Forth parte 2

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—¡Mier... coles, jueves y viernes!

Suelto una carcajada mientras veo como Emma intenta acomodarse sobre el caballo que no se deja de mover. Mientras tanto, mamá me mira mal e intenta ayudar a Emma.

—¡No te rías! No es gracioso –finalmente, luego de varios intentos fallidos de subir apropiadamente sobre el caballo y uno solo bueno, Emma suelta un bufido y acomoda el revoltijo de cabello que tiene en éste momento.

—Pensé que estabas acostumbrada a montar en caballo, eso es un deporte de ricos.

—¡Hey! ¡No olvides que no soy una de esas niñas ricas consentidas! Y sabes perfectamente que no puedo hacer muy bien cualquier deporte.

Niego con la cabeza, Emma era demasiado diferente a una de esas denominadas "niñas ricas".

—Bien, chicas –habla mamá cuando se sube en su caballo– vámonos.

Es allí donde iniciamos nuestra cabalgata rumbo a Forth.

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—¡Qué lindo! –Emma mira el lugar bastante sorprendida. Parece una niña que apenas conoce del mundo.

Río por lo bajo junto con mamá —¿Cómo vas, Emma?

—¡Qué lindo es todo! Me encanta. Jamás había ido a un pueblo y este definitivamente me dan ganas de querer ir a más.

—Bien, chicas, yo iré a saludar a nuestros anteriores vecinos, cariño, ven –mamá me hace una seña para que me acerque a su lado– toma, cómprate un helado y a Emma.

Miro a mamá sorprendida, casi nunca nos dábamos el lujo de comprar cosas o comida innecesaria, gracias a que habíamos aprendido a economizar desde hace mucho.

—¿Segura? Que no sea que te falte dinero más tarde.

—No te preocupes, te lo mereces, desde hace mucho te esfuerzas y éste es uno de esos premios que te daba cuando pequeña. Disfrútalo. Disfrútenlo –finalmente, mamá nos mira a las dos, Emma por su parte no entiende, pero yo claramente sí entiendo.

Le sonrío —Te amo, mamá. Saluda a los Cameron por mí. Y dile a su hijo que no coma muchos dulces, a ese paso le sacarán un diente.

Mamá ríe y se retira en su caballo, me giro hacia Emma con una sonrisa.

—¿Qué? ¿Pasa algo? –Emma me mira con su típica cara asustada.

—Nada. Ven, vamos por helado, te lo mereces luego de haber estado intentando durante media hora subirte a ese caballo.

—¡Sí! ¡Helado! Sabía que tanto esfuerzo me daría frutos.

Emma se me adelanta mientras yo le sigo el paso con mi caballo. Para ser nueva es bastante buena.

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Miro la hora en mi reloj de mano, son las once de la mañana, mamá ya debería estar cerca.

—¿Alice? ¡Oh, Dios mío! Has cambiado mucho. Ahora eres más alta que nunca.

Giro mi torso y mi mirada cae sobre una vecina vieja de mamá.

—¿Verónica? ¡Hola! ¿Qué hay de tus hijos?

Verónica, que tenía tan solo un hijo cuando la conocí por primera vez, ahora se ve mucho más cansada de cuando la vi por última vez. Era una señora que gracias a que no tenía dinero tuvo varios novios adinerados con los que tuvo sus últimos cuatro hijos. He de suponer que en estos momentos esos niños están a cargo de sus padres, pues su madre no tiene mucho dinero para mantenerse de por sí.

—Ellos están con sus padres, Nick y Max están con su padre, Rosalía y Juan están con su otro padre. Ninguno quiere verme –la mujer sonríe triste– Al menos aún Samuel está a mi lado. Ya comenzó a trabajar en una empresa. Hace poco se graduó y desde entonces le va de maravilla. Estamos pagando un departamento en la ciudad y ha comenzado una pequeña empresa que hasta ahora va muy bien.

—Me alegro por Samuel. Si algún día necesita mi ayuda puedes decirle que estoy en la Universidad de Pridgewood. Aunque dudo que necesite de mí.

—¿Ya estás en la universidad? ¡Felicitaciones! –Verónica pudo haber hecho lo que sea, pero a fin de cuentas es una persona increíble que cometió muchos errores al pensar que los hombres la mantendrían viviendo cómodamente si tenía hijos de ellos.

—Gracias. Oh, casi lo olvido, ella es Emma –señalo a mi amiga– estudia conmigo en la universidad.

—Hola, Emma. Soy Verónica. –Verónica extiende su mano y Emma acepta de ésta.

—Emma.

—Bien, las dejo, dale saludos a tu mamá de mi parte.

—Bien. Ojalá tus demás hijos te visiten pronto.

Verónica se marchó del lugar. Minutos más tarde llegó mamá.

—¿Estuvo bueno el helado?

—Claro que sí, señora Palmer, muchas gracias.

—¡Oh, vamos! Deja las formalidades, cariño. Llámame Amanda.

—Bien, Amanda.

—Muchas gracias, mamá.

—No hay de qué, sabes que a veces nos podemos dar lujos.

Lo sabía perfectamente, pero temía que mamá quedara sin dinero por mi culpa —Si necesitas dinero, sabes que puedes decirme.

—¿Tanto dinero tienes? No permitiré que mi niña me preste el dinero que se gana trabajando arduamente. Esto fue un regalo.

Agradecía cada cosa que mamá hacía por mí y por mi hermano, pero ella sabía que no debe de esforzarse tanto. Sabía que contaba con nuestro apoyo.

—Bien, ¿Qué esperamos? Vamos a casa que debo hacer el almuerzo.

Emma y yo asentimos con la cabeza y comenzamos a ir hacia casa.

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¡Hey! ¿Qué tal? Hace tiempito que no actualizaba y como que ya me sentía mal. Les juro que mi próxima historia la publicaré en cuanto sepa que está terminada.

Y bueno, por primera vez quise ser corta y directa a la hora de hablar, así que los dejo deseándoles un hermoso diciembre  y fin de año si es que no nos volvemos a ver este mes porque lo tengo algo... Ocupado en cierto punto.

Los ama, Sara.

*Yukiko1421*

Enamorando a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora