Gustos raros

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Amor... Pff esa cosa no la necesito en mi vida, porque soy lo suficientemente egoísta como para amar a alguien lo suficiente para morir por él. Las personas dicen que no podemos vivir sin el amor, y todas las canciones que se escuchan en cualquier parte –en su mayoría– son de amor o de desamor. Y no sólo eso, sino que también, cuando voy al súper veo todas esas parejas "felices", algunas con hijos, algunas sin ellos, pero, por toda parte hay amor.

No necesito de un amor egoísta, no necesito de alguien para ser feliz, pues, la felicidad sólo la encontrarás siendo tú mismo y haciendo lo que te gusta. Ignorando las opiniones sin sentido de los demás.

Supongo que el mundo ha comenzado ignorar el ser felices, eligiendo estar de moda, como todas esas parejitas que prometen amor eterno y a los dos meses no se quieren ni ver.

En fin, las personas como yo tienen que aguantar ese tan molesto aire tierno.

Ah, sí, casi olvido presentarme.

Nombre: Alice Sanders

Edad: 19

Color de ojos: diría que azules, pero no, son cafés.

Pasatiempos: No tengo, no tengo tiempo para esas cosas, aparte de mi trabajo y mi universidad.

Para finalizar esta corta e improvisada presentación, quiero decir que... Que no tengo ningún otro dato "interesante de mi vida"

Y esta, mis amigos, es la historia de cómo he decidido mudarme de mi actual hogar, voy a extrañar a los vecinos, al perro de la señora Nancy, a mamá y a papá.

A ese último muy poco.

Tal vez se pregunten porqué, bueno déjenme decirles que mi padre y mi madre han estado peleando estos últimos años y con la universidad ha llegado una excusa para que no tenga que quedarme entre gritos.

Les juro que no entiendo el porqué no se divorcian y ya. O sea, si bien es un matrimonio de diez años, no tiene sentido soportarse a alguien que no quieres soportar.

Personalmente, y de todo corazón, ya habría –en el caso de mi madre– mandado a comer ya saben que a mi padre. Con todo el respeto que se merece.

Por algo mi hermano mayor decidió irse a tan temprana edad de esa casa.

Y bueno, así es como en éste momento mi madre está llorando porque 'su bebé' se va de su lado. Pero que conste que le insistí que fuera a vivir conmigo, heredé su terquedad.

—Adiós, mamá. Te repito que puedes venir a vivir conmigo si es lo que quieres.

—Alice, si por mí fuera no te irías, primero tu hermano y ahora tú... Te cuidas ¿bien?

—Mamá, sabes que voy a ir los sábados de visita.

—Sí, pero de todas formas te voy a extrañar, cariño, esto es difícil para mí. –hizo una pausa y continuó hablando– no sólo para mí ¡Para tu padre!

—Papá no me quiere en esa casa.

—Papá sí te quiere... Sólo que a su manera.

—De verdad que el amor es ciego...—dije para mí misma en un susurro, sin embargo me doy cuenta de que mi madre escuchó.

—¡No digas esas cosas! –mi madre abrió sus ojos como platos.

—Bueno, ya, mamá, debo irme, sino no tendré tiempo de desempacar mis cosas en la universidad.

Le doy un último abrazo a mamá y luego tomo mi maleta para comenzar a alejarme, me doy la vuelta un momento para despedirme de nuevo con mi brazo derecho de mi madre y comienzo a caminar hacia la universidad, donde me voy a hospedar por el resto de tiempo que esté aquí.

Luego de andar por la universidad mirando el número sobre cada una de las puertas de los dormitorios de mujeres, finalmente encuentro el número 140 en letras doradas sobre la puerta roja que ahora se encuentra delante mio, es entonces, luego de estar buscando la puerta como por media hora, cuando me doy cuenta que la llave que me dieron no abre la puerta, ruedo los ojos, mis pies duelen como si hubiera estado todo el día parada, lo cual se parece a lo que hice.

Decido que mi mejor opción ahora que estoy en ésta situación será llamar a secretaría para que envíen a alguien, o algo parecido.

Saco mi celular y entre los pocos números de la lista, se me hizo bastante fácil encontrar el número que buscaba, así que lo marco.

Un tono, dos tonos... Y contestan —Secretaría, buenas tardes, ¿con quién hablo? — contesta la secretaria del otro lado.

—Hola, es que la llave de mi habitación no funciona, ¿qué puedo hacer al respecto?

¿Qué número de puerta es?

—140.

Oh, mis disculpas a las puertas 130 hasta la 140 se les ha cambiado la cerradura hace poco, no todos están enterados, ¿podrías venir por la llave? No creo que alguien pueda llevártela.

—Uh... Está bien, ya voy para allá.

Miro con pesadez mi maleta y luego miro la puerta. Efectivamente, la flojera de caminar es muy grande, aunque no creo que tenga más opción.

Tomo mi maleta y comienzo mi nuevo camino hacia el ascensor que gracias a Dios tienen los dormitorios.

Llego a la secretaría y una chica más alta que yo me da con una sonrisa amable lo que son las llaves de mi habitación, le doy las gracias y me retiro de allí, no veo la hora de llegar a la habitación para desempacar mis cosas.

—¡Eh! ¡La castaña! —giro mi cabeza, encontrando a un chico que, al igual que yo es de ojos color cafés y su cabello también es castaño.

—¿Qué pasa?

—Me perdí, ésta universidad es muy grande, ¿dónde está secretaría?

—Caminas como... No sé cuantos pasos, la cosa es que sigues derecho y en un edificio está, en el piso 1, no tienes que buscar mucho, es fácil de encontrar una vez estás allí –le sonreí con amabilidad y él no tardó en corresponder a la sonrisa la cual me quedo como boba mirando. ¿Qué? Si es lindo el tipo éste, no me culpen.

—Bien, gracias.

—No hay de qué.

El chico siguió su camino y en el momento en que se fue, pude notar un perfume de hombre mezclado con olor de rosas.

Rosas... Qué raro.

Sin embargo, no le presto mucha atención, apuesto a que no es el único que le pasa eso.

Sigo camino a mi habitación y cuando finalmente llego, la puerta está abierta.

Les juro que mi suerte está hoy por los suelos.

Entro en la habitación y lo primero que veo es a una chica con cabello un poco más bajo de  los hombros, que está desempacando su maleta en un cajón que la habitación trae.

—Hola, soy Alice.

La chica da un pequeño salto en su puesto ya que no me había visto antes y luego sonríe.

—Hola, soy Emma... Pero no Watson.

Ambas reímos levemente. —¿Qué vas a estudiar?

—Diseño de modas.

—Guau... Yo prefiero criminalística forense.

—No creo que ver a una persona muerta sea lo mío.

—No es lo de casi nadie, pero alguien tiene que hacerlo, además me gusta.

—Tienes gustos raros.

Enamorando a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora