Capítulo 1

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El elegante edificio se alzaba frente a él como una fiera a punto de devorarlo, realmente le costaba creer que estuviese paralizado por los nervios y, hasta cierto punto le parecía gracioso, debía de estar regalando una vista realmente curiosa para las personas que pasaban de largo por el lugar, se preguntaba cuál sería su reacción al ir caminando tranquilamente y de pronto ver a un hombre que lleva parado más de 10 minutos en el mismo lugar con un ramo de flores en la mano justo como está él, seguramente su primer pensamiento sería que esa persona esperaba a alguien, luego pensaría que quizá ese hombre se está muriendo de los nervios porque está a punto de confesarse a la persona que le gusta, es lo más seguro, pero nunca le pasaría por la cabeza lo que sucede en realidad.

Observó con cierta tristeza el ramo de curiosas y hermosas flores, no había elegido el convencional ramo de rosas pues no lo consideraba demasiado expresivo, las rosas se regalan tan seguido que son comunes en muchas ocasiones y él no quería que su detalle recayera en lo común, después de todo aquel era un acto completamente espontaneo, no celebraba una fecha en especial; ni un cumpleaños, ni un aniversario; era simplemente un intento que buscaba transmitir un sentimiento.

Lentamente las comisuras de sus labios formaron una sonrisa, aquel último pensamiento le había ayudado a decidirse. Con pasos seguros se encaminó hasta la recepción, saludando a todo el mundo con una radiante sonrisa mientras se encaminaba al elevador, no tuvo problemas para acceder al lugar, después de todo él era conocido por las personas que ahí trabajaban. Pulsó el botón que le llevaría a uno de los últimos pisos en dónde se encontraban las oficinas pertenecientes a los altos cargos de aquella empresa.

Las puertas del elevador se abrieron dejando ver una elegante sala de espera en el centro, repartidos en lugares estratégicos había tres escritorios ocupados por una eficiente secretaria cada uno. Fue entonces que los nervios que había fingido ya no sentir volvieron a ser evidentes, volviéndose a untar de valor se dijo a sí mismo "sólo un poco más" y se encaminó con andar ligero hasta una de las secretarias.

—Buenos días, Nozomi— Saludó con una amable sonrisa.

—¡Oh! Señor Fye, buenos días— la mujer de 40 años saludó con sincera alegría, desde que había conocido al joven rubio frente a ella le había parecido una persona muy agradable —Viene a ver a su esposo, me imagino.

—Así es, le eh traído un obsequio— dijo alegremente al tiempo que levantaba el ramo de flores.

—¡Son hermosas!— Declaró conmovida, el rubio lucía tan enamorado de su esposo, era una buena persona y bastante atractivo además, realmente no podía entender cómo es que... —Lo anuncio con su esposo.

—Sí, gracias.

La secretaria marcó el número de su jefe quien, cabe decirse, era el presidente de aquella prospera empresa.

—Señor Tatsuya, su esposo está aquí... así es señor... enseguida— colgó el teléfono y enseguida le dijo al rubio que podía pasar.

Se encaminó a la oficina de su esposo no sin antes agradecer a Nozomi. En la oficina su esposo revisaba varios papeles, su rostro era poco expresivo en esos momentos pero Fye sabía, por la manera en que su entrecejo se inclinaba ligeramente, que estaba estresado y molesto por algo.

—¡Hola, mi amor!— saludó efusivamente y caminó hasta quedar frente al escritorio.

—¿"Mi amor"?— levantó una ceja, apartando la mirada de los documentos para ver a su esposo de pie frente a él.

—Quizá prefieras "corazón"

—Ninguno de los dos— declaró secamente.

La sonrisa del rubio se suavizo, cuanto le amaba, se dijo así mismo, desde su personalidad hasta du físico, sus ojos rojos, el color canela de su piel y si cambiara algo de él, probablemente fuese únicamente su mal genio, aunque no puede negar que hay días en los que ama hasta ese pequeño defecto suyo....

Me dedique a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora