YoonGi era un niño distinto.
YoonGi jugaba a crear su propia iglesia bajo sus propias reglas y creencias.
YoonGi sólo tenía 11 años cuando manchó sus manos con el pecado y la muerte, condenándose así, a una vida miserable y llena de desdicha.
HoS...
—Entonces, a Suga le gusta que le den por... —JaeHyo, quien pertenecía al bando de Zico, trataba de asimilar el por qué, YoonGi se encontraba con un hombre, en este caso, yo.
—¡Que sorpresa, verdad! —exclamó uno de los más chicos allí, Zelo.
Por otro lado, YoonGi estaba tratando de resistir lo más humanamente posible el soltar algún golpe al menor. Yo lo conocía a la perfección, sabía que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano.
—¿Suga, qué se siente que te la...
—¡EH, quieren... quieren —vacilé en lo que diría, tratando de que la fiera interna de Min YoonGi no se desatará.
—¡Que bonito es este hombre!, SeokJung o cómo, HoJung... Éste, no no —Zelo seguía intentado recordar la forma correcta de mi nombre mientras troanaba los dedos.
—¿Cuánto traen consigo? —la voz de YoonGi sonó tan aterradora y lúgubre, que los presentes se tornaron a la seriedad.
—Lo suficiente como para matar a todos los guardias de seguridad —respondió un de cabellos rizados, sino recordaba mal, era YongGuk.
—¡AH YA, HOSEOKIE! —vociferó el menor de los allí presentes, tuve que aguantar el sonrojo que por desgracia, no paso desapercibido por YoonGi.
—Oye, maldita jirafa rosada —adjetivó YoonGi con el seño levemente fruncido—. Si vuelves a hablarle informalmente a HoSeok, te partiré el culo, ¿comprendiste, JunHong?
Una parte de mi quiso reír, seguro que el único mallugado sería YoonGi. Con el tamaño que poseía, ¿JunHong?, —Zelo—. Era posible que YoonGi no pudiese por si solo.
—Hey, Julieto —llamó con cierto tono burlesco Zico.
Alce una de mis cejas y le mire molesto por el nombre que me otorgó desde que me vio junto a YoonGi.
—¿Cómo aguantaste a éste psicópata?, ni su madre lo quería.
La cara HoSeok, la cara, no la deformes. Aguanta.
Pero, por desgracia, mis labios comenzaron a fruncirce en un —según "Suga"—, tierno emoji de enfado.
—Tranqu-
Me vi en la necesidad de interrumpir lo que sea que Min estuviese a punto de decir.
—Uno, creo que están holgazaneando demasiado desde que llegaron, dos, vuelve hablar de la vida de YoonGi hyung y juro que te reviento los sesos, Zico, zi zi confió —arremede mediocremente la voz fémina de un comercial televisivo.
En un instante, los que se encontraban ahí. Trataron a toda costa no soltar una carcajada que acabara con sus vidas, los únicos serios eran YoonGi y el condón humano.
—Eh~ hyung, s-sabe... —JunHong intentaba no soltar la risotada.
—Viejo —Zico se dirigió a YoonGi—. Tienes una novia muy atrevida y valiente.
YoonGi se limito a asentir, mientras que yo me tensaba de puro coraje.
—YongGuk, DaeHyun —nombró JunHong—. Es hora de cargar a nuestras bebés.
Zelo era el menor de su propio squad, pero eso no evitaba que fuera la mente maestra. Tenia entendido que era él el que dirigia y mandaba como si fuese el amo de aquellos dos. En cuando dio la orden, la cabaña se lleno de un arsenal de incontables armas de todo tipo. A eso se referían con, "bebés".
—¿Sabes disparar, princeso? —averiguó un tal P.O, miembro y mano derecha de Zico.
No llevaba demasiadas horas como para aprender sus nombres completos, pero era capaz de retener la información necesaria de cada uno de esos asesinos.
—Mi nombre es Jung, Jung HoSeok, ¿te queda claro? —respondí mientras desarmaba mi Glock 18C para poder limpiarla internamente.
P.O soltó un silvidito de asombro y alzó las manos en son de paz, alejándose de mi. Decidido en mi trabajo, tome la barilla limpiadora e inicie el proceso de limpieza con la Glock.
—Esa arma es una belleza, ¿te sabes la historia? —Zelo, se acercó a la vez que cargaba una M4.
No estaba seguro de que tan bueno sería con otras armas, ni mucho menos saber de donde provenían.
—A quién le importa la historia de un arma, fue diseñada para matar.
—Ah, entiendo. Entonces, ¿tu arma ya tiene historia contigo?, ¿a cuántos has matado ya?
Trague en seco, la mirada curiosa del joven de cabellos rosados me resultaba malditamente hostigosa.
Nunca había matado a alguien, pero... Más pronto de lo que imaginaba sería un asesino por amor. YoonGi necesitaba de mi, y yo estaba más que dispuesto a hacer lo que hiciera falta, y si eso conllevaba matar a inocentes, no me importaba un carajo.
