Capítulo XIV

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Dos siluetas se movían acompasadamente. Estaban demasiado cerca por lo que probablemente estaban abrazados. Tomando en cuenta que los balanceos tenían un ritmo marcado, supuso que bailaban un género que no lograba descifrar. Una de las siluetas dio vueltas en su propio eje y la otra se alejaba y se acercaba por pausas.

- Eres una chismosa.

Dio un pequeño brinco. A su lado estaba Lauren con una sonrisa divertida en su rostro. Últimamente sonreía mucho y ella lo agradecía.

- A ti te encanta asustarme. – la acusó, mirando de reojo la ventana.

- No, Camz. Lo que pasa es que así tienes la consciencia. – se sentó en la cama, junto a las piernas de la paciente.

El corazón de Camila se aceleró en latidos totalmente descoordinados. El monitor pitando por lo bajo era prueba del poco control que tenía sobre su pecho. Era la primera vez que Lauren decía su nombre, y más que eso, la había llamado "Camz", un mote que nunca nadie había usado con ella. La ojiverde vio su rostro maravillado y sólo entonces se dio cuenta de lo que había dicho. Se sonrojó hasta las puntas del cabello y sonrió avergonzada. Camila tomó su mano, para agradecerle y tranquilizarla. La chica Jauregui intentó recuperar la compostura evitando mirarla, pero sin soltar su mano.

– Estabas muy concentrada en quién sabe qué cosa. – la voz le temblaba ligeramente. Miró por la ventana, tratando de encontrar aquello tan interesante que tenía toda la atención de la castaña cuando entró, tanto que ni lo notó.

La paciente se ruborizó y volvió su mirada al edificio que estaba en la contra esquina, tardó un momento en encontrar nuevamente la ventana de las siluetas bailarinas, pero ya no las vio. Suspiró, su corazón seguía dando volteretas, rogó que su voz no delatara el efecto que Lauren tenía sobre ella.

- Sólo estaba distraída.

- Obviamente.

La ojiverde pasó la tarde platicando con Camila. Por algún motivo, esa plática le gustaba más que la que habían tenido en el bar. Se sintió libre de hablar sobre cualquier tema, y no cargaba con la pesada necesidad de censurar los detalles que consideraba personales.

Le contó acerca de su residencia sin terminar, de cómo conoció a Normani. También le contó una docena de aventuras que tuvo con su hermano en esos pasillos. Le habló de su padre, de la clase de hombre dedicado, imperfecto y cariñoso que fue. Cómo muchos de sus rasgos ahora los veía en Chris, y cómo pocos de ellos habían quedado en ella después de todo ese tiempo.

También hablaron sobre el libro que Inés le prestó a Camila. La castaña le confesó que el día que se lo prestó, la mujer le aseguró que leerlo era una forma de conocer a Lauren. En ese momento parecía una forma más sencilla y rápida. Camila se ruborizó al reconocer que le interesaba conocerla desde mucho tiempo antes.

En un momento de seriedad, Lauren aprovechó para disculparse por cómo la trató. Lo que más le importaba era que supiera que lamentaba haberla "corrido" de su departamento; claro que Camila no le daba mucha importancia, pues sabía que así era como actuaba normalmente la ojiverde. De igual forma, Camila le aseguró que, no sabía cómo, pero habría intentado hablar con ella luego de ducharse. Pero claro, ya no alcanzó ni a llegar al baño.

Después de que Lauren le insistiera un largo rato, Camila también le contó acerca de su vida. No era que quisiera ocultar algo, sólo que sentía que su vida era muy aburrida en comparación a la de Lauren. Lo que no sabía, era que la ojiverde descubrió que le encantaba escuchar las anécdotas que la castaña tenía con su madre. Le hacía pensar en la clase de cosas que habría tenido ella para contar si su madre no hubiera muerto cuando era apenas una bebé.

Camila le contó acerca de su país, incluso intentó enseñarle algunas frases en otro idioma, pero parecía que a Lauren simplemente no se le daban esas cosas. Fue un momento tan divertido como doloroso, pues ver a Lauren equivocarse en la pronunciación y frustrarse por ello hacía reír a la castaña, pero reír provocaba que le doliera la herida de la cirugía.

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El sol se estaba metiendo, la habitación empezaba a oscurecerse pero prefirieron no prender las luces. Les gustaba el tono anaranjado que pintaba las paredes en ese corto momento del día.

Lauren se movió insegura, titubeaba en cada paso. Se acercó a la camilla y se recostó lentamente. Por una parte no quería lastimar a la castaña, y por otra parte quería darle tiempo suficiente para detenerla si así lo quería. Pero ninguna de las dos cosas pasó. Camila se movió un poco para darle espacio a la chica Jauregui. Su cuerpo estaba boca arriba y sólo tenía el rostro volteado hacia su acompañante. Mientras que Lauren estaba en la orilla, acostada de lado y con los brazos pegados a su cuerpo. No estaba muy segura de qué estaba haciendo. Sólo se miraban, mientras los destellos naranjas palidecían.

- Me alegra que estés aquí. – susurró Camila con una sonrisa tímida.

Lauren se sonrojó y no pudo ni quiso ocultar una sonrisa satisfecha. Se acercó un poco más, sus narices se rozaban y podía sentir la respiración de Camila rozarle la barbilla y el cuello. No pudo resistirlo, bajó la mirada a los labios de la castaña, que se curvaban de una forma tan linda que le provocaba mareos.

Camila cerró los ojos y soltó un leve suspiro, Lauren sonrió ante la imagen que tenía frente a ella, con el sol a punto de apagarse dejando suaves rayos en la mejilla de la castaña. Con esos labios que la llamaban a probarlos, de una manera mucho más tierna y tentadora que en la noche que se conocieron. Se inclinó apenas unos milímetros y besó sus labios. Fue un beso corto y dulce, el primero que se daban de esa forma. Presionó un poco más y sonrió sobre su boca al sentir que la castaña le correspondía.

La paciente levantó su mano y la posó en la nuca de Lauren, no quería que se separara. No todavía. Y Lauren sonrió de nuevo al percatarse. No pensaba alejarse. Tendría que estar loca para alejarse de un beso con Cabello.

Cuando se separaron, soltaron pequeñas risas. Lauren por fin se relajó y se acurrucó contra el cuerpo de la castaña. Cerró los ojos dispuesta a dormir un rato junto a Camila, quien se dispuso a hacer lo mismo, preguntándose si en algún lugar alguien estaría mirando su ventana y distinguiría sus siluetas.


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Bad things [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora