Veinticuatro.

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Lamentablemente después de la fiesta sobrevinieron muchos acontecimientos desagradables.

Evelin fue ingresada al el hospital otra vez. La bradiarritmia la languideció hasta el extremo. A consecuencia de esto, su nombre escaló posiciones en la lista de espera para el trasplante.

Más o menos rehabilitada volvió a casa. Max había superado los 10 días de reposo y caminaba con el apoyo de una sola muleta.

Dedicó sus 5 días restantes netamente a su novia. Estaban juntos día y noche.

Adrián era una amasijo de angustias pero que no dejaba a nadie ver en él y aún a pesar de eso no podía estar más feliz por su hija que al fin estaba viviendo el enamoramiento como una chica normal.

Habían acabado los días de abatimiento a pesar de su estado. Adrián era consciente de que Max le daba fuerzas.

<< Ojalá hubiera venido antes. El amor es la mejor medicina contra el dolor. >> Pensó.

Max se reincorporó a su consulta una vez le dejaron hacerlo, iba muy positivo porque Evelin evolucionaba muy bien.

Quedaban 10 días y acabaría julio. Sabía que estaba al caer otro golpe sobre Evelin pero él estaría con ella. Se había convertido en su apoyo constante y así sería siempre.

Efectivamente. El día 25 de julio. Con pocos errores de cálculo en su calendario de cefaleas, esta llegó. Pero esta vez su corazón protestó. Evelin tuvo que ser derivada al hospital para su monitorización.

Tras esto su nombre volvió a subir unos peldaños en la lista de espera para el trasplante.

El dolor de las cefaleas le procuraba una agonía desbordante. Max y Adrián buscaron convertir su habitación de hospital en el cubículo oscuro que ella necesitaba que fuese durante las horas que durase ese martirio.

Evelin se retiró todos los cables que la ataban, estuvo a punto de tirar el monitor multiparamétrico. Ni luces, ni pitidos, ni siquiera se soportaba a si misma. Cambiaba de posición constantemente, no encontraba reposo en ningún sitio. Sentada, de pies contra la pared, tumbada en la cama o en el suelo frío. Gimiendo y llorando, bufando y gruñendo...

A final del largo y terrible trance, tres horas después; Adrián y Max la recogieron del suelo donde se había aovillado cuando el dolor hubo aminorado hasta permitirle dormir.

Reconectaron el monitor y los cables. Al Verificar las casi inexistentes pulsaciones, pidieron con urgencia una dosis de adrenalina. A través de un catéter puesto en el ángulo anterior del codo, fueron administrando el medicamento según la reacción y evolución de Evelin.
La recuperaron.

Al día siguiente intervinieron a la persona que ocupaba el primer puesto en la lista de trasplantes.

Evelin era la siguiente.

Le dieron el alta provisional y la mandaron a casa.

Una día de primeros de agosto Max llegó del trabajo a la hora de comer y fue a ver a su amada novia a casa de los abuelos. Doña Charo indicó su paradero con una expresión abatida, de hecho; todos se sentían igual.

Max la encontró tumbada sobre una manta extendida sobre la hierba. La observó desde lejos con una mezcla de pena, preocupación y amor profundo. Ella tenía los labios pálidos y la mirada perdida. Intentaba mantenerse despierta unas horas más.

Él nunca se mostraba abatido delante de ella entonces dibujó una sonrisa en sus labios y fue a tumbarse a su lado.

-¿Qué me he perdido? - Preguntó tras darle un dulce beso de saludo.

Maestro en el Silencio [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora