Capítulo 2

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ACLARACIONES: el nombre de Kuro en el fic es Kurogane Tatsuya y como su esposo Fye tiene el mismo apellido.

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Observó la mesa vacía, únicamente él comía en el comedor de la casa y aunque éste no era muy grande se sentía realmente muy solo. Su mirada se posó en el lugar que debería estar ocupando Kurogane, hacía varias semanas que el moreno no llegaba a cenar.

Dio pequeños bocados antes de decirse así mismo que no tenía apetito. El silencio de la casa le parecía ensordecedor, ya debería de haberse acostumbrado pero, realmente no creía posible que alguien pudiera llegar a acostumbrarse a la soledad.

Recogió la mesa y lavó los trastos, luego fue a la sala en donde encendió el televisor, pero no pasó demasiado tiempo antes de hartarse y terminar apagándolo. Un libro, pensó dirigiéndose a su biblioteca personal, pero ninguno de sus libros llamó su atención, tal vez uno nuevo, se dijo así mismo, de aquella manera lograría distraerse. Con ese último pensamiento en mente salió de la casa, era bastante tarde pero si se apresuraba conseguiría encontrar alguna librería abierta.

¿Y si Kurogane llegaba y no lo encontraba? Tal vez preocuparía al moreno, pensó deteniendo sus pasos.

—Pero si él nunca llega temprano.

Era verdad, la hora de llegada de Kurogane era entre la 1 y 2 de la madrugada, siempre tarde, creía que Fye no lo notaba pero en realidad sí lo hacía, siempre lo hacía.

—No importa dónde pases las horas, siempre y cuando regreses a mí.

Quizá fuese un pensamiento demasiado ingenuo, demasiado tonto, pero no importaba, al menos no para él, todo aquello era sólo temporal, su matrimonio atravesaba una crisis pero era algo natural, todo se resolvería, eso quería pensar.

"La ignorancia es igual a felicidad" decían algunos mientras que, otros objetaban y declaraban que era imposible que la ignorancia pudiese llegar a ser felicidad, pero él lo sabía, la ignorancia era una felicidad artificial, pero felicidad a fin de cuentas, y él era, de alguna manera, un ignorante, y estaba bien con serlo, porque no quería conocer la respuesta a las preguntas que a diario le atormentaban.

¿Qué hace el moreno luego del trabajo? ¿A dónde va? ¿Por qué Kurogane continuaba mintiéndole con excusas absurdas? ¿A dejado de amarle? ¿Cuál es la razón de su cambio para con él? ¿Volverá a ser el mismo? ¿Es culpa suya acaso?

Mira su reflejo en el espejo retrovisor del auto, su aspecto le desagrada, hay unas muy visibles ojeras enmarcando sus ojos, además de que éstos se encontraban hinchados, de aquella manera no lograría reconquistarlo nunca, se dice así mismo sintiéndose molesto, porque de algún modo la culpa de lo que ocurría siempre recaía en él, muy a pesar de que sabía que las ojeras eran causa de las noches de desvelo esperando por que el moreno regresase de cualquiera que fuese el lugar en el que pasaba sus horas luego del trabajo, y que los ojos hinchados eran por el llanto que le daba luego de que Kurogane llegaba sigiloso, agotado y con olor a culpabilidad en la piel, mientras que él finge estar dormido, llorando silenciosamente para no llegar a molestarlo mientras duerme a su lado.

Condujo durante una hora buscando en los alrededores alguna librería pero no encontró ninguna abierta, así que para no hacer el viaje en vano decidió ir a Sweet fantasy, el lugar donde vendían los postres más deliciosos de la ciudad, compraría muchos postres para llevar y luego los comería todos en casa hasta hartarse, sonaba algo divertido. Recordó que Kurogane solía llevarle un postre de Sweet fantasy todos los días luego del trabajo, al menos eso durante sus primeros años de casados.

Me dedique a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora