Episodio 5: El amor de una madre

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¡Hola! Disculpen la demora, por fin para ustedes el nuevo capítulo 😊 ¡disfrútenlo!

*5 años antes*
El sol entro por la ventana, la cual se abrió soltando un suave y puro viento. Despertó en los pechos de esa mujer que con su aroma lo adormecía, lo acogía y pareciera mecerlo como un bebe. Abrió sus ojos y observó el voluminoso pecho de la mujer, para luego ver su rostro. Era tan hermosa y verle al despertar era como tener cada día un fascinante ángel, que le daba con su amor el inicio de toda aventura. La mujer poco a poco abrió los ojos, dejando ver aquella laguna celeste oculta en ellos, con su brillo singular que la hacía más atractiva aún. León observaba a su madre, bronceada y con un singular cabello rojo, esas facciones, su figura y amable mirada lo volvían loco, el jamás negaría que ella era la mujer más hermosa que ha visto en su vida. Anne acaricio el rostro del muchacho con una sonrisa, separándose de él para poder levantarse. Hace mucho tiempo que ella no venía, mas el aprovechaba de dormir con ella cada vez que le venía a visitar. Estar con su madre le hacía olvidar la agotadora manía que tenía su padre, todo el trabajo forzado y las prácticas que todos los días comienzan. Ya teniendo 15 años llegaba a sentirse molesto de que ella le dejara con ese hombre que le maltrataba cada que se enojaba, que lo usaba como medio para desahogarse, lo golpeaba, insultaba, maltrataba y fastidiaba. Lo obligaba a aprender cada táctica de combate, le enseñaba a controlar las cuerdas del barco, le mostraba como injuriar a los tripulantes y como hacerlos obedecer, y a pesar de que no era tan malo pues le divertía ser un pirata, se sentía obligado. Edward quería que su hijo fuese como él, que sea quien herede todas sus riquezas cuando llegue su inminente final, mas él creía que solo resultaría si este aprende por el camino difícil: lanzándolo al mar con tiburones, hacerlo luchar contra 20 hombres fornidos y entrenados, hacerlo escalar en la vela más alta, esquivar todo tipo de obstáculos y cuando la oportunidad se daba hacerlo luchar contra animales salvajes: cocodrilos, leones, leopardos, tigres y una que otra cosa más. Vivir de esa manera no era  fácil, además su padre también lo obligaba estando en tierra firme a mantener relaciones con mujeres, lo que a León se le daba horrible, pues siempre ha sido demasiado tímido cuando se trata del romance. Pero cuando Anne estaba a su lado se sentía relajado, era el simple hecho de sentir su aroma a margaritas, ver esos hermosos ojos o sentir sus abrazos... le daba ánimos de seguir con su vida.
La puerta se abrió de golpe, dejando entrar a barba negra, quien observo a la hermosa mujer, quien se colocaba al vestido, mirándole molesta. El hombre observo a su hijo, quien estaba sentado en la cama, con la ropa y cabello desordenado. Edward cambio su serio rostro a una expresión de asco, mientras la mujer se sujetaba el pelo y se colocaba un sombrero.
– ¿Disfrutas la vista? – pregunta ella, mientras camina hasta la puerta desafiante. Edward la toma por el brazo antes de que ella pueda salir. La mujer le clavo la vista, pero él no titubeo
– Debí haber pensado 2 veces en invitarte al barco – susurra procurando que León no le escuche - ¿No te basto acostarte con 2 hombres? ¿Acaso ahora te gustan los que salen de tu vientre? – Pregunta sin repudio alguno, mientras que la mujer lo observa asqueada y molesta – ¿Cómo es que eres tan puta? – pregunta él casi escupiéndole
– Por favor Edward – exclama perpleja - ¿Ahora estas celoso de tu propio hijo? – Se acerca para susurrarle al oído, quitando su mano – No seas irrespetuoso, no entiendo cómo te metes esas ideas en la cabeza – Se separa de él sonriendo - ¡Quieras o no tu hijo es asombroso en la cama! – Toma una botella de ron y se la bebe – Claro, si para ti acostarse con alguien ya es tener sexo, ¿Hay gente que duerme sabes? Además nunca le has dado la oportunidad a este pobre chico, ¡puede que con ese físico mujeres hermosas quieran con él! – grita animada, dejando a León avergonzado – No será un niño para siempre, déjalo vivir.
Sale de la habitación ignorando la fulminante mirada del capitán, quien corrió la vista hacia su hijo haciendo que este se incomode, arreglándose la ropa y acomodando su pelo. Mientras se levanta colocándose las botas. El hombre vio como León salía de la habitación con la cabeza baja.
Mientras caminaba por el barco, se encontró con su amigo Nicholas, quien tenía la frente cubierta con un pañuelo negro, mientras uno de los tripulantes le hacía un tatuaje en el brazo. El chico tenía su cabellera rubia un tanto sucia, y el sol le bronceaba con su sofocante luz. León camino hasta él, mientras que su amigo le clavo sus ojos azules, mientras sonreía. Al terminar el tatuaje, camina hasta él haciendo flexiones con su brazo.
– ¿Cómo amaneciste? – Pregunta con su risueña sonrisa. León se apoya en el barandal, y ve a su padre de lejos con la mirada fija - ¿No me dirás? Venga quiero saber, comprendes tu madre es la mujer que no sale de mi cabeza ¿no? Que hermoso sería dormir a su lado, ni siquiera dormir... si no fuera más de 10 años mayor sería mi novia – dice mirando a la mujer que tomaba el timón
– No jodas Nicholas, sigue siendo mi madre – León se cruza de brazos molesto
– Lo sé, incluso si fueras una chica te lo metería – Menciona con voz regularmente baja, haciendo que León le observe fríamente y un tanto sonrojado – Es broma, no seas tan amargado – dice revolviéndole el cabello. Abre un mapa mostrándoselo a su compañero – tu padre quiere ir aquí, hay un tesoro y un puerto, en si será bastante entretenido pues hay un bar. A pesar de eso ahí muchas islas, pero no te preocupes estas bien entrenado – dice apoyando su brazo en su hombro. Mientras que León toma el mapa estudiándolo, un tanto dudoso – Si te hace sentir mejor irás conmigo y tu madre quizás también participe, claro si es que barbitas nos deja. ¿Qué dices viejo?
– No se ve mal, solo que no creo que barba negra acepte que mi madre nos acompañe, sabes cómo es él – baja la cabeza molesto sin quitarle la mirada a su padre - ¿Por qué la trata así? – se pregunta para sí mismo, atrapando la atención de su amigo – No por ser mujer debe ser tratada como una inútil. ¿Cómo puede tratar a alguien así, mientras que ella es tan... formidable? – dice para luego mirar a su madre, la cual dejaba a todos los hombres babeando, excitados de solo verla y enajenados. Nicholas observa a la mujer con cierto reproche, nunca le ha dado importancia más allá de esas curvas que lo hipnotizan, pero lo que ha notado en la mujer es aquella dominante personalidad, su seguridad y seriedad en cada acto, características poco femeninas y bastante marcadas, que de alguna manera para él eran molestas.
"¡¡Tierra a la vista!!" Se escucha a lo lejos, haciendo que ambos jóvenes corrieran animados hacia el barandal. Las islas caribeñas se hacían presentes con sus inigualables tonos verdes y azules, las palmeras se podían ver a lo lejos, y las aguas pintorescas empujaban el navío con fervor. Anne camina hasta los muchachos, sonriente, haciendo que ambos la observen.
– ¿Hermoso no? El caribe es la majestuosidad de la piratería, se sorprenderían de saber cuántos tesoros y anécdotas ahí en estas islas. No importa cuál sea, en todas pueden encontrar las más increíbles fortunas– Nicholas la observa maravillado, la sonrisa de la mujer dejaba ver unas formadas margaritas, y denotaba sus pómulos. León le golpea el hombro al ver como este babeaba maravillado, y Anne luego de mirar el paisaje, corre su vista hasta ambos jóvenes – Así que irán en busca de un tesoro, como los envidio.
–  ¿No vendrá con nosotros? - pregunta Nicholas tratando de poner una voz varonil y seductora, la cual hace que Anne por poco lo ignore – Nosotros podríamos protegerla, no sé si se ha enterado de que soy el mejor espadachín del barco –  León se ríe del comentario, mientras que su amigo lo observa con cierto reproche, abrazándolo por la espalda – y por su puesto uno de los maestros de su hijo
– ¿Maestro? Te he vencido cada que agarras un arma, solo eres un presumido. Si fueras un gran espadachín no se te caería tu espada cada que vez una chica – dice quitándolo de encima, mientras que él se pone rojo como un tomate, avergonzado por el comentario
–  ¡Eso es mentira! –  Anne se ríe, dejándolo aún más nervioso –  Solo lo dices para impresionar a tu madre, ¿Cómo crees que ella se siente cuando mientes? –  Dice dándose la vuelta y saliendo de allí, de una manera sumamente sobreactuada.
En cuento Nicholas abandono el lugar, el silencio se adueña del ambiente. León observa la mirada de su madre, que con una especie de culpa miraba el horizonte, seguía sonriendo, pero esta vez no parecía del todo alegre. León se apoyó junto con ella en el barandal, observándola de reojo. Dentro de ella existía cierta melancolía, podía apreciar lo alto que estaba su hijo, ya con 15 años le pasaba de tamaño, mas seguía manteniendo aquellas facciones infantiles. Parte de ella le daba gracia ver aquellos pelos en la quijada de su hijo, los cuales apenas eran notables. Sus ojos se posaron en los brazos varoniles de su hijo, y en su torso al descubierto. Era un niño, pero por más que deseara pensarlo así él ya había crecido, ahora no es más que un hombre. León se colocó nervioso al ver la mirada de su madre, quien parecía estar estudiándolo hasta el alma. Su cara comenzó a arderle, y se rasco la cabeza: desconcertado.
– ¿Sucede algo? – Pregunta corriendo la mirada - ¿Por qué me miras tanto?
– Lo que sucede es que has crecido mucho – le aprieta sutilmente la mejilla – Después de casi 2 años te has vuelto todo un hombre – ella se retractó al notar la mirada molesta de su hijo. Han pasado 2 años desde que no le veía, y no es solo porque él viva con su padre en un barco; ella siempre ha sido una madre ausente, pues no vive con él, ni le ha acompañado lo suficiente. Pero a pesar de eso, no es que León no la ame, siempre que ella esta, se siente protegido, querido y amado, lo cual es algo que ninguna otra persona le ha entregado. Pero a pesar de aquella sonrisa, y esos abrazos que le otorgaba, ella no era la mujer más perfecta, Anne lo sabía, pues ella le ha mentido, y hasta el día de hoy no sabe lo que sucedería si se entera del porqué. Tener 2 hombres no era algo bien visto en una sociedad donde ella con suerte ha podido librarse de la esclavitud que muchas mujeres padecen. Sentía que si rompía aquella pintura que en los ojos de su hijo fue la más perfecta, aquel lienzo solo sería un cuadro sin valor; no quería ser tratada como un objeto sin importancia, como aquella perra de la esquina que abre sus piernas por cualquier bolsa llena de oro, o como esas mujeres que solo viven para el placer de los hombres; No quería ser vista así por el único hijo que ha salido de su vientre, ni quería que su esposo Jack Rackham la dejara por haber tenido un hijo fuera de su matrimonio. Sus ojos se volvieron cristalinos al imaginar que León la dejara, que la despreciara. León la miro preocupado, tocando la mejilla de su madre, mientras ella al sentir las lágrimas pasar por su mejilla le aparto su mano riendo – Vaya que torpe
– ¡¿Qué ocurre?! ¿Por qué lloras? – exclama preocupado, mientras que su madre se seca las lágrimas viendo al horizonte – Oye te estoy hablando –  Sonó una trompeta desde la Isla –  es la señal… - susurra viendo si era lo correcto abandonarla allí, mas ella le entrega una dulce sonrisa –  Ok… –  se da vuelta y la observa una vez más – Cuando vuelva me explicas que sucede, ¿está bien?
– ¿En serio vale la pena preocuparse por esta señora loca? Tienes un camino por delante, ve por tu tesoro, ¡Tu aventura está a punto de comenzar! – da un paso más y le desordena el cabello. León se ruboriza al instante, quitándola de mala gana y saliendo de allí. Anne observa a su hijo arreglarse el cabello el cual le llegaba por encima del hombro, es inevitable para ella notar las mañas que de su padre saco, aquella actitud terca he incorregible. Y a pesar de que aquello no fuera una buena cualidad, le hacía un completo pirata.
La cubierta se aglomero de los tripulantes varoniles que trabajaban en el barco, todos observando la recamara del capitán, murmurando y hablando de él con fervor y cierto temor. Los 2 jóvenes se encontraron en la delantera de aquella muchedumbre. Ambos apoyaron sus espadas por delante, observando respetuosos como la puerta se abre dejando ver al temido capitán: Barba negra, quien observa a León y a su compañero Nicholas, mostrando una voraz sonrisa, dejando ver su descuidada dentadura y esos dientes de oro que brillaron cual sol radiante. Camino hasta ellos, dejando a la tripulación callada cual cementerio. A lo lejos Anne los observaba de brazos cruzados, atenta a su amante, como si intentara decirle algo con la mirada.
– Creo que ha llegado la hora de que os hable de lo que sucederá hoy – dice con su grave he intimidante voz –  Será la primera vez en que mi hijo demostrara su valor como mi más querido tripulante, y vaya por primera vez a buscar su primer tesoro, como un líder y un futuro capitán – dice con un orgullo hipócrita, que hace a León mostrar una mueca de desprecio – Ahora León elegirá a quienes lo acompañen, su compañero Nicholas por supuesto será el segundo al cargo. ¿Es algo que ustedes entienden o alguien está en contra de esta decisión? – Ninguno de los tripulantes reprochó, todos se quedaron callados observando al capitán, al punto que daba la impresión de que estos se arrodillarían a besarle los pies. Allí nadie decía que no a las órdenes de su superior, por mucho que este preguntara con supuesta amabilidad, le decías que no ten por seguro que te castigaría: con la muerte o torturado de las peores maneras. Edward Arqueo la ceja al ver que nadie respondía, y una pequeña turbulencia: inquietó a los grumetes que gritaron casi a coro “¡¡SI CAPITÁN!!”. Barba negra sonrió con total soberbia y se encamino hasta León, acercándose a su oído, haciendo que este se incomode al sentir tan cerca la barba de su padre – Confió en que lo harás todo bien, no te atrevas a decepcionarme.
Se devuelve a su recamara, dejando a toda la multitud en un silencio voraz he incómodo. León al notar las miradas tras de sí esperando ordenes, se da la vuelta confrontando a todos esos marinos quienes le clavaban la mirada, como si de su presa se tratara. Se enderezo y  tomo aire relajándose. Nunca en su vida su padre le había otorgado tal libertad para poder mandar a la tripulación, mas no parecía sentirse seguro ni del todo superior. Con solo ver tales miradas, repletas de desagrado y protesta de parte de los grumetes; le hizo sentir sumamente mal parado. Nicholas le toco el hombro al notar los nervios de su mejor amigo, este le observo en busca de ayuda, evitando parecer demasiado mediocre. De la nada las sogas del barco parecieron moverse en cuanto este enterró su espada en el suelo del barco. Cerro sus ojos esforzándose por parecer igual de Temido que su padre, y al abrirlos noto las miradas de abominación de los tripulantes, lo que lo hizo sentir mucho más seguro. Eligió sin pensárselo a 2 hombres negros con toda la pinta de osos. Para entonces comenzar su búsqueda.
En cuanto tocaron suelo, los 2 hombres le siguieron, mientras que Nicholas le observa aproximándose a su lado. León con el mapa en mano observa el recorrido. Las olas golpeaban con fuerza en sus piernas, y este camina con una alegría casi reprimida para no parecer un crío. Ya con 15 años los tripulantes le trataban como un completo pringado, un niño consentido que vivía bajo los brazos de un temido capitán, más él se veía a sí mismo como una versión mejorada y menos sucia que su padre, un ser digno de admirar y temer, claro todavía no le crecía ningún pelo, y no era lo suficiente esbelto como para impresionar a las damas, pero nada le impedía creer que algún día llegaría a ser casi un rey, emperador o un Dios, y eso lo hacía ser claramente era un muchacho que pensaba en grande. Caminaron por los bosques tropicales, mientras el sol les golpeaba con furor en sus caras, León Tomaba su mapa con total avidez, mientras observaba el paisaje.
– ¿Te he dicho que las mujeres me consideran un tigre en la cama? Salvaje y voraz, tío soy una completa máquina, vuelvo loca hasta la más rara y fea –  dice con una risa orgullosa, mientras prosigue al notar que León no le prestaba mayor atención – ¿Qué no oyes? ¡Soy un tigre!
–  Se supone que los tigres son el felino más grande y digamos que tú no calzas en esa categoría. A decir verdad no sé qué clase de idiota pone esos apodos tan absurdos, ¿No has pensado en conocer chicas más inteligentes? – observo a su compañero por sobre los hombros, y noto aquella mirada atónita y dramática que lo definían. Se río de aquella actitud tan propia de su persona, aquella personalidad tan estrafalaria y calamitosa, un tipo raro en cualquier sentido, pero a pesar de que sea un engreído sin límites lo consideraba su único amigo.
– ¡Eres un envidioso! Te arde el orto al notar lo grandioso y genial que soy, pero tranquilo, te entiendo – toca su hombro y se acaricia su largo y sucio cabello rubio –  como no envidiar tanta belleza – León se comienza a reír, mientras caminaba y observaba el mapa –. A parte, ¿Mujeres inteligentes? ¿Acaso eso existe? Las mujeres no deben pensar eso es una aberración, solo imagínate una escribiendo ¿si quiera saben leer? – balbucea mientras León contemplo un puente cortado a lo lejos. Detiene un momento a los 3 hombres y se aproxima hasta el acantilado, tocando el inicio del puente, el cual denotaba que no hace mucho fue cortado, las maderas parecían claramente partido por una hacha, hace no más de 10 minutos – ¿Qué sucede? –  exclama desconcertado
– Esto está mal –  se levanta y saca su espada, dándose vuelta, mientras que los otros 3 hacen el mismo gesto –  El puente está cortado desde este lado, y creo que fue hace poco, no puede significar otra cosa – oprime su espada sumamente preocupado, su primera aventura no debe terminar así, sintió ira de solo pensarlo – una emboscada.
Esperaron atentos observando el paisaje, preparados para atacar. Un silencio voraz reino en el ambiente, tan incómodo que tanto a León como a Nicholas les ponía cada vez más nerviosos. Entonces de un momento a otro, uno de los hombres que León había escogido lo tomo por sorpresa, afirmándolo por los hombros y amenazándolo con su espada, mientras el otro apuntaba con una pistola a Nicholas, quien observaba sumamente extrañado.
– ¿Qué osan hacer? ¡SOLTADME! Es una orden – exclama León enfadado, pero los hombres se quedaron callados – ¿Qué acaso no me oyes imbécil? ¡Exijo que te quites de encima! –  exclama, mas se quedó en shock al oír una risa provenir de entre los árboles.
– Tú no estás autorizado para dar las ordenes – Edward Teach aparece, junto con Anne Bonnie a la fuerza, la madre de León se mantenía inmute, con un arma en su cien. León quedo atónito, al notar como un grupo de tripulantes estaban tras su capitán, preparados para atacar – ¿En serio creíste que podías ordenarle a mis hombres? Que chiquillo más iluso – León observo la mirada de miedo de su madre, sus ojos expresaban una innegable tristeza pero se negaba a abrir su boca o expresar palabra alguna
– ¿Qué estás haciendo? – Pregunto atónito, mientras que su padre sonrió apático, como si disfrutara el momento – ¡Suéltala! ¡¿Qué mierda se te metió a la cabeza?! –  forcejea, pero al sentir el filo de la espada en su cuello se detuvo.
