Veintisiete.

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Los policías derribaron la puerta y entraron.

-¡Quieto! ¡Suelte el arma! -ordenó el policía a voz en grito.

El arma con el silenciador dio otro disparo y los policías abrieron fuego contra quien lo sostuviera.

Evelin no sabía a qué atenerse.

Más policías entraron por la puerta a medida que los primeros avanzaron hacia la oscuridad con linternas.

Un par de agentes se acercaron a las chicas y se dispusieron a liberarlas. Unos paramédicos vestidos con chalecos reflectantes se dispersaron enseguida por la cocina.

Se hizo la luz cuando en un instante encendieron unos reflectores sobre trípode dentro y alrededor de la casa.

En cuanto el paramédico cortó con una tijera la gruesa mordaza que aprisionaba su boca, Evelin se manifestó.

-¡Papá! ¡Papá! -llamó desesperada.

Un policía liberó sus manos de las esposas y ella se arrastró deprisa buscando a su padre, ignorando al paramédico que le hacía un torniquete en el pie herido.

Adrián estaba apoyado contra la nevera y tenía los ojos abiertos al igual que sus brazos. Aunque lánguido, movió las manos apremiándola a llegar y recibió a su hija, quien gateando llegó hasta él y abarcó a su padre con fuerza.

Él no la abrazó, estaba muy débil. Aun así Adrián acercó la boca a la oreja de Evelin para susurrarle...

-Te... Quie...ro... -pronunció con dificultad.

-Y yo a ti papá -contestó ella llorando-. No te esfuerces, tienes que estar tranquilo -pidió ella con la voz quebrada.

-Shhh... Amor mío... -la acalló él-. Toma... mi... corazón... -musitó casi sin sonido alguno. Solo era una exhalación.

-¿Papá?... -Evelin buscó el rostro de su padre.

-Co... mi... cor... cor... -balbuceó silabas parpadeando sin parar.

La imagen era terrible para Evelin. Hasta que Adrián finalmente cerró los ojos y calló.

-Papá... Papá... -Evelin lo incorporó y fue en ese momento cuando palpó la humedad de su nuca y cuello.

Sangraba intensamente.

-¡Papá! Papá por Dios, papá -rompió a llorar con más fuerza-. ¡No! ¡Papá! -acercó su cara de nuevo a la de él y tomó sus manos-. Aguanta papá, aguanta por favor. ¡Ayúdenlo, está herido! -pidió con voz estridente mezclada con llanto y desesperación.

Los paramédicos actuaron rápido. En pocos minutos los tres heridos llegaron al hospital.

Llevaron a Adrián directo al quirófano. Laila recibió transfusiones y Evelin fue llevada para la monitorización de su corazón.

Una hora tempestuosa sin noticias alguna transcurrió.

Laila al recuperar la conciencia pidió llamar a Lucas y este vino en dos pestañeos.

Max embarcó en el primer vuelo junto con el doctor Basterra, agradecidos por las noticias dadas por Lucas sobre las chicas pero angustiados sobremanera por el estado de Adrián.

Evelin se obligaba a permanecer consiente aunque sus constantes eran débiles. Rogaba sin descanso por la vida de su padre. La tortura de la incertidumbre la estaba destrozando.

Pasó quizá otra hora más hasta que irrumpió en la habitación el doctor Isasi, un buen amigo de su padre.

Por su semblante pensó que venía a darle ánimos como otros han hecho a lo largo de esas dos horas, pero en cuanto lo vio ataviado con ropa de quirófano y el semblante triste entendió de dónde venía.

Evelin sintió un golpe en el pecho.

Él doctor se acercó al pie de su cama y tomó aire.

-Ojalá no tuviera que decirte esto -Evelin se llevó las manos a la boca para no prorrumpir en sonoro llanto, antes de oírlo ya sabía la respuesta-. Ha muerto, Evelin. Adrián, ha muerto. -El doctor Isasi no pudo detener sus propias lágrimas.

Evelin apretó con más fuerza su rostro. Sentía un dolor semejante a como si le estuvieran arrancando la piel a tirones muy lentamente. El dolor recorría sus extremidades e iba matando sus nervios a cada centímetro. Parecía como si se estuviera muriendo ella también. Pero no. A ella no se la llevaba la muerte. Se llevó a su padre.

Se contuvo con toda sus fuerzas para no derrumbarse. Temblorosa aunó aliento para hablar.

-Quiero verlo -pronunció con la voz rota.

El doctor solo asintió y salió a por una silla de ruedas para ella.

NOTA:Cuando escribía la siguiente parte de este capítulo, escuché en la radio una canción que acabó convirtiéndose en la banda sonora de esta historia

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NOTA:
Cuando escribía la siguiente parte de este capítulo, escuché en la radio una canción que acabó convirtiéndose en la banda sonora de esta historia.
Me enamoré de su melodía al principio y luego la letra resultó ser muy certera.
Se trata de "The Scientist" de Coldplay.

Espero que te siga gustando la historia...
Gracias por estar ahí.🖤🖤🖤

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Maestro en el Silencio [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora