Las horas de la madrugada se volvieron días, dos días para ser exactos, en los cuales Shina aún seguía en coma, estable, pero en estado crítico. Usaba un respirador, y una bata celeste que la cubría hasta encima de su rodilla. La cama en la que descansaba era muy cómoda, y la habitación tan blanca y pulcra que molestaba a la vista. Aún así, no había indicios de un pronto despertar.
Carla no se separaba nunca de ella, hasta dormía en la sala de espera; cerrando los ojos a altas horas de la noche y abriéndolos muy temprano. Marco venía en la tarde a ver a Shina y en varias ocasiones trajo comida para que Carla metiera algo en ese estómago vacío.
La mujer estaba durmiendo esa noche, sobre una silla de la sala, hasta que sintió que alguien la sacudía. Abrió los ojos lentamente sin entender qué pasaba, hasta que observó que era una enfermera la que la estaba despertando. Ésta muchacha era bastante jovencita, incluso más que ella, rubia y ojos marrones, rellenita y cachetes rosados. Carla se acomodó en el asiento y se frotó los ojos para despabilarse. La enfermera dejó de sacudirla al percatarse que ya estaba despierta, y le habló lentamente.
-Señora, su hija está despertando- dijo sonriendo. Carla se levantó lo más rápido que pudo y fue a la habitación de Shina. El pasillo era largo, con muchas puertas, salidas y escaleras.
La habitación de su hija estaba un poco lejos de la sala, pero no le habían permitido dormir en el pasillo. Llego, y abrió la puerta lentamente, su niña la miraba desde su cama. Casi corrió a su encuentro y se paró junto a la cama.
-Cariño... ¿cómo te sientes?- sentía que el corazón se le saldría del pecho. Su amada hija había despertado luego de días de sufrimiento, y no sabía qué decir. ¿Qué podría decir?, estaba angustiada y feliz a la vez. ¿Pero Shina? ¿Cómo se sentiría ella, que acaba de despertar en el hospital conectada a tubos que ni ella conocía? Aunque algo era seguro; ambas tenían miedo. Miedo de lo que podría pasar, o lo que podría estar pasando dentro del pequeño cuerpo de la pobre niña.
-Mamá...- largó Shina con un suspiro mientras levantaba la mano suavemente hacia su madre. Carla la estrechó rápidamente entre sus manos cálidas- No podía respirar de nuevo, ¿verdad?- peguntó tan suave y bajo, que parecía que lo hacía con esfuerzo.
-Va a estar todo bien, mamá estará aquí. Y lo sabes- sonrió la mujer tiernamente. Su hija la miró unos segundos antes de empezar a sollozar.
-No quiero ser una molestia, no quiero que pases por esto, mamá- Carla comenzó a llorar, acompañando a su hija en un gran abrazo. -Estoy luchando, lo estoy haciendo por ambas, por ti. Pero no quiero ser una carga, no puedo.-
-Nunca serás una molestia, eres lo mejor de mí vida.- dijo su madre, abrazándola más fuerte. Shina lloró más fuerte, y se quedaron allí un buen rato, hasta que pidieron que la mujer saliera para hacer los estudios de rutina a la niña.
Marco aún no había llegado, se había perdido las horas de visita, y eso era muy raro en él. A Carla la ponía contenta cómo se estaba tomando esto de la paternidad, y más de esta paternidad acompañada de hospitales. El hombre estaba dando todo de sí últimamente, pero seguía sin aparecer.
Pero cuando lo hizo, lo hizo con alguien más.
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Entre la Vida y la Muerte
Fiksi RemajaLa muerte es algo por lo que todos pasamos. Temprana o no nos parece horrible. Imagina ser una niña y descubrir que morirás en un año. Esperarla tranquila es muy complicado y estar muy alarmada no sirve de nada. Su familia estará allí para apoyarla...