– Que crió más irrespetuoso, años de desobediencia y aquella actitud tan intermitente. Todo este tiempo enseñándote a ser un hombre ¿y qué has aprendido? A comportarte como un pendejo sin bolas. ¿Cuándo llegara el día en que me hagas sentir orgulloso? ¿Cuándo dejarás de ser una cría caprichosa? –  Anne se muerde el labio y ve hacia el suelo, mientras que león aprieta su mandíbula molesto, mas está completamente inmóvil. Sentía unas ganas de matar a su padre en ese momento, pero se sentía impotente, sin saber que hacer – Pero ¿Sabes? Quizás solo haya una forma de que te vuelvas un hombre 
Entonces Barba negra disparo el arma, haciendo que León no pueda discernir si la bala le había llegado, más Anne calló por el acantilado. León grito con todas sus fuerzas. Escucho como la mujer que más amaba soltaba un grito desgarrador mientras caía, instintivamente empujo al hombre que lo mantenía sujeto, lanzándose tras la mujer. Nicholas también le siguió, gritando su nombre.
Mientras caía vio su vida pasar por sus ojos mientras sus lágrimas se perdían en el aire. Calló al agua con brusquedad, sintió el agua salada en su boca, y por inercia nado lo más rápido posible a la superficie. Busco a su madre asustado, pero no la encontraba, entonces sintió la voz de Nicholas detrás de él. La corriente lo llevaba de manera brusca, pero el solo intentaba salvarla, más las olas no lo ayudaban, le golpeaban y hundían, haciendo que se ahogara.
– ¡¡Mamá!! –  Grito pero el agua le impedía hablar – ¡¡Mamá!! – Exclamaba inútilmente, sintiendo sus lágrimas correr por su mejilla. Comenzó a hundirse y las corrientes le dificultaban el nado. Pero justo cuando comenzó a rendirse, Nicholas llega detrás de él, agarrándolo por el codo y llevándolo hasta la superficie, para rápidamente afirmarse en un tronco, salvándolos a salvo. León tosió, intentando recuperar el aire, al rato lo logro y miro a su amigo molesto – ¡Que haces! –  Vuelve a toser –  Debemos volver, mi madre me necesita – dice para luego intentar regresar, pero Nicholas le detiene –  ¿Qué acaso eres un imbécil? ¡Déjame ir! –  sus ojos se llenan de impotentes lágrimas, las cuales intenta ocultar
– León –  dice apretando su hombro haciendo que este lo mire molesto, sus ojos grises expresaban angustia y un punzante dolor –  Ya es tarde, no puedes hacer nada – vuelve a intentar zambullirse pero este lo detiene –  Por favor, déjala ir…–  León observo a su compañero para luego afirmarse en el tronco, impotente, apretándolo con odio, intentando relajarse. Nicholas afirmo su hombro de manera firme, bajando su mirada, intentando darle ánimos.
– Lo mataré –  susurro lleno de odio –  Pagara por lo que hizo, juro que lo haré pagar –  Se mordió el labio, mientras que sus lágrimas no dejaban de brotar. Con solo cerrar los ojos recordaba a su madre, aquella mujer hermosa con ese cabello rojo, tomado por un débil elástico, su piel bronceada y esos ojos azulados con los que hacían cualquier amanecer una gloria divina. Como sacar de su mente aquella persona con la cual se sentía protegido, amado y admirado. Aquella sonrisa que se desvaneció en solo un momento. No salía de su memoria la forma en que murió, ¿por qué? No podía creer  lo que hizo su padre, lo que le sucedió a su madre, la perdió. Y ahora solo deseaba una cosa, anhelaba con toda su alma poder asesinar al que le dio fin a la vida de aquel hermoso ángel.

Soñando en libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora