¿Secuestro?

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Elizabeth (P. O. V.)

—No puedo creer que nos dejaran—dijo Connor.

—Yo sí—comentó Casio.

—Está bien—aseguré—éramos demasiados en la nave, un blanco fácil para cualquier monstruo. Tres siempre ha sido el número ideal para una misión.

Casio enarcó las cejas—¿Desde cuándo eres tan positiva?

Me encogí de hombros. La verdad era que quería que Casio completara su misión con éxito y se diera cuenta del gran semidiós que es. Pero no iba a decírselo, ya me lo imaginaba molestándome por mostrar preocupación hacia él.

—Debemos concentrarnos en encontrar la forma de llegar a Roma, de preferencia antes que el Argo II.

—¿Por qué antes?—preguntó Connor.

—Se supone que Casio debe hacer alianzas en Roma y deben de estar listas antes de la pelea con los gigantes...no creo que podamos hacer las alianzas de la noche a la mañana.

Casio asintió—¿Cómo llegaremos a Roma?

—¿En avión?—bromeó Connor, pero entonces Casio sonrió y me miró, Connor entendió lo que el romano estaba pensando y me sonrió también.

—No—dije inmediatamente.

—Vamos Elizabeth, apuesto a que tres boletos de ida a Roma son como comprar chicles para tus padres—dijo Connor.

—Tal vez—contesté—pero prometí que no los involucraría en esto. Si ven que compré los boletos empezarán a preguntar cosas o, incluso peor, irán a Roma a buscarme—expliqué.

Los tres nos quedamos pensando en cómo podríamos llegar hasta Roma, la idea de los chicos no era mala pero...no podía involucrar a mis padres, ellos me habían acogido en su casa, no iba a ser yo la que lo pusiera en peligro.

—Esto haremos—dije después de pensar en todas las opciones posibles—sacaré dinero del cajero, iremos directo al aeropuerto y compraremos los primeros boletos disponibles a Roma. Mis padres no podrán seguirnos hasta ahí de esta forma.

Los chicos asintieron en acuerdo.

Caminamos hasta el cajero más cercano que se encontraba dentro de una tienda de conveniencia. Saqué el dinero suficiente para comprar los boletos y un poco más para usar en comida. Si todo iba bien sería suficiente para todo el viaje. Decidimos comer en la tienda antes de dirigirnos al aeropuerto lo cual fue una grave error.

Salimos de la tienda y levanté la mano hacia la calle intentando llamar a un taxi, pero en ese momento tres camionetas negras nos rodearon. Miré a los chicos confundida, de la camioneta del centro un hombre robusto y con la sonrisa torcida bajó.

—Srta. Diamond—dijo el hombre—vendrá con nosotros.

He enfrentado tantos monstruos en mi vida que esa simple amenaza no me asustó en lo absoluto, Connor y Casio sacaron sus espada lo que resultó en una carcajada por parte del hombre. Sonreí, ese monstruo nos estaba subestimando, dos hombres más se bajaron de las camionetas a los lados, nos vimos rodeados por cuatro hombres robustos e igual de feos que el primero.

—Déjanos ir en paz si no quieres que pateemos tu trasero—dije con una falsa sonrisa, los hombres solo estallaron en carcajadas. Saqué mi arco y tome una flecha.

—Vamos niña deja de jugar, si no quieres que te lastimemos y a tus amigos mejor coopera y entra en el auto—el hombre intentó tomarme del brazo y en ese momento solté una flecha hacia su pecho, para mi sorpresa y la de los chicos detrás de mi, la flecha lo atravesó sin hacerle daño.

La última hija de Artemisa-Una antigua profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora