14. El horror que sentía no se comparaba con nada

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/Brenda/

Estaba mirando el techo fijamente, las grietas eran notorias y la humedad comenzaba a expandirse por los rincones de la habitación. Mis ojos apenas podían percibir las figuras dentro de la habitación y poco a poco comenzaba a notar los colores en cada una de ellas, estiré mis brazos y mis piernas bostezando y finalmente soltando un suspiro. 

Tallé mis párpados y me senté con los ojos aún cerrados, para cuándo los abrí me topé con aquellos ojos que tanto odiaba por hacerme sentir como una idiota cuando los miro, bufé rodando los ojos y el me seguía mirando con la misma postura. Abrí­ un ojo para asegurarme  de que estuviera ahí­ pero se había ido.  

Volvió con una chaqueta negra de cuero puesta y con otra más gruesa color militar en la mano, la dejó sobre la cama.

- Subes al auto cuando estés lista- me miró cruzando los brazos, no entendía a qué se referí­a sin embargo asentí y se fue.

Terminé de ducharme y salí­ de la regadera con la tela alrededor de mi cuerpo con un nudo bien amarrado. Caminé hasta el espejo y lo limpié con la palma de mi mano quitando lo empapado, era un desorden, mi cara era un desorden. Mis ojos colgaban unas ojeras obscuras, mi nariz estaba más roja de lo normal a causa del polvo que se encontraba en cada parte de la casa, mi tez era más pálida de lo normal y mis pómulos ligeramente más marcados debido a la mala alimentación que llevaba. Mi cabello ya no parecía tener el mismo tono de antes, era más seco y apagado.

¿Alec habí­a conocido a mi madre? Me pregunté de la nada.

Salí del baño y rápidamente me vestí­, mi pantalón estaba bastante roto y mi playera arrugada y sucia, las botas eran algo pesadas y la chaqueta algo larga y gruesa con olor a cigarrillo. Solí­a cepillar mi cabello tardando minutos ya que se enredaba fácilmente y era complicado, pero ahora había olvidado el hábito de hacerlo convirtiendo mi cabello en un nido de aves. 

Caminé fuera de la habitación en busca de Alec, entré a una habitación en donde Alec dormí­a, no estaba, pero sus cosas sí­. Busqué en su chaqueta algo que me sirviera de ayuda, y ahí­ estaba su celular, lo desbloquee y revisé todo, absolutamente todo. Sus contactos no me eran de mucha ayuda, ya que solo habí­an 4 contactos registrados; Mason, Garret, Alexander y  Sharon.

Sharon

Entré a la galería de fotos y habí­an muy pocas, las esenciales para ver lo que necesitaba. Alec con una chica, abrazados, en un césped, en el automóvil de Alec, en la playa de noche, besándose

-¿se te ha perdido algo?- estaba a lado mí­o con la mandíbula tensa, yo estaba inmóvil sin saber que decirle al ser descubierta, miré de reojo el celular y el seguía mirándome, me quitó el celular de las manos como si se tratara de cualquier cosa. 

Me sentí­ como una idiota y estúpida e inconscientemente bajé la mirada a sus manos sobre su cintura, su abdomen, la tela apretada en sus caderas hasta sus rodillas, notó mi nerviosismo y suspiró subiendo y bajando el pecho en un movimiento lento. 

-¿te cortaron la lengua Smith?- Rompió con el tenso momento. Nos miramos a los ojos y decidí que era suficiente de esto, era el límite, no obtendrí­a nada más por parte suya. 

Salí­ con pasos apresurados, sentí­ en ese momento que el corazón se me salí­a. Di­ la vuelta directo al corredor y me detuve recargándome en el muro con la cabeza hacia atrás reposando en la fría y húmeda pared. 

¿Quién era ella?  La pregunta parecía ilógica, porque para verlos en una fotografía besándose era obvio que eran algo mucho más cercano de lo que puede parecer, me sentí­ como una estúpida. Porque creí que tení­a esperanza de que al intentar algo con Alec, cualquier cosa que pudiera ser, me iba a sentir capáz de querer a alguien realmente, pero ¿cómo iba a hacerlo si tenía alguien esperando por mí? Un chico al que traicioné, lo lamento Derek.

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