Costumbre

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Cruzo la calle cuando el semáforo finalmente me lo permite.

Cinco minutos pensando sobre Elliot y aún no sé porqué sigo pensando en él.

En mi dormitorio me encuentro con Emma tirada en su cama plácidamente dormida. Quisiera estar así.

Me siento en el escritorio al lado de la mesita de noche, necesito hacer unos cuantos apuntes de una que otra asignatura de la universidad.

Sin embargo, mis ojos se cierran poco a poco y mi cabeza cae sobre el cuaderno en el que estaba copiando.

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Me despierto en el escritorio con una cobija sobre mis hombros, miro hacia donde está la cama de Emma y no la veo allí. Mi mirada corre desde su cama hasta la ventana donde veo la figura de la castaña compañera de habitación mía con dos bolsas con no-sé-qué cosas y se dirige hacia nuestros dormitorios.

Luego, miro hacia el reloj de la mesita de noche donde apuntan las 11:25 de la mañana. Abro los ojos como platos luego de ver dicha hora y me levanto de la silla, tropezando con la cobija. Me maldigo por lo bajo al hacer dicha torpeza en un momento donde voy tarde a una de las clases que comenzaba a las diez.

Excelente manera de comenzar un martes.

Busco en diminuto cajón donde puse mi ropa algún jean con una camisa y unos tenis. Entro en el baño que hay en la habitación, me baño y me cambio rápidamente.

Para cuando salgo veo a Emma disfrutando de un sándwich que compró seguro en la cafetería o fuera de la universidad, con otro de esos en la bolsa blanca sobre el escritorio donde antes dormía.

—¿Quieres? –me extendió la bolsa blanca

—Voy tarde, no puedo.

—¿No sabías? Ayer tu profesora se fracturó el brazo como a la una de la mañana. No tienes clase en la mañana.

Eso no me lo esperaba.

—¿Qué quieres decir?

—Eso: que ayer le robaron no-sé-qué-cosa y ahora seguro está en el hospital. Ya sabes como son de demorados allí. ¿No quieres? –sacudió bruscamente la bolsa dejando claro que se le cansaba su brazo. Tomé la bolsa.

—Gracias.

—No hay de qué.

—¿Y tú? ¿No tienes clases en la mañana?

—¿Yo? Cariño, –Emma había tomado la costumbre de llamarme de esa manera usualmente– yo no madrugo. Las mañanas son sagradas. Amén.

Parpadeé dos veces y luego rodé mis ojos. Emma llegaba a ser enserio perezosa.

—No me ruedes los ojos, jovencita. Soy mayor que tú –ella era bastante sincera y ello hacía que la conociera bastante bien. Ella cumplía 30 días antes que yo.

—No sí. Pronto te llamaré mamá y todo.

—Bebé.

—Tú.

—Niña llorona.

—Ya empezó.

—Costumbre.

—Costumbre –solté un suspiro pesado– en fin, gracias por el sándwich.

—Ya me lo dijiste.

—De cualquier forma, señorita problema.

Me levanté y boté la basura en el bote que tenemos en la habitación. Luego, caminé hacia mi cama y me tiré sobre ésta. Ahora sí, no tenía nada qué hacer.

—¿No has conocido a nadie nuevo en tu clase? –pregunto para buscar tema de conversación.

—Una chica, dos chicos que no están mal y además de ellos nadie.

—No eres muy sociable, ¿eh?

—Tú cállate.

—Uhs... Alguien despertó de malas.

—Tengo sueño, es todo.

—Siempre tienes sueño.

Emma camina hasta una coca con frutas que compramos hace poco y toma una manzana a la que luego le da una mordida.

—Yo iba a ser un koala. Pero nací humana. Mundana. Como le quieras llamar.

—Mundana –me reí por lo bajo– ¿sabes qué es ser mundano?

Emma se aclaró la garganta y se sentó firmemente bajando la manzana hasta su rodilla derecha— No sé qué es. De cualquier forma –se encogió de hombros.

—Mundano, según el libro de Cazadores de Sombras es una persona corriente. Alguien que no puede ver a los Nefilim, Subterráneos, demonios y del resto del Mundo de las Sombras. Lee el libro, es bueno.

Emma no era muy fanática de los libros, pero me tenía que soportar a mí y a mi adicción.

—Tú y tus libros. A ti en vez de darte rosas te deben dar más bien libros.

—No estaría mal.

Aunque no me imagino a un chico dándome de aniversario libros, para mí sería una excelente muestra de cariño. De cualquier forma, dudo que exista un sólo chico en toda la ciudad que regale libro en lugar de flores.

Supongo que será otro sueño frustrado para agregar a mi lista.

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¡Hey! ¡Cuánto tiempo! Como un mes... Oh, buee...

¿Cómo han estado en éste tiempo? ¿Si les dieron semana de vacaciones, o son como yo y estudian en un colegio público y viven en Colombia? En fin, cosas que tienen que pasar.

Oigan, sí, sé que soy una incumplida, una mala autora y que no tengo las cosas preparadas y que todo lo dejo para lo último, de hecho, ésto lo escribí hace unos minutos.

Bueno, como siempre los aguacateo, mis queridos aguacates, y nos vemos en el siguiente capítulo (que por cierto no sé cuándo lo suba :V)

Saben que los amo y espero tengan un hermoso fin de semana.

Enamorando a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora