ABRIL -43-

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Volví al trabajo con una nueva ocupación: tener una respuesta esta noche. Y eso es algo que no me sería fácil decidir y en mi interior estaba pidiendo ayuda a gritos sin hablar, con la esperanza de que alguien me escuchase. Pero nadie lo hizo. Así que se me ocurrió la idea que no había tenido durante el tiempo que llevaba intentando decidirme: hablar con la persona más sabía que conozco. ¿Quién? Mi abuela. Ella sería la única  persona que no me aconsejaría con segundas intenciones y su opinión valdría mas que la de cien personas juntas.

Y aquí estoy. Camino del hospital para ir a ver a mi abuela y contarla el grandísimo problema que tengo. Suelo ir a verla todos los días, pero nunca he tenido la valentía de contárselo.

¿Por qué todo lo que nos rodea en la vida son decisiones? En ocasiones me pregunto por qué no seguirá todo su curso sin complicarnos y llenarnos de problemas... Todo sería más fácil, ¿verdad? Pero no. Es mejor volver el mundo patas arriba cada día que pasa un poquito más, sólo para intentar resolver tonterías que se meten en un bucle insignificante y sin salida. Y en eso se basa mi día a día, en arreglar mi vida.

Camino entre las blancas paredes del pasillo del hospital con paso lento. Hasta que llego a la habitación donde está mi abuela.

Y paso.

- ¡Abuela! - Grito abrazándola.

- Hola mi niña, ¿como estás? - Dice tan dulce como siempre.

La observo y veo que en sus ojos hay más brillo y su cara tiene un color rosado más intenso que otros días. Desde que ingresó aquí para la operación, ha ido mejorando por momentos. Y a la vista está que su estado es mucho mejor que el de entonces y ya no tiene la cantidad de aparatos que tenía conectados a ella, solo el pequeño tubo que cuelga de la bolsa de suero y va hasta su brazo.

- Bien abuela, ¿y tú? ¿Que te han dicho hoy? ¿Te van a dar el alta pronto? 

- Me atacas a preguntas, ¿eh? Pues te tengo una gran noticia.

- ¿Ah si? ¿Cual?

- Pues... Si todo marcha bien hoy y paso buena noche, ¡mañana me dan el alta!

- ¿¡En serio!? - Me tapo la boca con ambas manos después de soltar un ligero grito de emoción. Es fantástico que la den el alta por fin, esto ha ido muy deprisa, pero se me ha hecho eterno tener que verla en el hospital tantos días.

- ¡Si! 

- Oh abuela, eso es genial... ¡Absolutamente genial! - Asiente con la cabeza y sonríe. - ¡Al fin te tendré en casa conmigo!

- ¿En tu casa?

- Claro.

- No, no. Yo puedo hacer mis cosas en la mía. ¡La tengo descuidada desde que estoy aquí.

- Ni lo sueñes - no va a irse sola a su casa cuando la den el alta. Necesita que alguien esté pendiente de ella hasta que su recuperación esté al completo. - , no pienso dejar que te quedes sola en casa. Al menos por ahora. Cuando estés recuperada ya lo hablaremos, pero de momento te vas a quedar en mi casa. Conmigo. Y no acepto discusiones al respecto sobre ello.

- Pero...

- He dicho no. Y es no. - Sentencio sin dejarla terminar de hablar.

Refunfuña un poco y no contesta. Pero es su forma de aceptar, aunque sea a regañadientes.

Tengo que contarla lo que me ha pasado con Ángel. No sé como hacerlo, pero necesito urgentemente su opinión. Evidentemente, omitiré bastante de lo sucedido, pero con un resumen bastará para que me entienda y me diga lo que ella piensa. Y creo que lo mejor es que se lo explique sin dar muchos rodeos, ¿no?

Razón o Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora