El tipo del vino-parte 1

367 33 12
                                    

Extremadamente corto capitulo, y solo es la primera parte, todo este tiempo he tratado de terminarlo pero no he tenido tiempo ni inspiración (como siempre)...no sé si aún hay alguien que lea La última hija de Artemisa pero como dije voy a terminar esta historia aunque me tome mil años (en realidad espero que no me tome tanto)

Bueno disfruten la primera parte de este capitulo :) 

*****************************************************************************************

Casio y yo nos dirigimos al comedor pero unos segundos antes de entrar, Casio tomó mi mano y me detuvo.

—¿Qué ocurre?

—Cambié de opinión—dijo el chico—no quiero decirle al resto sobre mi profecía.

—Okey.

Casio enarcó una ceja—¿No vas a preguntarme por qué?

Me encogí de hombros—Si quisieras decírmelo ya lo hubieras hecho. Además, valoro tu privacidad y decisiones.

—¿Enserio?—dijo él sin creerme—sabes, esto de que tu seas la madura en la relación es muy raro.

—Lo sé—dije haciendo una mueca—¿por qué no quieres decirle a los demás?

—No quiero afectar a Annabeth, ella tiene una misión muy importante, más que la mía...—fruncí el ceño ante eso, la misión de Casio era tan importante como la de Annabeth—no pongas esa cara.

—Esta es mi cara de estas diciendo estupideces Casio, si no quieres que la ponga ¡no digas estupideces!—contesté.

—Sabía que tu momento de madurez no duraría—el chico miró hacia arriba y suspiró—solo no se lo menciones a los demás, por ahora al menos.

—De acuerdo...—no estaba convencida, pero había dicho la verdad, respetaría la decisión de Casio.

Sin aviso la nave entera tembló, me agarré de la pared para no caer y Casio hizo lo mismo. Una vez recuperamos el equilibrio entramos al comedor corriendo.

—¿Qué fue eso?—pregunté.

—Humm tal vez hayamos hecho enfadar a todas las ninfas del lugar—dijo Hazel, ella y Leo ya habían regresado. Observé al pequeño hijo de Hefesto, sus brazos y camisa tenían cosas escritas con Sharpie. Mi dislexia no ayudaba mucho y creí que estaba confundida al leer lo que decían.

—¿Team Leo?—dije enarcando las cejas.

—¿Quieres entrar al club?—preguntó.

—Ya soy parte de un club gracias—contesté con una sonrisa.

—¿Team Casio?—preguntó el chico.

—Team Elizabeth—contesté Casio me dirigió una mirada de ¿en serio?—en fin, ¿encontraron lo que necesitaban?

—Encontramos más que eso. Narciso y Nemesis.

—Suena como a que me perdí toda la diversión—Jason apareció junto a Piper.

Hazel asintió—Nemesis dijo que solo tenemos seis días antes de que Nico muera y Roma sea destruida.

—Wow espera—dije haciendo un signo de "tiempo fuera con mis manos"—¿Nico? ¿Nico DiAngelo, qué tiene él que ver en todo esto y por qué va a morir en seis días?

—Nico desapareció—explicó Hazel—he tenido un mal presentimiento por días y ahora Nemesis me ha confirmado que él esta en peligro.

La miré sin creerlo—¿Cómo nadie me dijo esto?

—Tú no quisiste ser parte de la junta ¿Recuerdas?—dijo Casio.

Me crucé de brazos—Irrelevante, debieron haberme dicho de todas formas—suspiré—entonces Nico morirá si no lo encontramos ¿Dónde está?

—Si lo supiera ya habría partido en su búsqueda—contestó Hazel, la estudié un momento, se notaba muy preocupada por Nico; pero ella salía con Frank entonces...

—No recuerdo, ¿hija de quién eres Hazel?—pregunté.

Hubo una pausa antes de que la chica contestara—Hija de Pluton.

—Él es Hades en la mi...—empezó a explicar mi novio.

—Ya sé que es Hades—puse los ojos en blanco hacia Casio—entonces Nico es tu hermano—la chica asintió—lo encontraremos no te preocupes—puse una mano en el hombro de Hazel y traté de sonreir.

—Y evitaremos la destrucción de Roma en el camino. Pan comido—comentó Leo.

Evité meterle un puñetazo a Leo, ese chico siempre había tenido la habilidad de hablar en el momento equivocado. Todos se quedaron callados pensando lo mismo, en cuan imposible nuestra misión era. Si haber derrotado a Kronos se había sentido imposible, esto era diez mil veces peor. No solo había que encontrar a Nico y ni siquiera sabía dónde estaba, además debíamos viajar al otro lado del mundo, cruzar un mar repleto de monstruos (y los dioses sabrán que otra clase de criaturas); todo por una estatua que nadie nunca había visto pero que supuestamente traería paz entre los campamentos Romano y Griego, para así poder enfrentarnos a Gea y mandarla al fondo del Tártaro de una vez. Como dijo Leo: pan comido.

—Hmm no quiero añadir más malas noticias, pero he estado observando el cuchillo de Helena—dijo Piper

—¿El qué?—preguntó Frank.

—Es el cuchillo de Helena de Troya—dijo Piper mostrándonos su cuchillo de bronce celestial, la hoja era triangular y el mango estaba hecho de madera pulida—muestra imágenes del futuro—explicó.

—¿Qué has visto?—pregunté y me preparé para lo peor.

—Pues...cosas que no tiene mucho sentido—la hija de Afrodita miró el cuchillo—vi a dos gigantes, vestidos iguales. Tal vez son gemelos.

—Gemelos como en la profecía de Ella—dijo Annabeth. Desearía haber conocido a Ella, aunque si lo pensaba bien...tal vez no me agradaría mucho una arpía que recitaba profecías.

—Bueno, si son gigantes necesitaremos ayuda de los dioses para vencerlos—comentó Percy para desánimo de todos.

—Creí que ustedes derrotaron solos al gigante de Alaska—dijo Jason hacia Frank y Hazel.

—Eso fue diferente—respondió Frank—Alcyoneus era mortal fuera de su territorio que era Alaska, así que solo lo tuvimos que arrastrarlo fuera del borde de Alaska hacia Canada. Desafortunadamente no podemos hacer eso con todos los giantes. Percy tiene razón necesitamos a un dios para poder vencerlos.

El barco tembló otra vez haciendo que todos nos tambaleáramos.

—Okey—dije—primero debemos salir de aquí antes de que esas ninfas destruyan el barco.

—¿Hacia dónde?—preguntó Casio.

—Topeka milla 32—contestó inmediatamente Piper. Todos la miramos sin entender—lo vi en el cuchillo.

—Bueno si el cuchillo lo dice hay que obedecer—concordé.

Hubo otra sacudida en el barco, Leo salió corriendo de la habitación para fijar rumbo. 

—¿Por qué ahí?—preguntó Annabeth—¿Por qué el cuchillo nos lo mostraría?

—Creo que nos encontraremos a alguien ahí, podría ayudarnos—respondió.

Piper lucia insegura, supongo que ella tampoco estaba segura de...nada, ¿alguna vez los semidioses estábamos seguros de algo? Al menos cuando yo actuaba no estaba segura del 99% de las cosas que ocurrían. Pero somos semidioses no podemos parar, y ahora al parecer había que dirigirnos a Topeka.

La última hija de Artemisa-Una antigua profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora