Física y Derecho Penal

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Coloco finalmente la última camisa con su casi perfecto doblez sobre el resto de ropa. Mamá me mira con preocupación en su rostro, ella en definitiva no quiere que me vaya, pero mañana comienzo a estudiar nuevamente.

—Bien, cariño, como siempre, debes tener cuidado, visitarme en cuanto puedas, alimentarte bien, no sea que llegues más delgada. Y... Llámame, llámame todos los días, cada que puedas, es probable que pronto la universidad comience a ser más difícil, así que entenderé los días que no me llames, pero, hazlo cada que puedas.

—Claro, mamá. Cualquier cosa que pase rara, o que pase algo importante, me puedes llamar, contestaré en cuanto pueda, o por lo menos llamaré en cuanto pueda. Te quiero muchísimo, así que te cuidas.

Abrazo a mi mamá cosa que ella no tarda en hacer. Emma entra en el cuarto haciendo su presencia. Mamá se separa de mí, mientras yo tomo mi maleta y la coloco sobre mi hombro. Mi amiga imita mi acción.

Vamos hacia el auto de mamá, colocamos nuestro equipaje en la maleta y finalmente nos montamos en el auto.

°°°°°°°°°°°°°

Luego de un viaje de aproximadamente una hora, llegamos a la universidad, es domingo y varios estudiantes están en el campus. Por supuesto, no está tan lleno como solía estarlo hace una semana cuando ya todos los estudiantes estaban dentro de la universidad. En este momento apenas unos pocos habían llegado de sus salidas de fines de semana.

—Bien –suspiro– adiós, mamá. Te amo y te cuidas.

—Está bien, cariño, te cuidas muchísimo. Adiós, Emma, sigue siendo tan humilde como ahora. Eres una buena persona.

—Gracias, Amanda. Usted también es una gran persona.

Mamá se despide con su brazo una vez se sube en su auto y Emma y yo comenzamos a caminar hacia nuestro dormitorio.

—Bien, llegamos sanas y salvas.

—Tu mamá me cae bien. Es una ternurita.

—Sí, bueno, a veces lo es.

Coloco finalmente la última camisa con su casi perfecto doblez sobre el resto de ropa. Mamá me mira con preocupación en su rostro, ella en definitiva no quiere que me vaya, pero mañana comienzo a estudiar nuevamente.

—Bien, cariño, como siempre, debes tener cuidado, visitarme en cuanto puedas, alimentarte bien, no sea que llegues más delgada. Y... Llámame, llámame todos los días, cada que puedas, es probable que pronto la universidad comience a ser más difícil, así que entenderé los días que no me llames, pero, hazlo cada que puedas.

—Claro, mamá. Cualquier cosa que pase rara, o que pase algo importante, me puedes llamar, contestaré en cuanto pueda, o por lo menos llamaré en cuanto pueda. Te quiero muchísimo, así que te cuidas.

Abrazo a mi mamá cosa que ella no tarda en hacer. Emma entra en el cuarto haciendo su presencia. Mamá se separa de mí, mientras yo tomo mi maleta y la coloco sobre mi hombro. Mi amiga imita mi acción.

Vamos hacia el auto de mamá, colocamos nuestro equipaje en la maleta y finalmente nos montamos en el auto.

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Luego de un viaje de aproximadamente una hora, llegamos a la universidad, es domingo y varios estudiantes están en el campus. Por supuesto, no está tan lleno como solía estarlo hace una semana cuando ya todos los estudiantes estaban dentro de la universidad. En este momento apenas unos pocos habían llegado de sus salidas de fines de semana.

—Bien –suspiro– adiós, mamá. Te amo y te cuidas.

—Está bien, cariño, te cuidas muchísimo. Adiós, Emma, sigue siendo tan humilde como ahora. Eres una buena persona.

—Gracias, Amanda. Usted también es una gran persona.

Mamá se despide con su brazo una vez se sube en su auto y Emma y yo comenzamos a caminar hacia nuestro dormitorio.

—Bien, llegamos sanas y salvas.

—Tu mamá me cae bien. Es una ternurita.

—Sí, bueno, a veces lo es.

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Vaya. Hijo. De. Su. Madre.

Ha pasado alrededor de un mes desde que ingresé a la universidad. Mi vida desde entonces se ha basado en encuentros con mamá, fortalecer la amistad entre Emma y yo y alguno que otro encuentro con Elliot, que se ha vuelto un gran amigo. Tiendo hacer amigos rápidamente.

Oh, por supuesto, en la única materia que me iba medio mal, Física que hasta ahora y sabrá Dios porqué me ha ido bien.

Y sí, me encuentro estudiando para un examen de esa materia, que siempre es la materia en la que más difícil me va para entender los temas.

Ok, ok, quizá debí pensar en la física a la hora de elegir mi carrera.

—Mierda, pero... ¿Ah? ¿Qué?... Me perdí.

—Alice –Elliot se sienta en mi mesa de la cafetería. Donde es todo un reto estudiar mientras como mi almuerzo. Almuerzo que apenas he tocado– ¿qué haces?

Trago en seco el sándwich de vegetales que he pedido en la cafetería. Generalmente los exámenes quitan gran parte de mi apetito y gracias a que estábamos en una época donde los profesores querían hacer exámenes seguido por lo que me había notado un tanto más delgada, pero comer no era algo muy necesario cuando debía estudiar.

—Hola, Elliot –paso las páginas del cuaderno rápidamente mientras busco el tema– estudiar. ¿Qué hay de ti? No te he visto últimamente.

—Bueno, yo... Estoy re-perdido con un tema de Derecho Penal I. La política nunca fue lo mío.

—¡Ah! ¡Ya entendí! Uhs. Casi que no –miro a Elliot– Lo siento, es que estoy estudiando para Física, siempre tengo que estudiar mucho para que me vaya bien. Al fin entendí un tema.

Elliot asiente con su cabeza comprendiendo mi situación. Doy otra mordida al sándwich y tomo del juguito de cajita que compré. Puedo parecer una niña, pero amo los jugos de cajita. Son como una extraña adicción.

—Ah, por cierto, si quieres puedo ayudarte con Derecho Penal I, cuando era niña en mi casa sólo tenían libros de política que de hecho nunca los leyó ni mi padre ni mi madre. Lo único que sé es que eran de uno de mis tíos que estudiaba derecho pero que murió en un accidente.

El rostro de Elliot se inundó de tranquilidad —¿Harías eso por mí? Vaya, eres una gran persona. Y... Si quieres, podría ayudarte a estudiar Física, tomé clases con mi primo, soy bueno en ello y entendiendo sus temas.

—Entiendes los temas difíciles, pero no los fáciles. Eres raro.

El castaño se encogió de hombros —Soy feliz siendo raro. Y un rarito que te cae muy bien.

Suelto una carcajada al oír la palabra rarito. No escuchaba a nadie denominarse así desde que salí de secundaria.

La señora de la cafetería me mira mal. Miro a mi alrededor dándome cuenta que soy la única junto con Elliot en la cafetería, y también, que acabo de levantar a la pobre señora de su momento de descanso.

—Lo siento –susurró y vuelvo mi rostro hacia Elliot que se encuentra conteniendo una carcajada.

Le tiro lo primero que veo, que resulta ser una servilleta. Por supuesto, no le llega ni a pegar.

Ésta vez Elliot sí se ríe lo más suavemente posible.

—A mí no me da risa.

Está rojo por tanto reírse —Oiga, pero por lo menos respire mijo, que luego me culpan a mí por matar a alguien cuando fue culpa de sí mismo.

Elliot se ríe más fuerte con mi comentario, ¿y a este qué le dio?

—No fue tan chistoso –sigo hablando.

Elliot respira un momento tomando aire. Al fin.

—¿Si se estaba riendo?

Y comienza nuevamente su ataque de risa.

Enamorando a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora