Capítulo 8

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Termineeeeeeeeeeeeeee!!!

Hola!!! Lamento la tardanza u.u! por alguna razón la computadora no me abría el archivo de Word donde tenía el capítulo y ahí me tienen sufriendo TT.TT me decía algo de que estaba dañado y si quería rescatar la información, pero cuando le daba "aceptar" parecía cargar y de ahí ya no pasaba, incluso tenía que forzar el cierre del programa, me dije a mí misma, mi misma tal vez debas dejar esperar un día e intentarlo de nuevo xDD obviamente no funcionó TT.TT ya tenía la mayor parte y ahora estaba perdida!!!!! D: afortunadamente encontré un tutorial y ¡Listo! fue más fácil de lo que creí o.o así que aquí lo tienen :3

NOTA: El capítulo es un poco relajado, pero los que siguen se van a poner intensos!!

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La soledad era un sentimiento que le embargaba casi a diario, no importaba lo que hiciera, no podía sacarse aquel sentimiento de la piel, trataba de entretenerse en cualquier cosa, desde los labores de la casa hasta con un poco de jardinería incluso, le funcionaba medianamente bien, pero al caer la tarde todo iba a peor, encendía todas las luces de la casa y prendía el televisor, no para verlo, simplemente lo hacía para no escuchar la voz de la soledad susurrando contra su nuca. Se obligaba a comer a pesar no sentir apetito alguno, compraba alguno que otro dulce pero nunca llegaba a terminarlos, salía a caminatas por el parque o simplemente a vagar por las calles sin encontrarle ningún sentido a ello, las cosas no tenían ni sabor ni color, era como si todo de él estuviese drenado, había olvidado como se era feliz, había olvidado incluso como ser él, justo ahora no se sentía nada más allá de un mero cascaron vacío.

Kurogane regresó de su viaje, Fye le recibió con una comida especial y su mejor sonrisa; una sincera por tenerlo de vuelta. Se besaron, el moreno le tocó con mimos, durmieron abrazados incluso, pero nada más. Al día siguiente la usual y maldita rutina continuó y la soledad volvió a golpearle en la cara mientras pasaba otra noche en vela imaginando a su esposo con Noa, tocándose, compartiendo la intimidad y el placer, mientras él tan sólo podía esperar, esperar y fingirse dormido cuando Kurogane se adentrará sigiloso en la cama con el aroma de otro impregnándole la piel, y entonces él lloraría en silencio hasta quedar dormido.

Rebuscó entre sus cosas hasta que finalmente dio con lo que buscaba, era el folleto que le había regalado aquella mujer desconocida en el parque, tenía pensado ir a ver cómo era el dichoso lugar y nada más, no era más que simple curiosidad, sí, sólo se trataba de eso.

Dar con la dirección no le fue difícil, se trataba de un pequeña construcción de tres plantas, bastante amplia eso sí, la fachada era algo antigua pero se veía en perfecto estado, estuvo observando el lugar un poco más antes de que al fin se decidiera a entrar. La recepción era acogedora pero estaba completamente vacía.

—¿Hola?— Llamó, realmente parecía no haber nadie por lo que pensó que sería mejor irse de una vez, sin embargo una puerta se abrió llamando su atención.

—-Hola— le saludó una mujer de unos treinta y tantos años, mostrando una sonrisa amable que inspiraba confianza nada más verla, o al menos inspiró eso en Fye.

—Hola, yo...— Desvió la mirada —Venía a pedir informes— dijo mostrándole el folleto.

—¡Oh! Claro, ven, pasa— le invitó a entrar a lo que parecía ser su oficina. Fye le siguió hasta un cuarto pequeñísimo, había un escritorio que abarcaba casi todo el espacio, sin embargo y a pesar de esto el lugar lucia jodidamente encantador con los pequeños adornos de flores sobre el escritorio, las paredes pulcramente blancas y la enorme ventana detrás del escritorio que le daba una iluminación natural perfecta. —Toma asiento.

Me dedique a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora