•4 - "La verdad"•

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La tensión se sentía. El nerviosismo y pánico de Carla, la confusión e intriga de Shina. Fueron a la cocina lentamente, se sentaron enfrentadas a la isla de la habitación; donde solían comer juntas.

La mujer cruzó las manos sobre la superficie de la isla, mientras éstas temblaban. Respiró hondo, la pequeña la miraba esperando explicación, y ella sintió cómo después de mucho tiempo la culpa empezó a carcomerla, ¿Cómo podría explicarlo? Entendería muy bien si después de esta charla, su hija no la miraba como antes. Si no comprendía lo que había hecho. Si ya no la amaba...

-¿Y bien? ¿Quién era ese hombre?- Shina estaba cada vez más preocupada, no podía imaginarse qué ponía a su madre de esa forma. Estaba tratando de encontrar alguna explicación, pero nunca hubiera pensado en esto...

-Antes de llegar a ese punto, me gustaría empezar por el comienzo.- Carla calmó su llanto, se secó sus lágrimas y se preparó para contar la historia de sus años en la secundaria. -En mi último año de secundaria empecé a salir con alguien, el trabajaba en un mecánico y yo en una cafetería. Ya sabes, yo trabajaba porque vivía sola y tu abuela había muerto el año anterior así que era lo único que podía hacer. Hasta que lo conocí. Venía todas las tardes por una orden de café para su jefe, algunos de sus compañeros y él. Necesitaba el trabajo porque su madre estaba desempleada, y solo ella era su familia. No teníamos tiempo para otras responsabilidades más que la escuela y llevar dinero a nuestras casas, así que nos veíamos después del trabajo y salíamos a caminar; me acompañaba casi todas las noches hasta mi casa.
>>Empezábamos a usar cualquier tiempo libre para pasarlo juntos. Las cosas iban muy rápido, demasiado. Y yo...- levantó su vista para mirar a su hija, ella estaba atenta a lo que estaba contando, pero no pudo sostenerle la mirada por mucho tiempo, así que volvió a mirar a sus manos sudorosas, antes de continuar -Yo quedé embarazada. Qué podía hacer; éramos dos tontos adolescentes que ya tenían demasiado con su vida. No quería arruinar su vida. Y no creas que pienso que mi vida está arruinada por tu nacimiento, no pienso que seas un error, y si lo fueras; serías el error que me ha hecho más feliz. Pero teníamos apenas 17 años y...-

-Mamá- Shina puso su mano sobre las de su madre, estrechándolas y tratando de transmitir tranquilidad -Sé a lo que te refieres, lo entiendo. No era el momento, y no te culpo. Pude haber sido un error, pero me siento la hija más amada del mundo. Lo importante es que decidiste quedarte conmigo y me amaste siempre. Y si no lo hubieras hecho, sé que lo entendería si supiera tu historia. Sé lo mucho que has luchado por mí, y te lo agradeceré siempre- Carla parecía nunca haber notado cuánto su hija había crecido, su madurez parecía aumentar cada día, sabía que era muy inteligente, y estaba cada día más orgullosa de la mujer en la que su hija se convertía.

La mujer le sonrió, mientras nuevas lágrimas se acumulaban en sus ojos, esta niña la hacía tan feliz, y estaba muy aliviada de que ella lo entendiera. Nunca le había contado su historia, o sobre su padre, y ella sabía que si estuviera en el lugar de su hija se enojaría y mucho. Tenía un carácter demasiado fuerte, y si alguien le hubiera ocultado la identidad de su padre, ella habría explotado. En eso era algo en lo que se diferenciaba demasiado de su hija; Shina sí había sentido curiosidad, claro que sí, pero sabía que su madre no quería hablar de eso y lo respetaba. Podría vivir con la duda, y sabía que siempre su madre tenía sus razones. La pequeña desde pequeña era muy pacífica, se tomaba las cosas con calma, y no era de enojarse demasiado.

-Y me alejé, él ya tenía mucho con sus problemas y sabía que era mi culpa que...-

-No, no fue tu culpa, eso...-

-Sigo pensando que lo fue, pero de lo que más me siento culpable es de separar a una hija de su padre. Y lo siento mucho por estos años sin saberlo, debías saberlo y no te respeté ese derecho. Él nunca lo supo, y sé que no me hubiera dejado si se enterara, pero una nueva responsabilidad no creo que fuera lo que buscaba conmigo; sino ser libre en una relación. Poder ser libre conmigo- Shina le sonrió, sabía lo difícil que era para ella hablar sobre la culpa que la acompañó durante tanto tiempo; especialmente porque Carla no era de expresar mucho lo que sentía, parecía haber construido un muro, y nadie podía pasarlo, excepto su hija, claro. Y eso que solo podía pasarlo en determinadas situaciones, era la primera vez que llegaba tan a fondo. La mujer miró las manos de ambas entrelazadas, podía sentir el calor de las manos de su hija, y su respiración fue calmándose.

-Entonces el señor de la plaza es mi papá...- Carla volvió a subir su mirada hacia la niña, ésta miraba hacia abajo, la mirada fija en el suelo. Shina siempre había querido saber sobre su padre, qué había pasado con él, cómo era. Pero esto estaba pasando muy rápido; y el hombre no podría haber elegido un peor momento para aparecer. Su cabeza era un desorden de emociones; la noticia de su prematura muerte y la reaparición de un padre desaparecido; todo esto en unos pocos días. Todo esto era demasiado para asimilar, ni siquiera podía ordenar los pensamientos para saber qué era lo que sentía, o lo que pensaba al respecto.

Su padre, había vuelto. Más bien, había aparecido de la nada. Recordaba los ojos oscuros de ese hombre mientras buscaba a su madre con la mirada, sentado en el banco. Él era su papá. Había esperado mucho por un momento de reencuentro, siempre había imaginado a un padre que la amaba y se sentía culpable por abandonarla. Pero ahora lo sabía; no la había abandonado. Ni siquiera sabía de su existencia hasta esa tarde.

Carla había levantado su vista, la estaba mirando, mientras trataba de saber en qué pensaba. Eso también era una característica de la pequeña; era bastante fácil de leer. Muy expresiva, transparente. Eso sí que lo había sacado de su padre... La niña alejó sus manos de las de su madre, aún mirando al suelo, y caminó lentamente. Rodeó la isla y se acercó a su madre. Sin mirarla, solo se abalanzó sobre ella y la envolvió en un abrazo mientras ahogaba sus sollozos contra el hombro de su madre. Necesitaba sacar todo lo que no podía poner en palabras; ni siquiera en su cabeza.

Con sorpresa, se le correspondió el abrazo. Y ambas se fundieron con un llanto. Todo era un desorden de situaciones, y esto era como la cereza del pastel. Lo que faltaba; algo más para sacudir a este pobre dúo.

-Quisiera hablar con él, conocerlo. De la forma que se debe, no como hoy en la plaza...- soltó la pequeña, sin separarse, mientras el hombro de Carla ahogaba un poco su oración. Ella asintió frenéticamente.

-Por supuesto. Puedo llamarlo ahora. Es lo correcto que se vean- sonrió, aún con unas lágrimas en su rostro -Te encantará, es un gran hombre- Shina comenzó a llorar de nuevo, y ahí estaban otra vez; ambas abrazadas en medio del llanto, con dolor y emociones inexplicables en su interior. Y ahora debían separarse por una llamada. La llamada...

Entre la Vida y la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora