Parte 3

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Una semana después.

Regrese.

Miro mi reloj. Diez y media, ¿por qué tarda tanto? Es tarde y aun no llega. Ya voy pidiendo dos tazas de café. Me siento ansioso y muevo mi pierna derecha constantemente, ¿por qué tarda tanto? El señor que constantemente la regaña llego y se fue a los diez minutos.

Nena, el monstruo se fue. Puedes venir, yo estoy aquí. Papi está aquí.

¿Telepatía, coincidencia, illuminati? Ay, no tengo idea pero funcionó.

Ella ya llego, ¡por fin!, siento mi alma de nuevo.

Inmediatamente la camarera rubia, al parecer se llama Cameron -ella me atiende últimamente desde que metí la queja por aquella chica que me trajo chocolate caliente cuando yo pedí café. - Su nombre está en la etiqueta de su uniforme.

Ahora la rubia llora. ¿No saben que pueden hacer otra cosa en la vida? Mujeres. Rodeo los ojos y sigo viendo.

Ella le quita el delantal y la abraza, después Cameron se va corriendo. ¿Y lo que pedí? Porque pedí otro café.

Y mi pequeña se pone el delantal. Joder. Joder. ¡No, demonios, no! Ella no debe usar eso, pero, ¿significa que ella me atenderá? Tal vez sí.

Camina a la barra y habla con un joven moreno. Después él le da un cappuccino y un pedazo de pastel de chocolate y lo deja en la mesa con unos ancianos, después regresa por lo mismo y lo vuelve a dejar ahí. Y después checa el pequeño cuadernito y levanta la vista. Me ve.

Joder. Me vio y me pilló viéndola.

Y me congelo ante su mirada.

Empieza a caminar a mí. Su andar de gitana, suave y sensual pero a la vez tan inocente. Dios, gracias por crearla.

No quita su mirada de mí, ¿y ahora qué? ¿La sigo viendo o me voy? Entonces, ella hace lo mismo de siempre, suspira, hace esa línea, moja sus labios con su lengua, lo muerde. Debo ponerle nombre a su manía. Es la manía más perfecta que he visto. Y aun así, me siento como un chaval de quince años. Nervioso ante su chica.

- Hola - dice cuando llega a mí. Su voz es tan delicada y suave. Se ve tan frágil. No puedo hablar, debo responder pero me resulta imposible. Me cuesta respirar. Sus ojos son cafés, sus labios están de un color natural. Hasta se ve la división de su labio inferior, es leve pero puedo verla por esta cercanía. Me gusta. Tiene lunares, ya los había visto. Pero ahora de cerca, me encanta. Se ve tan tierna. Sus pechos no son grandes ni muy pequeños. Del tamaño perfecto para ella, y para mi mano.

- Hola - me sorprende como sale mi voz. No creí que iba poder hablar. De hecho creí que no volvería hablar nunca.

- ¿Quiere la cuenta? - frunzo el ceño. ¿Acaso tengo cara de querer la cuenta? ¿Qué pregunta son esas? Una camarera no debe hacer esa pregunta, es como si prácticamente me estuviera corriendo.

- No, - incluso llego a notar que mi voz sale con un poco de enfado, aunque no lo estoy. Creo. - quiero otro café. - ella abre un poco los ojos con sorpresa y mira a mi mesa y a las dos tazas de café. No he dejado que se lo lleven, me hace compañía. Dos malditas tazas, ¿tan solo estoy?

- Claro, ¿de qué? - se repone y levanta la libreta para anotar.

-Americano, por favor. - respondo sin dudas. La verdad es que no sé qué otro pedir, no he visto las opciones. No me importa.

- En seguida. - ella se da la vuelta y me deja a su vista su lindo y redondo trasero. Necesito tenerlo entre mis manos y apretarlo mientras la cargo para ir a la cama listos para tener sexo. O en el baño, mojados y desnudos. Bajo la regadera. Oh mi pequeña. Te necesito tanto.

Daddy Issues [H.S or A.T.J]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora