Capítulo 6: Entre Notas y Secretos

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Al día siguiente, Frank se encontraba acostado en su camilla, observando la televisión en silencio. Ningún programa lograba captar su interés, y la monotonía de la pantalla solo aumentaba su aburrimiento. Al final optó por apagarla y se levantó de la cama, un paseo por el hospital quizás le quitaría ese aburrimiento.

Mientras caminaba, podía escuchar el murmullo de las conversaciones a su alrededor. Las enfermeras y los médicos se apresuraban de un lado a otro, llevando a cabo sus tareas con profesionalidad. Frank observaba a las personas que se cruzaban en su camino, algunos con expresiones preocupadas, otros sumidos en sus pensamientos.

A medida que avanzaba por los pasillos, el aburrimiento que lo había invadido en su habitación comenzaba a desvanecerse. Dúrate el trayecto, se cruzó con la madre de Elizabeth. Y aunque él la observó de reojo, la mujer lo ignoró por completo, continuando con su camino hasta salir del hospital.

Con paso tranquilo, él continuó caminando a lo largo del pasillo hasta llegar al área de descanso. Allí donde se encontraba el piano, pudo ver a Elizabeth sentada frente al instrumento, tocando cada tecla con un solo dedo, como si estuviera verificando el sonido de cada nota. Sus hombros ligeramente encorvados y su mirada perdida en el vacío sugerían un ánimo apagado. Intrigado, él decidió acercarse con delicadeza, procurando no perturbar el ambiente.

Frank: Veo que estás tocando el piano de una manera muy peculiar. ¿Qué pasa? ¿Has descubierto un nuevo estilo musical: la melodía del aburrimiento?

Elizabeth: ...

Frank: ¿Por qué estás tan decaída? Recuerdo que ayer tenías muchas ganas de conseguir que me irritara.

Elizabeth: ¿Realmente te importa saber por qué me siento así? Tú me odias, no necesitas fingir compasión por mí.

Frank: No, no me importa. Pero tal vez hablar con alguien podría ayudarte a aliviar la tristeza. En todo caso, no te odio. Tú eres quien me odia a mí por ser un "pianista vacío".

Elizabeth: No te odio, simplemente me pone de malas tu actitud y la forma en que menosprecias a otros músicos que no están a tu nivel.

Frank: ¿Estás así por lo que sucedió ayer?

Elizabeth: Sí...

Frank: ¿Esa mujer es tu madre, verdad? ¿Por qué le molesta que toques el piano?

Elizabeth: Sí... ¿De verdad quieres saberlo?

Frank: Claro, por algo te estoy preguntando.

Ella dejó de tocar las teclas y se desplazó ligeramente hacia un costado, extendiendo una invitación silenciosa para que él se sentara a su lado. Frank asintió y se acomodó junto a ella, procurando no rozarla con su brazo para evitar causarle alguna incomodidad.

Elizabeth: La razón por la que ella odia el piano... es por mi padre. El era un gran pianista. Tal vez hayas oído hablar de él alguna vez. Se llamaba Patrick Fischer.

Frank: ¿Patrick Fischer es tu padre? Eso no me lo esperaba. Era muy conocido. Pero el...

Elizabeth: Sí, él falleció. Pasó cuando yo era una niña. Murió en un accidente mientras se dirigía a dar un concierto.

Frank: Recuerdo haber leído sobre eso, pero... no entiendo por qué tu madre odiaría el piano.

Elizabeth: Mi madre amaba muchísimo a mi padre. Ellos se conocían desde que eran pequeños. De hecho, ella no era pianista, pero aprendió a tocar solo una canción para poder hacer un dueto con él. La obra que interpretaban era de Franz Schubert, Fantasía en fa menor. Su profundo amor los llevó a casarse y luego nací yo. Recuerdo muy pocas cosas de él, pero lo que nunca puedo olvidar es cuando se sentaba a tocar el piano. Y cuando tocaba junto a mamá, era la escena más hermosa que te puedas imaginar.

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