Capítulo II

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Parecía que el sol no planeaba salir. Ya pasaban de las 8:00 a.m. y la luz del día apenas iluminaba su pequeña sala. Escaneó el edificio que estaba cruzando la calle, era más viejo que el edificio donde vivía. Se podían ver los pequeños balcones personalizados. Vio el balcón con muchas macetas y también el que estaba lleno de lodo, resultado de unos dueños descuidados y poco higiénicos. Pero, oye... ¿quién era ella para juzgar?

Escuchó la madera crujir, esa tablilla floja en el suelo de su habitación delataba que alguien la había pisado. Volteó y se encontró con la chica castaña envuelta en una sábana, parada en el marco de su puerta.

- Hay toallas limpias, por si quieres. – dijo sin una sola emoción en la voz – Si no, entonces es por donde entraste.

Las primeras veces sentía un poco de nerviosismo y procuraba ser más sutil a la hora de "correr" a las chicas con las que se acostaba, pero con el tiempo dejó de sentir la culpa y optó por ser más rápida y directa. Pocas veces se le armaba algún lío; después de todo, no era como si las chicas que aceptan una invitación así a las dos de la madrugada esperaran algo distinto.

Lauren volvió su atención a la ventana, notando cómo algunos departamentos de ese viejo edificio ya estaban prendiendo sus luces. Se volvió a oír el crujido de la tablilla y agradeció mentalmente la falta de conversación. Sin embargo, el silencio duró poco.

El sonido de un golpe seco seguido por su propio eco atravesó el departamento. La chica corrió a su habitación para encontrarse con la morena tirada en el suelo, aún enredada entre la sábana. Tardó en comprender que estaba convulsionando y, por un momento se planteó gritar por ayuda. Pronto se dio cuenta que eso no serviría.

Se acercó para poner a la chica de lado, alcanzó una almohada de la cama y la puso bajo su cabeza. Sintió el impulso de meter el dorso de su mano en la boca de la chica cuando vio un hilo de sangre resbalar por su mejilla, pero sabía que era una estupidez. Se levantó hasta su buró y sacó el lápiz que solía tener junto a su cama junto con un bloc de hojas blancas para cuando se le antojara dibujar antes de dormir. Volvió tan rápido como pudo junto a la chica y metió el lápiz entre sus dientes, que de inmediato comenzaron a machacar la madera.

Después de interminables segundos, los bruscos movimientos empezaron a cesar lentamente. Reacomodó la almohada y buscó su móvil entre la ropa tirada en el suelo para pedir una ambulancia.

No lo pensó dos veces cuando el vehículo cerró sus puertas, entró a su auto y la siguió hasta el hospital más cercano. Conocía bien el camino.

Ni siquiera se preocupó por dejar su auto mal estacionado, llegó junto a la camilla con la que metían a la chica al hospital por unas puertas automáticas con letras rojas estampadas formando la palabra "URGENCIAS".

- Mujer. Cerca de los 25 años. Ataque tónico clónico. – explicó el paramédico a la doctora que los recibió.

- ¿Duración del ataque? – preguntó dirigiéndose a la que suponía era la acompañante de la paciente.

- Poco más de tres minutos.- respondió Lauren.

- ¿Tiene antecedentes de epilepsia?

- No lo dijo.

La castaña entreabrió los ojos, fijando la mirada en la mujer que guiaba su cama.

- Soy la Dra. Knapp. Estás en un hospital, vamos a cuidarte. – apenas terminó de hablar, la chica volvió a cerrar los ojos - ¿Cómo se llama?

- No lo sé. – la doctora le dio una mirada de desaprobación que la hizo sentir incómoda.

La obligaron a quedarse en la sala de espera antes de desaparecer por un pasillo cerrado. Se sentó, moviendo las piernas con nerviosismo. Estaba tan inquieta como cansada.

Bad things [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora