Capítulo 15

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Quedaban tan solo unos días para nochebuena y no sabía qué hacer. Dani iba a llevar a Lorenzo al pueblo, con su familia. Noa este año lo pasaba sola, sin pareja, pero como siempre rodeada de su familia. Por otro lado estaba yo, hecha polvo y hecha un lio. Hacía unas semanas que Eric me había "dejado" y lo pongo entre comillas porque habíamos hablado algún día que otro, aún no me dejaba ir a verle, pero le prometí unas Navidades en familia y no quería romper aquella promesa. Tampoco había tenido el valor de decirle a mi madre que ya no estábamos juntos, no tenía ganas de que me avasallaran todos a preguntas incomodas que no tenía ni pizca de ganas de responder. Así que decidí llamar a Eric para preguntarle directamente si aún estaba en pie lo de pasar juntos las navidades.

- Eric.

- Hola Alexandra ¿Cómo estás?

- Bien... cansada del trabajo, pero hoy ha sido mi último día ¿y tú?

- Yo ya estoy de vacaciones desde hace unos días, solo en casa y aburrido desde que se fue Lorenzo.

Lorenzo y Dani se fueron hace ya unos días a casa de los padres de Dani, Noa también se había ido hace unos días. La única que quedaba en casa era yo, que había cogido justo hoy las vacaciones de navidad

- Yo también estoy sola y aburrida, aquí no queda nadie... ¿Te apetece hacer algo?

- Vale, no puedo estar más encerrado en casa ¿Te paso a buscar y vamos a dar una vuelta?

- No. Me apetece pasear con la moto. Me pongo algo de abrigo y voy a por ti, no tardo- y colgué.

Ese día iba vestida con unos tejanos oscuros, un jersey negro con ochenta capas debajo, una bufanda de color negro también, unas botas marrón oscuro que me llegaban un poco más arriba que los tobillos y para rematar el look un abrigo de estos con pelo por todas partes de color verde militar que abrigaba más que cien mantas.

Antes de salir de casa cogí mi casco y uno para Eric, me puse los guantes y me aseguré de llevar todo lo necesario encima: móvil, cartera y llaves. Al asegurarme que lo llevaba todo salí de casa, me subí en la moto que estaba aparcada justo delante del portal y salí escopeteada para ver a Eric.

Cuando aparqué Eric ya estaba en la calle, fumando como siempre, esperando a que llegara. Estaba guapo, especialmente guapo. Su barba medio rubia estaba un poco más larga y descuidada que de costumbre, igual que su pelo, pero aun así yo lo vi espectacularmente guapo. Le hice una seña con la cabeza para que subiera la moto. Tiró el cigarrillo y se acercó tranquilo y serio mientras yo extrañaba esa sonrisa canalla a la que estaba acostumbrada. Iba vestido con unos pitillo negro que me encantaban, con una sudadera gris con el logo de algún grupo que yo desconocía y una chaqueta tejana enorme que casi le llegaba por las rodillas.

- ¿Dónde me llevas?- Dijo mientras cogía el casco que le estaba ofreciendo.

- Ya lo verás.

Se puso el casco y se subió detrás de mí, porque como ya he explicado anteriormente, mi moto es extremadamente pequeña y yo ocupo más de la mitad del asiento. Pero gracias a eso Eric iba agarrado y tuve una sensación agridulce al sentirlo así. Lo que su calor o su tacto era capaz de proporcionarme era mágico, pero no era igual que siempre, él ya no estaba como siempre.

No tenía ni idea de dónde llevarlo, necesitaba un lugar especial y tranquilo donde poder charlar con calma. Mientras conducía hacia ningún lugar se me ocurrió el sitio perfecto de donde llevarlo.

Y allí estábamos quince minutos después, en el mirador que me llevó el día que nos conocimos.

Aparqué la moto fácilmente porque el lugar estaba vacío, cosa que agradecí. Apagué el motor y Eric me soltó de su agarre y cuando lo hizo sentí un pequeño escalofrío de tristeza en mi interior. Él fue directamente a sentarse donde lo hicimos la otra vez mientras yo me quedé paralizada sin saber cómo comportarme, sin saber qué respuesta me iba a dar cuando le propusiera que pasara las navidades conmigo y mi familia y sin saber cómo acabaría lo nuestro y si él ya le había puesto punto y final.

Un príncipe para AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora