¿Alguna vez os habéis parado a pensar en lo rápido que puede cambiarte la vida? A veces parece que cambia tan rápido como un simple pestañeo. En menos de tres meses me había cambiado la vida por completo. Después de aquella cena con Thiago (el trajeado guapetón) y después de darle muchas vueltas al tema, decidí aceptar su oferta. Dejé el trabajo en el supermercado un par de semanas después de aquello para empezar de cero en una empresa de marketing haciendo de secretaria o de señorita de los recados como queráis llamarlo.
La primera semana pensaba que iba a morir, demasiadas cosas que aprender en poco tiempo. No es que lo que me pedían fuera difícil, pero todo siempre es con urgencia y Thiago me hace ir con taconcitos a trabajar, así que la primera semana la pasé durmiendo cada noche con bolsas de hielo en los pies para bajar el hinchazón de mis pobrecitos pies. Thiago ha sido muy amable conmigo todo el tiempo, por suerte solo tenía que atender las tareas de su departamento.
En aquel departamento estaban Marisa, una mujer de unos 40 y muchos casi 50 diría yo. Su cuerpo es envidiable para esa edad, parece el de una colegiala. Siempre va embutida en trajes que le hacen unas curvas perfectas y en los que yo parecería un gusano de seda, se me marcarían tanto las lorzas que parecería el muñeco de Michelin. Lleva una melena de color negro perfectamente lisa que le acaba justo debajo de la mandíbula y aunque no le hace falta maquillarse porque es guapa al natural siempre lleva los ojos perfectamente pintados con eyeliner y rimmel y los labios los conjunta según el color de su ropa. Es una mujer seria, demasiado para mi gusto, pero muy eficiente en todo lo que hace. Fuera de esas cuatro paredes parece otra persona totalmente distinta, incluso cuando hablo con ella me parece hasta graciosa. Eso sí cuando se sienta delante de su escritorio pone su famosa cara de acelga y no hay quien se la logre quitar.
Por otra parte está Cristian es bajito y rechonchito, siempre va vestido con vaqueros, bambas y camisetas de algún grupo de música, película o serie que combina con alguna camisa a cuadros y sus converse color negro. Cuando lo vi por primera vez allí pensé que se había perdido, pero la cosa es que el tío sabe usar los programas de ordenador que más quisieran otros. Se encarga de pasar bocetos a formato digital y su trabajo se le da de muerte. Algunos días hemos ido a tomar algo después del trabajo y es un payaso. Me lo paso de muerte con el, es súper gracioso y ocurrente, pero sobretodo me rio porque no se le dan bien las relaciones humanas. Cuando habla con personas que no son de su círculo de conocidos se le crea un cortocircuito en la cabeza que es muy gracioso de ver, pero supongo que esa es la razón de por qué nunca va a ninguna reunión y se pasa las horas delante del ordenador.
Helena es una estúpida, no la soporto. Siempre me mira con unos aires de superioridad que juro que la cogería del pelo hasta dejarla calva. Es de estatura normal, medirá un metro sesenta y mucho, tiene un cuerpo bonito y de cara también es guapa. La muy zorra tiene unos ojos azules preciosos que me recuerdan a los de Eric. Su pelo no es rubio natural así que ya me imagino como debe tener lo de abajo. Lleva una melena perfectamente cuidada que le llega hasta la cintura. Siempre va vestida perfectamente elegante. En fin, da asco así en general, no solo porque parece horriblemente perfecta si no porque es una borde de mierda. No tiene paciencia, me manda las cosas de malas maneras y nunca se le pasa por la cabeza decir un gracias. Thiago me ha dicho que tiene un carácter difícil pero es buena chica cuando la conoces. Dice que nos llevaríamos bien, pero yo no lo creo.
Marcos es quien completa nuestro departamento junto con los demás, conmigo y Thiago. Es alto, pero no demasiado, medirá unos cuantos centímetros más que yo. Tiene 39 años y es de esos maduritos buenorros que toda mujer querría en su cama. Su piel es bastante blanca y tiene alguna peca por la cara que se esconden bajo su barba perfectamente arreglada. Su pelo es castaño natural camuflado bajo unas cuantas canas que reflejan su edad. Sus ojos son de un color miel que atraen y para rematar siempre va vestido en traje y sí los trajes me ponen y mucho, así que cada vez que lo veo tengo que estar controlando que no se me caiga la baba. Es bastante serio pero aun así agradable no como la asquerosa de Helena.
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Un príncipe para Alexandra
Genç KurguAlexandra es una chica de 21 años, normal, sencilla. Vive con Noa y Dani sus dos mejores amigos en un piso en el centro de la ciudad. Trabaja de cajera en un supermercado y le gusta. Tiene una familia estupenda y se considera un persona feliz. Su ún...