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Ya era tarde en la noche, mi madre dormía como siempre después de que mi hermano se hubiese ido.

Y entonces escuché el grito habitual:

"No, no, no. ¡No! ¡Jeon JungHyun! ¡Te extraño! ¡No puedes irte! ¡Soy tu madre!"

Mamá golpeaba muy fuerte en sus pesadillas, me rasguñaba a veces. Y le canté, porque era el único método confiable que tenía para que ella durmiera.

"My shadow's the only one that walks beside me,... My shallow heart's the only thing that's beating."

 
 

 

Esa era su canción favorita, y volvió a dormir.

Mi hermano se había escapado de la casa hace un par de meses. Y sólo llevó con él un par de ropas, sus demás cosas aún permanecían intactas en su habitación.

Hace una semana, quise dormir en su cama, porque realmente lo extrañaba, pero al hacerlo encontré bajo la almohada un cuaderno, de mujer. Posiblemente era un cuaderno prestado de una de sus tantas compañeras.

Y como ser curioso es parte de mi naturaleza, lo abrí para saber que decía. Y eran poemas de JungHyun.

 
 

"Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego* salvaje te socava*

Y hace saltar el hijo del fondo de la tierra."

 
 

Y caí a ciegas en un profundo pozo, porque me enamoré de las composiciones líricas, abstractas, explicitas, descriptivas... Todas ellas.

Salí de la casa a dar un paseo después de que mamá se hubiese vuelto a dormir, no me podía demorar, posiblemente se despertaría de nuevo. Aunque ya se había vuelto un hábito desde que JungHyun se fue sin decir nada. Y nunca pasaba nada.

Era sábado en la noche, no era de esperar ver las calles solas, porque estaban completamente llenas. Tal vez, yo era de los únicos que no se la pasaba toda una noche bailando y cantando. Aunque ambas actividades me gustaban, pero no confiaba en hacerlo bien.

Pasé por en medio de toda la multitud de jovenes coreanos tambaleándose por ahí, quienes me gritaban de todo, y aunque no era el único al que gritaban, me sentía incómodo.

Llegué a el parque infantil al que iba cada vez al terminar de estudiar.

La verdad es que era tarde ya, y no entendía cómo podía ver la figura, tal vez de un hombre, sentado en el borde del rodadero de los juegos infantiles. Es curioso, porque, después de no poder dejar de crear y olvidar poemas, yo era el único en venir aquí. Por lo menos a esta hora.

—¿Por qué estás allí parado?

Pude escuchar un satoori agresivo y profundo, posiblemente de Busan o Daegu, que son un poco parecidos. Quien estaba sentado en el rodadero me miraba a 30 centimetros debajo de mi. No podía ver muy bien su cara, pero podía ver un par de grandes y brillantes ojos.

—¿Disculpa? — fue lo único que pude articular, me comporté de una manera nerviosa, su fuerte acento me intimidaba, a pesar de que el mío era parecido, la diferencia estaba en que su voz sonaba mucho más profunda.

—Haz estado parado cerca de 15 minutos mirando a no sé donde. Tal vez a mi, tal vez a la nada.

—Yo no te estaba mirando a ti.

Él levantó los brazos a la altura de sus hombros, mirándome todavía desde el borde del rodadero, y sacudió la cabeza.

—Tranquilo, no puedo ver bien tu rostro.

No le respondí.

No tengo la menor idea de quién es él, pero siento que está usando el coreano informal, tal vez sea porque no escucho ese satoori desde hace mucho tiempo. Me molesta un poco.

—De acuerdo. Lamento haberte molestado.

Levantándose me hizo una reverencia y me dio la espalda, caminó lento cerca de tres metros antes de que yo lo hubiese parado.

Yo fui el maleducado.

—Yo... — no sabía que decir, había agarrado su brazo. —No conozco tu nombre.

—Soy Kim TaeHyung. Mucho gusto. — volvió a hacer una reverencia y se puso frente a mi.

Ese nombre... Dios, se me hacía conocido de algún lugar.

De un momento a otro, pasó una fuerte brisa, los árboles se balancearon fuertemente. Sentí frío, y de seguro él también. Pero pude olvidar todo cuando vi su rostro.

Me miraba atento, con sus ojos grandes y brillantes, sus cejas anchas y largas estaban arqueadas, sus labios gruesos estaban siendo recorridos por su lengua.

Definitivamente él estaba analizando mi rostro al igual que yo con el de él.

—¿Qué te pasa? ¿Te he molestado de nuevo?— reaccionó primero él.

De seguro tenía los ojos bien abiertos y las cejas arqueadas. Nunca había visto a alguien tan bello.

No, ¿Qué?

—No, no. Disculpa.

No sabía que más decir, todo él me había dejado sin palabras.

—¿Puedo... Hacerte una pregunta?

Esta vez escuché mejor lo que decía, ya podía recordar el poco satoori que todavía permanecía en mi.

—Claro. — y apesar de que me mantuve un rato en silencio antes de responder, él respondió sin darme tiempo de respirar.

—¿Por qué...

Se quedó callado por un tiempo.

—Mejor olvidalo. — agachó la cabeza y continuó caminando, ya sin mi agarre.

—Pero... ¡Espera! — volví a agarrarlo, esta vez del hombro, ancho y fuerte.

¿Por qué no lo dejo simplemente ir? Hay algo que él me está produciendo...

—Termina tu pregunta.— insistí. Sentía necesidad por saberlo.

—Oh, no, no. Está mejor si no la hago.

—Pero...

Un auto paso por la calle, nos alumbró a ambos directamente y comenzó a pitar. Reconocí el auto.

Le agarré la mano rápidamente y lo arrastré hasta los edificios de la otra calle. Él hizo un poco de fuerza, pero se dejó llevar. No quiero que NamJoon moleste en este momento con... TaeYoon, creo.

Paré de repente, ¿Por qué no quiero que Namjoon Hyung nos vea? Desde qué momento él se ha vuelto... No lo sé. ¿Algo mío?

—Oye, disculpa. No sé tu nombre, pero me lástimas. — solté mi agarre, tal vez sí puede que lo hubiese halado muy fuerte.

—Jeon JungKook. Un gusto.

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*Labriego: Labrador que vive en el medio rural. →Campesino.

*Socava: Ir destruyendo o debilitando a una persona o cosa.

"Poems..." ↝ JK & TH ↜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora