Que no se abran las puertas. Que no se abran las puertas.
No alcanzó a poner en práctica aquello que en ese momento le sería extremadamente útil. Había visto a sus mentores tener que lidiar con el aviso, incluso había participado en la serie de eventos previos. Pero nunca llegó a tener la suficiente madurez académica para enfrentarse a los pacientes o sus parientes.
Que no se abran las puertas.
Aun así, en el momento mismo en que su hermano terminó aquella oración, supo que debía ser ella quien diera ese aviso. Repasaba mentalmente todas las ocasiones en que vio a otros doctores hablar con los pacientes acerca el callejón sin salida sobre el que caminaban. Las palabras que usaban, el lenguaje corporal que ella nunca había dominado. Normani siempre fue mejor para eso. Y para todo.
Podía sentir cómo el mundo se movía a su alrededor, el lento movimiento del ascensor le empujaba provocando que se le sumiera el pecho. Aunque, claro, el ascensor no tenía nada que ver.
Las puertas se abrieron, a pesar de que durante unos segundos deseó con todas sus fuerzas que se atascaran y la atraparan ahí durante meses. Obligó a sus pies a moverse justo a tiempo, antes de que las puertas se cerraran de nuevo. De ser así tendría la oportunidad que necesitaba para huir.
Debes dejar de huir. Trató de llenar toda su mente con las palabras de su amiga mientras arrastraba los pies por el pasillo hasta estar frente a la puerta con una F y un 75 grabados en la madera oscura. Ni siquiera se detuvo a tocar, sólo entró como si se tratara de su propia casa.
Miró a Camila, que tardó en notar su presencia por sus silenciosos pasos y las penumbras del cuarto sin luz. Cuando los ojos marrones se clavaron en los suyos recordó la primera vez que se miraron en el bar, ese destello de sorpresa con una mezcla de alivio que la había cautivado entonces, volvía a cautivarla ahora. Miró la gasa que le cubría parcialmente el cuello y alejó de su mente el recuerdo que no la había abandonado toda la tarde. En su lugar, se permitió reproducir repetidamente el vago recuerdo de sus propios labios dejando un tibio beso en la misma zona. Su corazón latió descoordinado.
- Qué seria. – murmuró Camila haciendo un puchero que hizo reír a Lauren quedamente. – Así que... ¿vienes en plan de visita, o en plan de doctora? – alzó una ceja. – No investigué lo suficiente sobre ti; no tenía idea que también eres doctora.
Lauren torció la boca, no sabía cómo responder.
- No lo soy. Sólo soy la visita... - respondió con torpeza - Que entienda de asuntos médicos es una feliz coincidencia. – la castaña soltó una auténtica carcajada silenciosa. Había sido pequeña, pero encantadora.
La ojiverde se obligó a ponerse seria. A la castaña le recordaba demasiado al doctor Jauregui cada vez que estaba a punto de soltar una explicación de la cuál entendería sólo el 50%. Guardó silencio y le miró expectante.
- La biopsia del quiste... - comenzó con una voz mecanizada que ya había olvidado que poseía – mostró células musculares anómalas. – clavó la mirada en la sábana que cubría a la castaña – Es indicio de una enfermedad llamada LAM.
Camila asintió despacio intentando descifrar qué significaban esas palabras y, más aún, la expresión de la chica Jauregui.
- ¿Cómo se trata? – preguntó con voz cortada.
- Se extirpan los quistes, pero volverán. – jaló aire y lo retuvo – De a poco, reemplazarán el tejido pulmonar sano hasta que los pulmones no funcionen.
Su voz sonó totalmente clara. Ni siquiera utilizó un término médico demasiado complicado. La castaña había comprendido perfectamente, aun así no entendía. Había sólo una pregunta que necesitaba hacer.
- ¿Voy a morir?
Lauren alzó la mirada. Tenía que verla, necesitaba verla. Necesitaba ver esos ojos, sentía que si los miraba mientras respondía quizá alcanzaría a conservar ese encanto sólo un poco más.
- Sí. – murmuró, como si fuera un secreto que quería quedara entre ellas dos, pero lo suficientemente claro para asegurarse de no tener que repetirlo. – Lo siento mucho. – y por fin soltó el aire.
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No podía quejarse. Dicen que el que busca encuentra, y ella lo buscó durante mucho tiempo. Ahora tenía las respuestas a todas las preguntas que se había dedicado a formular durante año y medio. De pronto extrañaba la duda que se había instalado en su cabeza y la había motivado a movilizarse durante todo ese tiempo. Para ver a una docena de médicos, para costearse decenas de estudios y análisis; para investigar a la familia Jauregui, para interceptar a una hermosa y complicada ojiverde. Para lo que fuera, pero la movía. Y ahora no había nada. La duda se había disipado dando lugar a algo que ahora prefería ignorar.
Veía las lámparas del techo pasar una tras otra, como bolas de fuego que flotan sobre su cuerpo. Intentaba mover una mano o un pie, pero ninguna extremidad parecía responder. No todavía. Estaba cubierta por una cobija gruesa, pero no bastaba. El frío que sentía era interior y no tenía nada que ver con el clima. Era sólo uno de los efectos que los restos de la anestesia le provocaban a su cuerpo.
Su mente se vio invadida de vagos recuerdos que la hicieron tomar consciencia de dónde estaba y qué estaba pasando. Podía sentir en su interior como si acabaran de jugar con sus órganos, moviéndolos a voluntad de alguien que no era ella.
Dejó de luchar por abrir los ojos cuando sintió que por fin dejaban de empujar su camilla. Podía percibir las sombras de varias personas caminando alrededor. Escuchó algunos murmullos antes de volver a dormirse, muy a su pesar, con la cabeza libre de dudas.
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Bad things [CAMREN]
Fanfic-CAMREN VERSION- (Contenido LGBT) ∆ 3er LUGAR en Fanfic [Premios Fire 2017] ∆ = No se permite la adaptación de esta historia sin el consentimiento explícito de la autora. = **Esta historia no es 100% original. Está basada en el capítulo #5...