•7 - "¿Un café?"•

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En los siguientes días, Carla pensó sobre todo; su hija, en ella misma, en Marco ¡Oh Marco! ¿Qué pensaría de ella? ¿Que debía hacer para que pudiera perdonarla? Parecía que todo había sido error tras error con él, y ella en serio quería arreglar las cosas.

No quería vivir con esta culpa que la consumía. Shina estaba contenta ahora, pero sabía que, de todas maneras, lo que había hecho había sido malo, muy malo.

Padre e hija seguían hablando por llamada casi todos los días, aunque no se habían vuelto a ver aún. Su relación era muy fuerte, y ya habían formado un enlace emocional. Ambos descubrieron que compartían muchos rasgos en la personalidad, y les alegraba mucho.

La mujer, luego de días de pensar y pensar, decidió que llamarlo para que se vieran era la mejor opción. Tal vez no le parecía la mejor opción, pero era lo correcto; lo más razonable y maduro. Se preparó mentalmente para eso, y llamó.

-Shina?- preguntó Marco al responder el teléfono. Imaginando que ella nunca lo llamaría.

-Soy Carla, en realidad...- dijo avergonzada. Él se quedó callado, sorprendido totalmente.

-Oh... Hola, ¿está todo bien?-

-Si... quería, yo quería...- tonta, tonta, tonta, dile de una vez! -Si querías ir a tomar un café- dijo atropelladamente. Aún más tonto, se dijo de nuevo a sí misma, así que trató de arreglarlo -Para hablar sobre Shina y todo esto reciente...-

-Claro yo... ¿Cuándo?- dijo Marco, aún bastante confundido. Después del encuentro fallido del sábado pasado, no pensó que vería a Carla, por lo menos no en un futuro tan reciente.

-El jueves, a la misma hora y lugar de... siempre... - dijo tímida. Ambos sabían qué lugar, qué hora. Las imágenes de recuerdos se infiltraron en las mentes de ambos. Recordando el ambiente, el aroma, las risas de ellos, el amor que florecía...

-Bien, te veo ahí. Hasta luego, un beso a Shina- exclamó él en modo de saludo. Se notaba el titubeo en la voz, la duda. Después de tener tanta emoción por verla, ahora estaba enojado por el secreto que ella se guardó por tantos años, indignado, y lastimado. Le había dolido, porque la pequeña también era su incumbencia, y ella le había sacado ese derecho. Pero sabía que este encuentro debía ser tarde o temprano, y mejor temprano, porque había que hacerlo.

-Si, se lo diré. Hasta luego- cortó. Se quedó parada en el living, que estaba solitario con solo su presencia, mientras su hija estaba en la escuela. Dejó el teléfono en su lugar, y se dirigió al sillón. Se sentó mientras recordaba los tiempos de su amorío, los únicos momentos felices que podía recordar de antes del nacimiento de su hija. Y todo se había ido a la mierda por su culpa. Y planeaba arreglarlo.

Y lo asimiló; tomaría un café con Marco. Un café. Con Marco.

Entre la Vida y la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora