Capítulo 2: Notas de Cambio

88 3 1
                                    

Han pasado unas semanas desde que Frank comenzó a vivir en su nuevo hogar. Los primeros días no fueron fáciles para él. El simple hecho de acostumbrarse a una nueva rutina con horarios completamente diferentes representó todo un desafío.

Afortunadamente, Frank contaba con Richard, quien se había vuelto un buen amigo suyo. Este le ayudó a conocer mejor la ciudad. No solo se trataba de mostrarle los lugares emblemáticos, sino también de sumergirlo en la esencia cultural de la ciudad.

Ha mantenido una estrecha comunicación con su madre, procurando llamarla cada vez que tiene un momento libre. Estos contactos telefónicos se han convertido en una forma de mantenerse conectados a pesar de la distancia que los separa. Sin embargo, en ocasiones, la nostalgia y el deseo de estar junto a ella se intensifican, y anhela poder compartir momentos en persona, como solían hacerlo.

Durante esos días, Frank recibió un mensaje de su padre, en el cual le dejaba la dirección del conservatorio de piano donde trabaja un amigo suyo. Aunque no está completamente convencido de retomar su antigua pasión por el piano, siente una parte dentro de sí que anhela subirse a un escenario.

La noche anterior, tuvo que quedarse hasta tarde debido a sus estudios. Y a causa de eso, terminó por quedarse dormido luego de que su alarma sonara. Frustrado, se vestía con algo de prisa. Sin embargo, decidido a hacerlo lo mejor posible, se recordó a sí mismo que aún tenía tiempo suficiente. Ya preparado, tomó su mochila y corrió hacia el garaje.

Frank aun no tenía licencia para conducir, pero le pidió prestado el auto a su padre porque llegaría tarde en tren. Prometiéndole que tendría mucho cuidado. Si bien no le agradó mucho la idea, terminó por darle las llaves.

Después de subirse al auto, colocó su mochila en el asiento del acompañante y encendió el motor. Sin embargo, recordó que tenía que abrir la puerta del garaje, por lo que bajó apresurado nuevamente para hacerlo. Luego, regresó al vehículo y se preparó para comenzar a dar marcha atrás.

Justo en ese momento, mientras retrocedía, escuchó el sonido de su celular, lo que le distrajo, provocando que apartara su mirada del retrovisor. Mientras se encontraba distraído, notó que alguien pasaba caminando detrás del automóvil. Esto hizo que reaccionara rápidamente y pisara el freno con ambos pies, intentando evitar cualquier posible accidente.

A pesar de su rápida reacción, sintió un ligero impacto, lo cual indicaba que había golpeado algo o alguien. Preocupado, salió rápidamente del auto y se dirigió hacia la parte trasera, donde encontró a una chica en el suelo, frotándose el brazo.

Frank: Lo siento, ¿estás bien?

Después de preguntarle, intentó tomarla del brazo para ayudarla a levantarse, pero ella lo apartó de forma brusca, con una mirada molesta.

Chica: ¿¡Eres tonto!?

Frank: Oye tranquila, fue un accidente.

Chica: ¿¡Accidente!? Fue porque un idiota estaba al volante.

Frank: Oye, no hace falta que insultes. Además, es tu culpa por no mirar por donde caminas.

Chica: ¿¡Mi culpa!? ¡Vete al carajo! Tienes suerte de que tengo prisa o te daría una paliza ahora mismo.

Antes de que él pudiera responder, la chica agarró su bolso y comenzó a alejarse caminando. El permaneció en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente reaccionó a sus palabras y dirigió su mirada hacia ella, esta vez molesto.

Frank: ¡Estás loca!

Le gritó mientras ella giraba su mirada, haciéndole una señal obscena con su mano derecha. Al verla, apoyó sus manos en su cintura y dio un suspiro molesto. Revisó el auto para confirmar si tenía alguna abolladura, pero estaba en perfecto estado. Caminó hasta el garaje para cerrar la puerta y volvió a entrar al auto. Esta vez cuidando que nadie más pasara por detrás, termino de dar marcha atrás y comenzó a conducir hacia su escuela.

Eres mi músicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora