Capítulo VI

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Debía hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no rascarse justo en ese punto, en el borde de la aguja por donde pasaba el suero. La castaña llevaba más de una hora con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, incomoda por la posición de la almohada. Sabía que cuando se enderezara le dolería horrores, pero justo en ese momento no le importaba, sólo quería tener el control sobre al menos una reacción en su cuerpo.

Escuchó unos suaves golpes en la puerta.

- Adelante.

No escuchó nada más. Dudó, no sabía si había contestado o sólo había pensado en contestar. Enseguida vio una sombra demasiado cerca a través de sus parpados. Esa enfermera seguro era diferente, la que siempre iba a revisarle el suero y los monitores no solía ser tan silenciosa.

- Buenas tardes. – Camila se sobresaltó al oír esa voz. Enderezó la cabeza con un violento movimiento que le provocó un tirón en la nuca. Veía borroso y le costó trabajo enfocar la vista, pero estaba segura. Lauren estaba ahí, parada junto a ella, con las manos metidas en su chaqueta de piel.

La ojiverde se sintió rara. Nunca había sido el tipo de persona que dice "buenas tardes" a los demás. Su padre y su hermano siempre le habían reprendido esa mala costumbre. Simplemente no podía. Cuando saludaba a alguien soltaba un "hola" muy casual, pero dado que su padre lo consideraba una falta de respeto por lo informal, se limitaba a sonreír con un leve movimiento de cabeza. Aun así, se sentía extrañamente tranquila. Lo cierto es que podía sentir un leve ardor en las piernas, posiblemente la adrenalina estaba bajando y ahora resentía la tensión y rapidez del momento en que entró al hospital; sin embargo el cuerpo le hormigueaba adormecido.

Camila no podía apartar sus ojos de Lauren. No estaba segura si era real o no, bien podía haberse quedado dormida y ahora soñaba con la chica por la que se sentía moralmente mal, casi tanto como físicamente. La idea de que estuviera soñando con ella la hizo sonreír tontamente. Lauren alzó una ceja. Entonces la castaña borró su sonrisa, se dio cuenta de que si fuera un sueño probablemente Lauren haría algo menos propio de ella, y esa expresión no podía ser más real. Vamos, que no necesitaba conocerla tanto para saber eso con seguridad.

- ¿Te molesta? – Lauren señaló una silla acolchonada, Camila negó sonriendo apenas. La ojiverde situó la silla donde estaba parada.

- Creí que no volvería a verte. – confesó la castaña desviando la mirada.

- ¿Creíste que ya no volverías a verme o esperabas ya no volver a verme? – entrecerró los ojos.

- ¡No! – Lauren reprimió una sonrisa, no hablaba en serio –totalmente- pero parecía que Camila no lo había captado – Es sólo que pensé que ya no querrías volver. – bajó de nuevo la mirada hacia sus manos.

- Ya... - se estiró y colocó sus manos detrás de su cabeza.

La castaña estaba nerviosa, y parecía que Lauren lo disfrutaba. Aún estaba molesta pero tenía una sensación extraña en el cuerpo que la relajaba muchísimo, al grado que parecía ebria.

- ¿Por qué volviste? – la miró por fin, la chica tenía una casi imperceptible sonrisa en los labios. Parpadeaba con pesadez.

Abrió la boca al mismo tiempo que se abrió la puerta. Entraron una enfermera y un camillero, ambos se detuvieron en seco al ver a Lauren. Todos conocían el legado Jauregui. La saludaron cortésmente y se disculparon por la interrupción. Debían llevar a Camila al piso de arriba para un estudio. La castaña se lamentó pues parecía que Lauren iba a responder sin titubear.

- ¿Cuánto va a tardar? – preguntó la ojiverde.

- Normalmente en dos horas ya están de vuelta – respondió el camillero, mientras ayudaba a Camila a pasarse a una silla de ruedas. – Puede ser menos.

Lauren asintió. La castaña la miró. Quería preguntarle si seguiría ahí cuando volviera, pero no quería que se sintiera obligada. Tampoco quería que supiera que deseaba que la esperara. Sólo se dedicaron una breve sonrisa.

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Pasada una hora Camila iba de regreso a su habitación. El tiempo se le había pasado muy lento y sentía su estómago agitarse por la posibilidad de que Jauregui estuviera esperándola.

No pudo ocultar su sonrisa cuando vio que Lauren seguía en la silla, pero con medio cuerpo recostado en la camilla. Su cabeza descansaba sobre los brazos cruzados y el cabello le cubría la cara. Su respiración acompasada delató que estaba profundamente dormida.

Cuando el chico que iba empujando la silla se percató de la posición de Lauren miró a Camila sin saber qué hacer. La chica sólo encogió los hombros sabiendo que sería imposible volver a su cama sin despertarla.

- ¿No puedo levantarme? – susurró. El chico dudó, no sabía si eso podría traerle problemas. – Será muy rápido, puedo sentarme en el reposet. – propuso mientras señalaba el sillón en el lado contrario de la camilla de donde una Lauren descansaba.

El chico no pudo resistirse a la cara de súplica de la paciente, acomodó el suero lo más silenciosamente posible y la ayudó a ponerse de pie. No la soltó sino hasta que esta ocupó su lugar en el mueble. Ya necesitaba un cambio de posición, la espalda baja empezaba a punzarle.

Una vez que el chico salió, no sin antes asegurarse de que Camila no necesitaba nada más, la castaña se dedicó a observar a su acompañante. Desde su posición no podía ver su rostro, pero ponía tanta atención a su cuerpo rendido que casi podía contar cuántos segundos duraba cada respiración. Hubiera preferido que estuviera en otra posición para que descansara mejor, pero supo que si se había quedado dormida ahí es porque había tratado de esperarla despierta y, en un momento en que se permitió acomodarse y cerrar los ojos para descansarlos, el sueño le ganó la batalla.


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Bad things [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora