Adrián estaba más tranquilo. Pero no dejó de preguntarse por los progresos de la policía. A lo largo del día Evelin y Max lo convencieron de lo innecesario de su estado angustioso.También lograron convencerlo de salir esa noche y así distraerse. Había cancelado una cita programada para esa misma noche ya que no se sentía muy dispuesto para el tema, pero no costó reanudar el compromiso gracias a su galanteria innata. La bella cita de Adrián no se opuso en reanudarla, es más; prefirió cenar en casa y así evitar un trastorno innecesario para él saliendo. A eso de las ocho de la noche Adrián con cara victoriosa; de marchó.
Los ayudantes de cupido estaban contentos de verlo tan animado.
Ahora les tocaba a ellos.
-¿Te apetece una cena antes de ir con los amigos? -preguntó Max recordándo a Evelin su compromiso.
-Me apunto -dijo de pronto optimista en su salida.
-En una hora, aquí -señaló Max.
-No necesito tanto -rieron y se encerraron en sus habitaciones.
Treinta minutos después bajó Max. Se sentó a esperar en el salón. A los diez minutos, Evelin abrió sus puertas. Max giró para jactarse de su tiempo record pero se le atascaron las palabras en la garganta.
Evelin llevaba un vestido negro. Ceñido a la cintura y voluminosa en la falda, pero corta.
<< Vaya si era corta. >>
Sus piernas curvilineas esta vez iban cubiertas por unas medias negras y llevaba tacones, detalle que lo sorprendió en ella. El escote era una historia aparte... A modo de camiseta hecho de punto brillante, discreto pero llamativo a la vez. Llevaba los botones abiertos, de un modo sugerente; igual a la camiseta del otro día.
Max atisbó el encaje de su sujetador negro asomando. Pero no era algo que estuviera a la vista, lo vio por qué lo buscó.
<< ¿Dónde había un amigo que le diera una bofetada oportuna? >>
Su cabello estaba rizado y sus pómulos realzados con rubor, sus parpados cubiertos por oscuras y las líneas de sus ojos estaban enmarcados con delineador negro, todo realizaba sus ojos verdes.
-Yo ya estaba lista pero te he dejado ganar -manifestó acercándose a él.
Max la recorría con la mirada mientras se levantaba.
-¿Qué pasa? ¿Estoy mal?
-¡No por Dios! -dijo un tanto ahogado, rodeó el sofá y se puso delante de ella.
Con los tacones llegaba justo a la altura de su rostro.
-Es solo que no me esperaba esto -indicó con las manos hacia su cuerpo-. Estas preciosa... -alabó.
Evelin no soportó el peso de su mirada embelezada y desvió la suya arrobada.
-Gracias.
-Las que tú tienes...
Ella se echó a reír al momento de oir esa expresión más bien propia de don Felipe.
-¿Qué has dicho? -preguntó risueña.
-¿Qué?... No sé lo que he dicho... -parecía perdido en lo que sus ojos veían-. Dime... ¿Todo esto es por mí?... -sonreía como si estuviera recibiendo un regalo inesperado.
Ella lo observó emocionada por su reacción, pero al momento pensó en algo con lo que replicarle.
-Cielo, primero debes demostrarme que sabes empuñar un arma antes de querer agarrar esto.
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Maestro en el Silencio [Disponible en físico]
Ficción General~No dejes de vivir, a pesar de saber que puedes no estar vivo mañana~. Evelyn lleva esta frase escrita en el colgante que le dejó su madre, pero esta frase dista mucho de ser su filosofía de vida debido a su enfermedad. Evelyn es más bien un amasijo...