13. Nos queríamos matar

12 1 0
                                    

/Brenda/

Se me estaba haciendo una costumbre incómoda vivir bajo el mismo techo que el, mirarlo todos los días sin poder evitar pensar en aquel beso, no quería involucrarme con el porque sabía que las cosas acabarían mal y además, era una estupidez, algo ilógico y zafado, es algo imposible e irreal. Alec me mantenía a salvo bajo su protección pero a la vez era enfermizo; sabía que no era sano para ambos estar solos todo el tiempo en una casa solitaria, y gracias al cielo el nunca me  ha demostrado que es una persona con malas intenciones, no querría imaginarme todo lo contrario en el, todo sería un trauma.

Pero aún así las cosas estaban de cabeza, estaba completamente segura de que tanto Alec como yo estábamos esperando el momento para obtener algo, uno del otro, y eso no estaba cuerdo, quería evitar esa situación pero no podía, siempre tenía presente  el recuerdo sus labios con los míos, odiaba demasiado esa tentación.

/Alec/

Era Miércoles en una tarde fresca, el sol comenzaba a ocultarse y lo notaba desde la ventanilla de la cocina mientras preparaba comida para Brenda y para mí, no era un día especial pero quería hacerla sentir cómoda con una buena comida, tenía ese don de cocinar bien para las personas gracias a una mujer maravillosa, mi madre.

La mesa estaba puesta y solo faltaba servir la comida en los platos, y ella después de una ducha se acercó a la mesa y aunque yo estuviera de espaldas a ella sentía su mirada extraña sobre mí, sabía que estaba sorprendida. voltee hacia ella y sonreí levemente mientras dejaba el platillo principal en la mesa, hice que se sentara.

—¿qué es todo esto—preguntó finalmente, me senté en un lugar frente a ella, así tendríamos más comunicación fácilmente.

—Pensé que estábamos comiendo muchas cosas de la calle y que eso no era uy saludable para ambos—ella analizaba pensativa mientras miraba cada utensilio en la mesa—consideré que sería buena idea cocinar para ti—ella sonrió y yo comencé a comer.

gracias—sonó apenas audible su voz, miró la pasta y dio el primer bocado, lo saboreaba—esto está delicioso—dijo con un poco de pasta en la boca.—demonios, voy a querer tres platos más de esto—sonreí

mi padre tenía raíces Italianas gracias a mi abuelo, y cuando era pequeño veía cuando cocinaba, aprendí a cocinar tan bien como el—daba bocados grandes de la pasta—se llama pasta Fagioli —sus grandes ojos me observaron un par de segundos

dile a tu padre de mi parte que es un genio—bajé la mirada y tensé la mandíbula

lo haría... si tan solo mi padre estuviera vivo—el tono de sus mejillas enrojeció

lo siento, no sabía que...- -

descuida, no hacía falta que le dijeran eso cuando el tenía un ego tan grande —bromee y ella reía levemente

Comíamos con gran comodidad y yo nunca dejaba de conocerla, comenzábamos a fortalecer una gran confianza entre ambos y eso era estupendo. No podía evitar perderme en esos hermosos ojos y en esa gran sonrisa. Su voz era una agradable melodía que mis oídos querían escuchar por el resto de mi vida, mierda, tenía que dejar de pensar tanto en ella.

(...)

En la pequeña sala de estar, extendí unas largas colchonetas y nos recostamos hablando sobre cualquier cosa,  era de las pocas veces que me sentía escuchado, incluso cuando hablaba con mi madre no podía sentir esa satisfacción. Yo miraba el techo con mientras le contaba como había sido mi niñez, ella se volteo hacia mí y sentí su mirada.

eran buenos tiempos, tú sabes, cuando eras feliz y no te dabas cuenta de que lo eras —sentía su respiración en mi mejilla

—¿no lo eres ahora?—su pregunta me hizo pensar mucho, quería decir que era feliz pero eso se había acabo.

GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora