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Las personas rotas no aman, las personas rotas No protegen, Pero Aquella noche El sintió algo muy dentro del corazón qué juro muerto hace años, Al verla desprotegida y tan pequeña, era estúpido ayudar a una niña apenas conociendola.

Anaís, Su nombre pasaba en lento por su cabeza, Su mirada de pánico la tenía grabada en los ojos, su voz se tocaba como la música más hermosa jamás escuchada por su mente, Esa tonta niña débil estaba hay, presente en su cabeza, ¡Solo la había visto una vez!, Y lo tenía como puberto.

Miro su copa llena de alcohol, Gruñendo, después de cada pelea se encontraba solo en Aquella grande casa, La oscuridad y soledad lo acompañaban siempre, pero de qué servía eso sí no podía hablarles, de qué servía si no podían darle una palabra de aliento, De qué servía todo el dinero que tenía si no tenía con quién gastarlo.

Dejó caer el vaso lleno de licor, levantándose con enojo, Caminando hacia su recámara, Sus pasos se escuchaban por toda la casa, haciendo un gran eco, Se metió a la cama, mirando al techo, Pensando de nuevo en aquella chica de ojos lleno de vida, Solía tener ese brillo cuando era pequeño, Pero lastimosamente... aquél hombre robo su brillo, Aquél hombre robo su vida, sus ganas de vivir.

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Anaís no dejaba de pensar en aquél hombre, la forma en la que golpeó a aquél tipo y la forma en la qué la rescató de aquél lugar espantoso. Tampoco podía olvidar su asentó Ruso y el color de sus ojos azules. Jamás había visto a una persona tan hermosa como lo era aquél, Aron.

Un lindo nombre para una linda persona.

—¿Anaís?—preguntaron, sacudiendo con suavidad su hombro.

La chica pestañeo, enfocando bien su vista en su hermano.

—¿Que pasó Zerek?–Pregunto aturdida, guardando las libretas donde hacía tarea.

Józef nos ah invitado a practicar con el, ya sabes para el torneo qué se aproxima, ¿vienes?—pregunto sonriente.

Anaís asintió, tomando su chamarra, y saliendo de la mano de su hermano, Sus primos Józef y Jarek  estaban afuera de su casa sonrientes.

Józef tomo a su prima de los hombros y la abrazó con fuerza, Comenzando a caminar tomada ahora de la mano de Su primo.

Un auto negro muy lujoso los seguía no muy alejado de ellos, Zerek y Józef se habían dado cuenta, pero no quisieron preocupar a Anaís, así qué siguieron su caminó. Se desviaron por otro camino para perder a aquél auto negro, excusándose con un "hay un atajó".

Llegaron al campo de fútbol americano, ya los chicos del equipo estaban hay, Zerek corrió a ellos, después llegaron los primos y Anaís.

—A jugar chicos—Hablo Mackenzie.

—No te muevas de aquí Anaís, estaré mirándote todo el tiempo ¿okey?—Anaís asintió, sentándose en medio de todas las maletas mirando como su hermano se iba con los demás.

Suspiró, El ruido de una moto se escucho tras de ella, Haciendo qué girará, una bella moto de carreras negra  estaba aparcada afuera del campo, y un chico corpulento se bajaba de ella.

Anaís se quedó mirando embobada Aquella moto, y después al chico, quién poco a poco quito el casco, La mirada de Anaís calló al suelo al mirar quién era.

—¡Hey, Niña!—grito Aron sonriéndole, caminando hacía ella.

—Hola Aron—Susurro nerviosa.

—¿Te gusta mi moto?, Puedo darte una vuelta en ella si quieres—Dijo amable, sin apartar su mirada de la chica quién estaba muy nerviosa al tenerlo enfrente.

—No sé si mi hermano me dejé—Dijo mirando hacía el campo donde su hermano jugaba.

—Entiendo, niña responsable

Mackenzie llamo la atención de Zerek y los primos, señalando a Anaís y al tipo qué estaba con ella, Zerek miro a Józef, y este sólo se echó de brazos, los chicos corrieron hacía ella con el seño fruncido.

—¿Quien es este tipo Anaís?—Pregunto serio Zerek, mirando al tipo frente a ellos.

—Es el de la pelea de ayer Zerek—Dijo Józef, mirando fijamente a aquél tipo de chaqueta negra.

—¿Tú qué haces con este tipo Anaís?, ¿De donde lo conoces?—Pregunto desconcertado, mirando a su hermana.

—ya es mayorsita como para qué le andes preguntando con quién se junta—intervino Aron, dejando el casco aún lado de Anaís, sobre las maletas de aquellos chicos—Lárgate a jugar Americano y déjame hablar con ella

Anaís lo miro con sorpresa, Y después a sus primos quién sostenían a Zerek por el pecho, miraba a aquél sujeto con enojo y furia.

—Es mejor qué te vallas, Aron—Susurro Anaís.

—y conoces su punto nombre, ¿Que más Anaís?—Grito su hermano enojado.

—esta bien Niña, nos vemos después—se agachó un poco para dejar un ruidoso beso en la mejilla de la chica, mirando directamente a su hermano.

Zerek se soltó del agarre de los hermanos y se lanzó contra Aron, empujando a su hermana, quién fue sostenida por Aquél chico pelirrojo, Mackenzie, Su hermano golpeaba el rostro de Aron y este no metía las manos, Dejaba qué lo golpeaba, la mirada azulada de aquél chico caía sobre Anaís quién estaba asustada y preocupada por su hermano, Aron en un ágil movimiento se quitó al hermano de aquella chica de encima, votando lejos su cuerpo.

—No te doy la paliza de tú vida por qué no quiero verla más asustada, pero será mejor que te calmes si no quieres problemas—Dijo enojado, dándose medía vuelta y subiendo de nuevo a su motocicleta, causando un ruido sordo.

Zerek se levantó, tomando con fuerza la mano de su hermana, dándole jalones fuertes a su brazo, siendo seguido por los hermanos, quién miraban con lástima a Anaís.

Mi Problematico novio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora