Cap 10

1.1K 31 2
                                    

Sakura ya no sabía cuántas veces había reprimido el tortuoso deseo de deslizar sus dedos por la templada piel masculina. Se limitó a respirar el olor de ese hombre que de la noche a la mañana se había convertido en el dueño de sus deseos. Sakura llevaba largo rato observando a Syaoran mientras él dormía. Era un lujo poder observarlo sin el temor a ser descubierta, así como era un lujo estar acostada allí, pues normalmente a esa hora ella ya se habría levantado. Nadine solía despertarla muchísimo más temprano para empezar con los quehaceres del día. La anciana seguramente ya estaría trabajando abajo. Sakura no era tan ingenua como para pensar que sólo porque había compartido el lecho del señor, en adelante podría renunciar a sus tareas habituales. Era la hora de volver a la realidad.

Suspiró, y odió la idea de abandonarlo, pero necesitaba retirar sus ropas de la sala de baños antes de que aparecieran en el corredor otras personas, además de los criados. Se deslizó cuidadosamente fuera de la cama y con sigilosos movimientos se puso la tosca túnica gris. Mientras bajaba por su esbelto cuerpo la odiosa prenda, irónicamente sus ojos se posaron en la fina tela que yacía en el suelo. Recogió del suelo su vestido verde, y durante un momento lo acercó a su mejilla. Después, volvió a suspirar y lo depositó cuidadosamente sobre el cofre de Syaoran.

Era consiente que Syaoran no le permitiría usar sus propios vestidos. Habían hecho el amor, y probablemente volverían a hacerlo, pero eso no significaba para él lo mismo que para ella. Para Syaoran ella no era más que una prisionera sobre la cual tenía plenos derechos, era una esclava y las esclavas no visten prendas tan finas. La situación no podía estar más clara. Suspiró y se dirigió hacia la puerta.

- ¿Sakura? –

Se volvió con la mano sobre la puerta y vio que él había despertado. Estaba sentado sobre el borde de la cama, los cabellos en desorden, tan desnudo como la noche anterior, en la cara una expresión somnolienta. Una punzada en el centro de sus ser le recordó que tenía que abstener el profundo deseo del contacto de ese hombre. En su corazón surgió entonces un sentimiento de desesperanza, el deseo retenido...que ya se estaba haciendo habitual. Sakura no pudo contener la sonrisa afectuosa que se dibujó en sus labios.

- ¿Sí, milord? –

- ¿Te ibas sin despertarme? –

- No creí que quisieras levantarte tan temprano. – replicó dulcemente Sakura.

- Ven aquí. –

Ella vaciló, pero sólo por un momento. Si Syaoran deseaba hacerle de nuevo el amor, ella no se opondría en absoluto. Sin duda ese sería un modo muy agradable de comenzar el día.

Lentamente y sin malicia empezó a caminar en dirección del hombre sin despegar sus ojos de los ámbares que lucían extraños. Sakura no vio el deseo en esos hermosos ojos, era algo más que no podía definir. Cuando se detuvo frente a él, Syaoran buscó sus manos y las retuvo en una de las suyas. Pasaron unos segundos hasta que él se decidió a romper el silencio.

- ¿Adónde ibas? –

- Abajo, a trabajar. –

- En ese caso, olvidas algo, Sakura. – Sakura dudó de lo que había entendido e intentó controlarse.

- Olvidar?... No... yo... –

Se interrumpió, y se le agrandaron los ojos incrédula, estaba aturdida porque él solo podía estar refiriéndose a una sola cosa. Syaoran advirtió que ella entendía pero que ella albergaba una pequeña esperanza que no fuera cierto, él no podía permitir que ella creyera lo contrario.

- Ponte los grilletes y la cadena, Sakura. –

Ella trató de apartarse, pero él la sostuvo con más fuerza, reteniéndola muy cerca de él. Sakura meneó la cabeza con incredulidad.

corazon salvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora