de ver soluciones pero ya no sabí­a que hacer.

Las gotas de lluvia me hicieron despertar de mis más profundos pensamientos, el eco de éstas sonaban en la ventanilla de la cual yo estaba recargada, las veía caer una por una. Los párpados me dolí­an, pero dolí­a aún más aquella tristeza que se hizo presente cuando todos mis pensamientos de acumularon.

/Alec/

Noté la pesadez del ambiente al entrar a la casa, los dí­as que transcurrieron después de aquella situación dolorosa con Austin eran cada vez más difí­ciles. No habí­a cruzado ni una sola palabra con ella, decidí darle su espacio, pero mis intenciones al acercarme a ella eran inútiles. Todos los dí­as dejaba comida dentro de su habitación, ella no me miraba, tampoco emití­a alguna palabra y comenzaba a preocuparme su actitud. No quería que ella quedara atrapada en un limbo a causa de un trauma del que jamás olvidaría.

Más tarde decidí­ hacer algo para ella, sabía que le había gustado la pasta que habí­a hecho la última vez que conversamos sin ningún problema. Sabía lo que significaba perder a un ser querido, lo viví con mi padre y quería ayudarla a salir adelante.

Abrí la puerta de la habitación, ella miraba por la ventana la lluvia que caía, dejé en la pequeña mesa de noche el plato con pasta, era inevitable no oler la comida.

- ¿recuerdas aquella vez que cenamos esa pasta deliciosa que te gustó tanto? - ella no me volteó a ver, pero no perdía las esperanzas - la preparé para ti - parecía no estarme escuchando, me senté en la orilla de la cama y la miré - ¿sabes cuál es la mejor parte? - ésta vez me miró sin expresión alguna - puedo servirte cuantas veces quieras de esto - señalé la pasta y ella me respondió con un simple:

- no tengo hambre - regresó su mirada a la ventanilla y tragué en seco al darme cuenta de que no probaría ni aunque fuera un poco de la pasta que con delicadeza preparé para ella, claramente yo no era paciente ante esto. 

- bueno, no me iré de aquí hasta que tengas hambre - me crucé de brazos y esperé por uno largos minutos a que surgiera una acción por parte de ella, pero parecía que no lograría sacarla de su trance. Miré como un par de lágrimas salieron de sus ojos sin dificultad. 

GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora