Capítulo 9: Preludio de Celos

112 10 1
                                    

Mientras todos los alumnos ocupaban sus respectivos lugares en los pianos, Frank paseaba por el aula atento a las necesidades de cada uno. Durante su recorrido, notó a una niña concentrada en tocar un ejercicio, pero se evidenciaba su dificultad para ejecutarlo correctamente. Intrigado, se acercó sigilosamente a ella, observándola detenidamente para identificar dónde se encontraba el error.

Con una sonrisa cálida en el rostro, Frank acercó sus manos a las teclas del piano, demostrando con movimientos precisos cómo debía ser ejecutado el ejercicio. Cada nota y cada gesto de sus dedos mostraban la manera correcta de hacerlo. La pequeña, molesta y enfadada, se resistía a mirarlo directamente, recordando las palabras hirientes que él le había dicho en el pasado.

Una vez finalizada la demostración, Frank dirigió su mirada a la niña, tratando de leer sus emociones. Fue entonces cuando notó que aquella niña enfadada era nada menos que la hermana menor de Elizabeth. Esta mantuvo los brazos cruzados, evitando el contacto visual con Frank y dejando en evidencia su resentimiento por las palabras que él le había dicho hace ya un tiempo.

Niña: No necesito tu ayuda.

Frank: No seas así, deja que te ayude.

La niña mantuvo sus brazos cruzados, sin ceder ante la insistencia de Frank. Dirigió su mirada hacia un costado, ignorando sus palabras y mostrando su desinterés. Un suspiro escapó de los labios de él mientras desviaba su atención hacia el piano, reflexionando sobre cómo abordar la situación.

Frank: Perdón, ¿sí? No debí haber dicho eso. Al conocer a tu hermana, me di cuenta de que cuando alguien toca con sentimientos, la música suena hermosa. Por eso, ahora pido perdón por lo que dije.

La niña se quedó en silencio por unos segundos, procesando las palabras de Frank. Luego, dirigió su mirada al piano y llevó sus manos hacia él, mostrando un leve interés en retomar el ejercicio.

Niña: ¿Cómo era el ejercicio?

Al escucharla, Frank sonrió y se sentó a su lado, dispuesto a explicarle algunas técnicas que podrían ayudarla a mejorar en su interpretación. Durante unos minutos, compartió con ella consejos y sugerencias para perfeccionar su técnica al tocar el piano.

Sin embargo, la clase llegó a su fin cuando el profesor Ezequiel llamó a todos los alumnos para dar algunas instrucciones adicionales. Una vez que la explicación concluyó, los estudiantes comenzaron a recoger sus pertenencias, incluido Frank. Mientras guardaba algunos objetos en su mochila, el profesor se acercó a él con una carta en la mano y se la entregó.

Frank: ¿Qué es esto?

Profesor: Esta mañana me llegó esta carta dirigida a ti.

Frank: Qué raro que no la hayan llevado a mi casa.

Profesor: Tal vez era alguien que no conocía la dirección de tu casa pero sí el lugar donde trabajas.

Frank: Supongo.

Frank giró la carta para ver quién era el remitente y descubrió que se trataba de alguien llamado Layla Parker. Al darse cuenta de que no era una persona conocida para él, decidió guardar la carta en su mochila sin darle mayor importancia.

Frank: La leeré más tarde.

Profesor: Está bien, pero si te la enviaron al lugar donde trabajas, debe ser algo importante.

Frank: Supongo que sí, pero prefiero leerla cuando esté en casa, más tranquilo.

Profesor: Sería lo mejor. Bueno, es hora de irse. Nos vemos mañana, Frank.

Eres mi músicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora