8. Úsame, no me molesta

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Aurora

Llueve a cántaros, se siente el aroma a tierra mojada, el viento es fuerte y miro por una de las ventanas de la empresa, como las hojas de los árboles se mueven por aquella ventisca.

Hoy el día está oscuro por la culpa de las nubes negras, veo a la gente con paraguas, allí afuera en la vereda, caminando. Pronto se hará de noche y no habrá ni luz.

Todos se retiran del edificio y como siempre soy la última en salir. Me gusta organizarme antes de irme. Me río, mi papá me dará un nuevo sermón por esto nuevamente.

Miro que hay una ventana que no ha quedado cerrada y me acerco. Me cuesta, está atascada, pero me detengo al visualizar esa cabellera rubia en el balcón ¿Desde cuándo se encuentra ahí? Se está mojando.

—Brayton. —Doy un paso adelante, para que el pequeño techo me cubra—. ¿Qué haces aquí? Digo ¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Soy el dueño de todo, yo estoy dónde quiera estar —responde mirando los demás edificios, sin quitar la vista de allí y luego hace un suspiro. Demostrando que sigue triste—. Es tarde y se pone peligroso, tú eres la que no debería estar aquí.

Me le acerco, parándome al lado y dejo que mi cabello se moje.

—Es la empresa de mi padre —me defiendo—. Aquí no corro peligro —justifico.

—El peligro está en todas partes —Su intenso verde se gira a mirarme y se me acelera el corazón—, justamente ahora, en frente de ti.

—¿O sea que eres peligroso?

Sonríe.

—No sabes cuánto.

—¿Por qué finges estar feliz cuando no lo estás? Puedo notarlo en tus ojos.

Vuelve la vista a los edificios y su rostro regresa a ser inexpresivo.

—Es una manera de combatir mi dolor, no lo entenderías.

—Inténtalo —pido—. Puedes contarme. —Miro a ambos lados—. Estamos solos.

—Vine aquí porque es la única pista que tengo del asesino de mi esposa.

Me sobresalto.

—Un asesino ¿Buscas un asesino? Eso es peligroso. —Me preocupo.

—Yo soy más peligroso. —Sus manos se presionan en el barandal, pero luego su enfado cambia a tristeza, terminando por soltarlo, agacharse y llorar—. Yo... yo pude hacer algo. —Culmina sentado en el suelo con lágrimas que se mezclan con la lluvia—. No debí irme.

Me siento a su lado y toco su hombro con preocupación.

—Lo siento mucho, no conozco todos los detalles, ni la conocía, pero si sirve de algo, no fue tu culpa, debes pensar que ahora está un lugar mejor y desea que seas feliz. El punto es que, esté donde esté no le gustaría verte triste. Desahógate ahora. —Levanto un dedo—. Pero recuerda, debes seguir adelante.

Me mira otra vez y veo esos ojos inundados de lágrimas, los cuales me dan ganas de llorar a mí. Se me va a partir el corazón en dos, no puedo verlo así.

—Aurora. —Se acerca a mi rostro y me quedo quieta. Son tan pocos centímetros que no puedo coordinar mis pensamientos—. Gracias, tomaré tu consejo.

—De nada —me limito a decir, siento que el corazón se me saldrá de la boca.

Y hablando de bocas...

Sus labios están muy cerca de los míos y hasta por un momento pensé que iba a besarme, pero se apartó.

Ilusión destruida.

—Lo siento —se disculpa mirando a un costado—. No sé en qué estoy pensando. Eso es abusar de tu amabilidad, está mal, no voy a usarte para escaparme de mis problemas.

Lo agarro de la chaqueta y me acerco a su rostro decidida.

—Úsame, no me molesta.

Destruyendo a Adonis (R#7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora