Capítulo III

706 55 3
                                    

No estaba segura si se trataba de arroz batido o puré de papa, no era muy vistoso pero, sin importar cuál de los dos fuera, le hacía rugir el estómago. Tampoco sabía si era el exceso de alcohol y la falta de comida en su estómago, o si era el aroma clásico de los hospitales, pero sentía náuseas y una jaqueca terrible.

Llevaba unos 5 minutos en el pasillo. Recargada en la pared, junto a la puerta de la habitación a donde habían subido a Camila. Durante las dos horas que permaneció en urgencias prefirió no buscarla, la chica podía seguir dormida y estar ahí iba a ser muy incómodo. Y ella siempre evitaba lo incómodo.

- Niña Lauren – una voz familiar la sacó de su indecisión. Una señora mayor, de baja estatura y con un gorro de tela en la cabeza se acercó a ella. Iba empujando el carrito donde transportaban las charolas con la comida que hace unos minutos tenían toda su atención.

Lauren tardó un poco en reconocer a la mujer. Pasó la mitad de su infancia corriendo por aquellos pasillos. Su padre, siendo padre soltero, los incluía a ella y a su hermano en su vida diaria, y toda su vida diaria estaba en ese hospital. Sin embargo, tenía meses que no pasaba siquiera por la calle donde se encontraba el imponente edificio. Y claro que era deliberadamente. Le provocó ternura que la señora sí la haya reconocido.

A pesar de que tardó en reaccionar, la mujer no borró su sonrisa.

- Inés... - saludó, se acercó para abrazarla. Era de los pocos abrazos que nunca le habían molestado. La mujer se puso de puntillas para rodearla por los hombros y estrujarla contra su cuerpo.

- Cuánto tiempo, niña. – la voz alegre de la mujer hizo que Lauren se estremeciera.

- Lo sé... - no sabía qué decir, sentía que debía disculparse y justificarse, pero no había forma. - ¿Cómo ha estado?

- Con los achaques de siempre, ya sabes.

Una chica más joven, que iba vestida igual que Inés, salió de la habitación de enfrente. Lauren le ayudó a empujar el carrito un par de metros. La chica le sonrió a la ojiverde cuando pasó a su lado para llevar una charola al cuarto de Camila.

- ¿Viniste a ver a tu hermano? Él no debe tardar...

- No, no... - metió las manos en su chaqueta – Es decir, sí lo veré... ya lo vi, pero... - empezó a tartamudear. Se calló cuando la chica volvió a salir. – Em... ¿Está despierta? – le preguntó en voz baja.

- Sí, señorita. – respondió tímida.

- Ah, ya entiendo. – dijo la mujer atrayendo la atención de Lauren nuevamente. – Ya no te entretengo más, mi niña. Quizá te vea después. – agrandó la sonrisa y siguió empujando el carrito en compañía de la otra chica.

Lauren no pudo responder, pero sí esperaba volver a encontrársela. Se recargó en la pared, volviendo al punto donde había empezado.

- Perdón por tardar. – la voz de Chris la asustó, no lo vio ni lo escuchó acercarse. Eso de estarse sorprendiendo y asustando la estaba irritando.

- Está bien. – agitó la cabeza para despabilarse.

- ¿Pasamos?

Preguntó, pero no esperó la respuesta de su hermana, entró a la habitación con Lauren siguiéndole de cerca. La ojiverde no pensó mucho en sus acciones, actuó más por inercia. No pensó en que no había visto a la chica desde el incidente, se hizo consciente una vez que ya estaba ante una pálida Camila. No le sostuvo la mirada, cruzó los brazos y clavó los ojos en el suelo.

- Buenos días, señorita Cabello. – Chris dejó un folder con papeles en una mesita frente a la camilla y guardó una pluma en el bolsillo de su bata.

- Dígame Camila... por favor – Lauren tembló, era como si escuchara esa voz por primera vez. Recordó cuando se presentaron y supo que en ese momento su voz, a pesar de escucharse cansada y ronca, seguía siendo atractiva.

- Bien, Camila. Prometo no tardar mucho, así te dejo comer. – dijo mirando la charola.

Camila asintió sonriendo, comer no era lo que más le importaba en ese momento. No podía evitar mirar de reojo a Lauren, que parecía esconderse detrás del doctor.

- Antes de empezar con las preguntas de rutina... necesito saber, Camila. ¿Ya te he atendido anteriormente? – Camila abrió los ojos sorprendida – Cuando llegaste pediste que yo te viera, revisé los expedientes del cuatrimestre que llevo trabajando en este hospital y no encontré nada con tu nombre. – abrió el folder, hojeando los documentos - Pero bien pude haberte atendido en Chicago durante el año que estuve allá. El punto es que no te recuerdo. – explicó colocando las manos sobre su cadera. Lauren prestaba especial atención a la chica, lo cual no pasó desapercibido por Camila.

Chris notó la tensión entre la paciente y su hermana. Transcurrió medio minuto –que bien pudo ser media hora- de total silencio, en el cual en más de una ocasión Camila había abierto la boca y volvía a cerrarla sin decidirse a pronunciar palabra. Cada vez disimulaba menos las miradas fugaces que le dedicaba a la ojiverde.

- Lauren... - la llamó Chris sin voltearse - ¿podrías darnos unos minutos?

Lauren se sintió molesta, pero igual no había motivo para quedarse. Cuando salió iba a esperar en el pasillo, pero su estómago prácticamente le exigió ir a la cafetería a comer algo. Ya volvería después.

--------------------------------------------------

N/A: 1 de 2 C:


Bad things [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora