Doce

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Adrián estaba más tranquilo. Pero no dejó de preguntarse por los progresos de la policía. A lo largo del día Evelin y Max lo convencieron de lo innecesario de su estado angustioso.

También lograron convencerlo de salir esa noche y así distraerse. Había cancelado una cita programada para esa misma noche ya que no se sentía muy dispuesto para el tema, pero no costó reanudar el compromiso gracias a su galanteria innata. La bella cita de Adrián no se opuso en reanudarla, es más; prefirió cenar en casa y así evitar un trastorno innecesario para él saliendo. A eso de las ocho de la noche Adrián con cara victoriosa; de marchó.

Los ayudantes de cupido estaban contentos de verlo tan animado.

Ahora les tocaba a ellos.

-¿Te apetece una cena antes de ir con los amigos? -preguntó Max recordándo a Evelin su compromiso.

-Me apunto -dijo de pronto optimista en su salida.

-En una hora, aquí -señaló Max.

-No necesito tanto -rieron y se encerraron en sus habitaciones.

Treinta minutos después bajó Max. Se sentó a esperar en el salón. A los diez minutos, Evelin abrió sus puertas. Max giró para jactarse de su tiempo record pero se le atascaron las palabras en la garganta.

Evelin llevaba un vestido negro. Ceñido a la cintura y voluminosa en la falda, pero corta.

<< Vaya si era corta. >>

Sus piernas curvilineas esta vez iban cubiertas por unas medias negras y llevaba tacones, detalle que lo sorprendió en ella. El escote era una historia aparte... A modo de camiseta hecho de punto brillante, discreto pero llamativo a la vez. Llevaba los botones abiertos, de un modo sugerente; igual a la camiseta del otro día.

Max atisbó el encaje de su sujetador negro asomando. Pero no era algo que estuviera a la vista, lo vio por qué lo buscó.

<< ¿Dónde había un amigo que le diera una bofetada oportuna? >>

Su cabello estaba rizado y sus pómulos realzados con rubor, sus parpados cubiertos por oscuras y las líneas de sus ojos estaban enmarcados con delineador negro, todo realizaba sus ojos verdes.

-Yo ya estaba lista pero te he dejado ganar -manifestó acercándose a él.

Max la recorría con la mirada mientras se levantaba.

-¿Qué pasa? ¿Estoy mal?

-¡No por Dios! -dijo un tanto ahogado, rodeó el sofá y se puso delante de ella.

Con los tacones llegaba justo a la altura de su rostro.

-Es solo que no me esperaba esto -indicó con las manos hacia su cuerpo-. Estas preciosa... -alabó.

Evelin no soportó el peso de su mirada embelezada y desvió la suya arrobada.

-Gracias.

-Las que tú tienes...

Ella se echó a reír al momento de oir esa expresión más bien propia de don Felipe.

-¿Qué has dicho? -preguntó risueña.

-¿Qué?... No sé lo que he dicho... -parecía perdido en lo que sus ojos veían-. Dime... ¿Todo esto es por mí?... -sonreía como si estuviera recibiendo un regalo inesperado.

Ella lo observó emocionada por su reacción, pero al momento pensó en algo con lo que replicarle.

-Cielo, primero debes demostrarme que sabes empuñar un arma antes de querer agarrar esto.

Maestro en el Silencio [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora