Capítulo 4: Competencia y Controversia

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El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos. A pesar de las malas actitudes de Frank hacia el resto de pianistas, su virtuosismo al piano seguía siendo insuperable. Aunque las invitaciones para colaborar con otros músicos ya no llegaban, él encontró su refugio en los desafíos de los concursos musicales.

Su participación en estos eventos se convirtió en un ritual donde exhibía con elegancia y gracia su habilidad, pero su verdadero objetivo era aplastar al resto de los participantes. Esta actitud resultaba injusta para los demás, ya que Frank ganaba cada competencia sin aparente esfuerzo. Su destreza para tocar las partituras de forma perfecta carecía de sentido y era desconcertante. Era como si pusieran a competir a un robot programado para ganar.

Cada vez que subía al escenario, Frank desplegaba una confianza arrolladora. Su mirada desafiante y su actitud dominante dejaban en claro que no estaba allí simplemente para participar, sino para superar y humillar a los demás músicos. Cada nota que tocaba era ejecutada con precisión quirúrgica, demostrando una técnica impecable y una habilidad fuera de lo común.

Los demás participantes se sentían abrumados e intimidados por la presencia de Frank. Sus habilidades musicales parecían opacadas por su deseo implacable de sobresalir a cualquier costo.

Cuando la temporada de concurso de ese año terminó, lo único que hacía era continuar y continuar practicando. Su hogar muchas veces lo aburría, por lo que era muy normal encontrarlo siempre en el conservatorio que lo regresó a los escenarios.

Ese día, el profesor Ezequiel comenzó sus clases dirigidas a las personas nuevas, encontrándose con una gran cantidad de jóvenes cuyas edades eran de entre los 12 y 15 años. Y como siempre, Frank se encontraba presente. Sentado en uno de los tantos asientos de auditorio, leyendo en silencio una partitura.

El profesor, consciente de las extraordinarias habilidades de Frank, decidió acercarse a él con una propuesta especial: presentarlo ante los niños. Consideraba que una demostración de lo que Frank podía hacer sería una excelente forma de motivar e inspirar a los jóvenes estudiantes. Sin nada más que hacer, el aceptó y caminó junto al profesor hacia donde estaban los estudiantes esperando.

Profesor Ezequiel: ¡Pianistas! Algunos tal vez ya lo conozcan, pero aún así me gustaría presentarles a Frank, el talentoso ganador de todos los concursos de piano del año pasado y de este también. Fue merecidamente nombrado como el mejor pianista de nuestro país y ha recibido varios premios destacados. Dicho esto, Frank, si lo deseas, adelante, puedes mostrarles las habilidades que has adquirido aquí en el piano.

Frank quien se encontraba de pie a un lado del profesor, asentó con su cabeza y caminó hacia el piano. Donde una vez sentado frente a este, interpretó "Moonlight Sonata 3rd Movement" de Beethoven.

Mientras Frank toca el piano, la mayoría de los estudiantes quedan boquiabiertos, sus ojos se abren ampliamente y sus rostros reflejan asombro y admiración. Sin embargo, entre ellos, una niña se destaca con una expresión de molestia en su rostro al observar a Frank. Sus cejas están fruncidas y sus brazos están cruzados, revelando claramente su descontento. Parece desconectada y poco impresionada por sus habilidades, mostrando una actitud de indiferencia o disgusto hacia la demostración.

Después de finalizar su interpretación, Frank se puso de pie y regresó al lado del profesor con su típica sonrisa de grandeza en su rostro. Los aplausos resonaron en el auditorio, mientras los alumnos se levantaban emocionados, sus manos chocando una y otra vez en un gesto de admiración y asombro.

El profesor, orgulloso de sus estudiantes y de la respuesta positiva que habían tenido ante la presentación de Frank, aprovechó el momento para destacar la importancia del esfuerzo y la dedicación en el camino hacia la excelencia. Explicó cómo el talento natural de Frank se había combinado con su incansable trabajo y práctica para lograr un nivel tan excepcional.

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