Ya había pasado una semana después de el "casi" beso con Eric. No nos habíamos vuelto a ver desde el día que comí en su piso. No me dio tiempo a pensar en su ausencia porque se encargaba de hablarme cada día y cuando digo cada día es cada día. A veces pasábamos horas hablando por mensajes, como a veces solo me deseaba que pasara una buena noche y ahí empezaba y acababa la conversación. Era muy agradable hablar con él y pese que a veces tenía que aguantar que me soltara alguna insinuación que otra, empecé a cogerle cierto cariño. Casi siempre era muy entretenido hablar con él, Noa me decía que ponía cara de estúpida al hablar con Eric y que perder la apuesta era cuestión de días.
Era sábado por la tarde. Noa y yo estábamos subidas en mi moto de camino al campo de fútbol, íbamos a ver jugar a Pablo y por consecuencia a Eric que me había estado días insistiendo en que fuera a verle. Por suerte pude aparcar la moto justo a la entrada del campo. Llegamos un poco justas y nos costó encontrar sitio donde sentarnos, pero eran las 6:25 de la tarde y aún quedaban 5 minutos para que empezara el partido. Según me había contado Eric este era un partido importante, quien lo ganara se clasificaría primero de la liga.
El fútbol para mí era algo que ni fu ni fa. Solía verlo a veces por la tele, pero casi siempre era porque jugaba el Barça Madrid que era un partido "salseante" y entretenido. Todo el mundo vive a muerte esos partidos aunque no seas forofo del fútbol. Pero ahí nos encontrábamos Noa y yo en medio de toda esa gente, chillando y animando al equipo de Pablo y Eric como si nos fuera la vida en ello. El partido estaba por acabar y el marcador estaba 1 a 1, Noa se estaba mordiendo las uñas de los nervios y yo no podía parar de mover la pierna. Ninguna de las dos podía más con los nervios y justo a un minuto de que acabara el partido Eric marcó el gol que les dio la victoria.
Todo el público incluidas nosotras dos nos pusimos a saltar mientras gritábamos y aplaudíamos a la vez. Eric y Pablo estaban abrazándose con todo su equipo y cuando se separaron Eric miró hacia la grada, cuando me localizó me sonrió mientras se acercaba casi corriendo. Ya estaba casi donde Noa y yo nos encontrábamos cuando un chaval del otro equipo con el que había estado medio peleando durante todo el partido se acercó a él y le endiñó un puñetazo en la cara. Yo salté al campo y me acerqué hacia ellos dónde ya se habían enzarzado en puñetazos y patadas.
- ¡Parad! ¡Parad por dios!- Dije mientras me metía por el medio para intentar separarlos.
- Quita del medio gorda- Dijo aquel chico que se estaba matando a ostias con Eric.
Yo estaba más que acostumbrada que en situaciones así me dijeran ese tipo de insultos, no era la primera vez ni sería la última. Eric me miró y vi como con ese comentario apretó la mandíbula corrompido por la rabia. Pese a que yo intenté pararlo él se lanzó sobre el otro chico y después de forcejear le cogió un brazo y se lo retorció.
- Pídele perdón- Le dijo Eric a aquel chico mientras me señalaba a mí con la cabeza.
- Ni de coña ¿Es tu novia? ¿Te van las gordas?- Le contestó burlandose.
Eric no respondió solo le retorció más el brazo.
- ¡Vale, vale!- Chilló el chico- ¡Perdón, lo siento!
Eric lo dejó ir y el chico le soltó un par de insultos antes de marcharse. Después se acercó hasta dónde yo estaba presenciando aquella escena. Lo miré y tenía sangre en la ceja, cogí un pañuelo de mi bolso y le sequé un poco la herida que no parecía parar de sangrarle.
- Vas a tener que ponerte algo ahí, no para de sangrarte- Le dije mientras le aguantaba el pañuelo allí donde le salía la sangre.
Él se separó de mí aguantándose el mismo en pañuelo, me miró de arriba abajo y sonrió. Esa maldita sonrisa que me hacía sentir un cosquilleo en el estómago.
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Un príncipe para Alexandra
Novela JuvenilAlexandra es una chica de 21 años, normal, sencilla. Vive con Noa y Dani sus dos mejores amigos en un piso en el centro de la ciudad. Trabaja de cajera en un supermercado y le gusta. Tiene una familia estupenda y se considera un persona feliz. Su ún...