Desde que habíamos vuelto todo volvía a tener sentido, pero algo no estaba bien, algo en él no estaba bien. Eric estaba raro, estaba muy serio, ya no le daba por hacerme bromas, se pasaba la mayoría de las horas pensando en algo que no lograba descifrar que era y cuando intentaba preguntar siempre me cambiaba de tema. No le di demasiada importancia porque estábamos bien y nos queríamos ¿Qué más hacía falta?
Lo de Eric pasó a un segundo plano porque durante días estuve planeando como decirle a Helena que era una hija de puta por intentar destrozar mi relación. El miércoles cuando entré a la oficina decidí que ese iba a ser el día idóneo para cantarle las cuarenta. Tuve todo el día un ojo encima de ella y en el momento que se levantó para ir al lavabo la seguí. Me esperé a hiciera lo tuviera que hacer apoyada en la encimera donde al salir del váter se fue a la lavar las manos.
- ¿Qué miras?- Me dijo mirándome con asco.
- Helena que valor tienes para hablarme así después de lo que hiciste el otro día.
- Tu novio tenía que descubrir la clase de rata sucia que eres.
- ¿Sabes la gran diferencia entre tú y yo?
- ¿Que a ti te sobran cuarenta quilos y a mí no?- La muy zorra me dio un golpe bajo, pero si ella iba a hacer daño yo también podía hacerlo.
- A mí me sobran cuarenta quilos pero tú estás loquita por Thiago y él se muere por mí así que te jodes.
- Eres una zorra- Dijo antes de pegarme una bofetada en la cara
- ¿QUÉ COJONES HACES?
- ¡TE LO MERECES GORDA DE MIERDA!
Me abalancé sobre ella para partirle la cara y en el momento que empezamos a enzarzarnos entre araños, tirones de pelos y demás cosas Thiago entró como un loco, agarrándome de la cintura para intentar que me quitara de encima de Helena.
- ¡SUELTAME! ¡La voy a matar!- Dije zarandeándome para que Thiago me soltara.
- ¡Quítate de encima gorda!- Dijo Helena antes de escupirme.
Thiago hizo fuerza y me sacó de allí mientras yo chillaba y pataleaba. Me metió en una pequeña sala donde siempre hacían las reuniones para sellar contratos importantes.
- ¿Estáis locas o qué? ¿A qué coño ha venido eso?- Dijo haciéndome sentar en una de las sillas que rodeaba una mesa quilométrica.
- ¿Qué a que ha venido? ¡Esa zorra le dijo a Eric que nos habíamos liado!-Dije mientras intentaba levantarme de la silla.
- Tú te quedas aquí sentadita, te relajas y me explicas bien lo que ha pasado cuando estés tranquila- Dijo haciendo fuerza para que no me levantara.
Al principio le chillé, le envié a la mierda y le dije de todo pero él no me contestaba. Supongo que unos diez minutos después logré relajarme y respirar profundo.
- Thiago, Helena me odia. Yo no le he hecho nada y ella aprovechó que el otro día vino Eric a recogerme para decirle que no habíamos liado- Dije empezando a llorar de la rabia- ¡Eric casi me deja! Por su culpa.
- ¿Lo habéis solucionado?
- Sí.
- Pues entonces no tienes nada de lo que preocuparte- Dijo mientras apartaba el pelo que tenía enganchado en la cara por el sudor y las lágrimas- Quédate aquí, tienes sangre. Voy a por el botiquín.
Me toqué la ceja y después me miré los dedos que estaban recubiertos de sangre. Maldita zorra había conseguido hacerme sangre de un arañazo con sus malditas uñas postizas. Thiago entró con el botiquín del que sacó agua oxigenada y un poco de algodón.
ESTÁS LEYENDO
Un príncipe para Alexandra
Teen FictionAlexandra es una chica de 21 años, normal, sencilla. Vive con Noa y Dani sus dos mejores amigos en un piso en el centro de la ciudad. Trabaja de cajera en un supermercado y le gusta. Tiene una familia estupenda y se considera un persona feliz. Su ún...