ABRIL -33-

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- ¿Qué pasa? - repito a la vez que me siento y le hago un gesto para que haga lo mismo en la silla de al lado.

Lleva la barba de varios días sin afeitar y un aspecto muy dejado y descompuesto. 

Se acerca y toma asiento, entrelazando sus dedos encima de las rodillas y mirando al frente. Entonces, suspira.

- Estoy viviendo una auténtica pesadilla...

Su quebrada voz le delata y me hace ver que realmente no está pasando por el mejor momento de su vida, pero eso yo lo sabía, porque ya pasé por una traición, mejor dicho, por dos traiciones y una muy recientemente. Por eso le comprendo y sé como puede llegar a sentirse, pero lo suyo es peor de lo que a mí me pasó. Cuando creyó que tenía un relación estable con la mujer de su vida, va ella y le engaña en repetidas ocasiones pero enterándose solo a de una, pero de la peor de todas y de la peor manera. Me pongo en su lugar y en verdad, tiene que ser muy duro no saber si el hijo que espera la chica con la que compartía sus días es suyo o de otro.

- Lo sé Marco... Yo estaba allí... E intento entender como te sientes...

Me observa fijamente entrecerrando los ojos con una expresión dubitativa que me confunde, podría decir que hasta con gesto de auténtico asco. ¿Asco hacia quién? ¿Hacia mí? 

- ¿Me entiendes? 

- Recuerda que pasé por algo parecido... Dos veces a falta de una.

- Algo...

- Parecido he dicho, pero no igual. - Le interrumpo terminando su frase, porque sabía exactamente lo que iba a decir.

Se quita las gafas sosteniéndolas con una mano mientras que con la otra se frota despacio el puente de la nariz.

- Pero no puedes comprenderme, tú estás de parte de ella.

- No, no estoy de parte de ella. - Contradigo al notar el dolor en su voz.

- Sí lo estás, por eso está en tu casa. La estás ayudando.

- Está en mi casa porque es mi amiga, no podía dejarla en la calle. Pero no estoy de su parte, ya se lo dije a ella... Lo que ha hecho ha sido muy cruel y muy egoísta, no podría estar nunca a favor de un comportamiento así, Marco.

- Ya, claro. Seguramente ella no esté ni la cuarta parte de dolida de lo que lo estoy yo. - Contesta emitiendo un bufido.

Y la verdad es que no lo está, es por momentos, pero la mayor parte del día, se las pasa pensando en sus nuevos fichajes, como el chico de la cafetería que ahora está con Mari. Pero eso no puedo decírselo, porque le haría sufrir aún más de lo que ya lo está haciendo. Y decido omitirlo.

- Estaba dolida. - Miento a medias, porque está dolida a medias.

- Seguro - dice irónico - , ella al menos sabe que es la madre del bebé.

No sé que contestarle a eso y cuando la puerta se abre y esta vez si que es la señora Rosa quién entra, me alivia no tener que responder a su dura afirmación.

- Buenas tardes.

- Buenas tardes señora Rosa - la contesto acercándome para indicarla que se siente en la mesa de manicura -, espéreme un minuto. No tardo.

Como siempre, la desaprobación en su forma de actuar está presente, pero no me importa y vuelvo hasta Marco para retomar la conversación. Pero ya se ha levantado, con intención de irse.

- ¿Qué es lo que querías decirme? - le pregunto recordando que había venido para decirme algo.

- Yo...

No termina de hablar, cuando Mari y Dan vuelven, lo que parece producir cierta incomodidad en él y también en mí. Porque el chico que acaba de entrar es exactamente el mismo con el que Megan ya ha quedado con segundas intenciones. Pero de eso él no lo sabe y yo no seré quien meta la pata al decírselo.

Sus miradas se cruzan y por un momento parecen conectar tanto, que me hace pensar que ambos se huelen algo. Pero agito la cabeza para quitarme esa idea, porque es completamente imposible que así sea.

- ¿Te queda mucho niña? - dice la señora Rosa desde el lado opuesto a nosotros de manera impaciente.

- No, ya voy. - Contesto al instante, pero me vuelvo para mirarles a ellos - ¡Que poco habéis tardado! Aún te queda un rato de descanso.

- Ya, pero hemos quedado cuando termine de trabajar. - Dice Mari sin poder ocultar una enternecedora sonrisa.

- Nos vemos luego, gracias Abi.

No sé muy bien porqué Dan me da las gracias, supongo que por haberles obligado a tener una cita exprés y que ésta haya salido bien. Me despido de él y se marcha, retomando Mari su trabajo y finalizando su corto e intenso descanso.

- Bueno yo me voy... 

- No, espera - intento contener a Marco para que termine de decirme que es lo que quería - , has venido para hablar conmigo.

- Y lo he hecho.

¿Lo ha hecho? Claro que lo ha hecho, pero desde luego no de la forma que pretendía, porque nuestra fugaz conversación no ha llegado a ningún punto en concreto, solo hemos dicho cosas que ya sabíamos los dos, y en contadas palabras. Si venía a desahogarse, no lo ha conseguido, y si dice que ya hemos hablado, es porque algo más tenía que decirme y no quiere ahora contarlo.

- No, no lo hemos hecho. Has venido a decirme algo que no has dicho, estoy segura. - Le digo incitándole a hablar.

Me observa entornando los ojos, y me resulta de lo más extraño cuando una media sonrisa se forma en sus labios.

- ¿Sabes Abi? Cuando te conocí, sabía que no eras mala gente.

- Emm... ¿Gracias? - contesto algo descolocada.

- No me entiendes, pero acabarás entendiéndolo. 

- ¿Qué? - Cada palabra que dice me descoloca aún más.

- Sí, no me entiendes ahora, pero... Mira, como ya te he dicho, al conocerte me caíste bien, y ahora puedo afirmar que realmente eres una buena persona, de las mejores que he conocido tal vez.

- ¿Qué? Sigo sin entender lo que dices.

- ¿No aceptas un cumplido de un amigo?

- Sí, claro, no quería decir eso, pero... Bueno, no sé porque me lo dices.

- Que te cuides Abi. - Me toca el hombro y ahora cambia de expresión, volviéndose seria. - Ten cuidado de algunas personas que te rodean.

- ¿Cuidado? ¿De quién?

Se aleja un poco, toca su barba despacio pensativo y abriendo la puerta, se gira para mirarme y dice:

- Que tengas cuidado con Megan, no te fíes de ella.

Termina de salir y después de haber lanzado la bomba, se va sin decir nada más, dejándome con una gran laguna mental, que no se como interpretar.

¿Como no me voy a fiar de Megan? Ella siempre ha sido alguien en quién he podido confiar, ¿por qué no debo fiarme ahora, de repente? Es probable que solo sea un intento suyo de fastidiar nuestra amistad y así poder vengarse de alguna forma de ella, pero eso me implicaría a mí. También me terminaría haciendo daño y no veo a Marco capaz de querer herirme a mi también.

- ¿He oído bien? - Dice Mari acercándose perpleja al haber escuchado nuestra conversación.

- Sí, creo... Que sí. Ha dicho que no...

- Que no te fíes de Megan. Pero, ¿por qué?

Su asombro no es mayor que el mío, pues creo que mi confusión ronda el límite de los límites, y ya no sé que pensar. Si Marco dice la verdad, mi mejor amiga no sería al final mi mejor amiga, pero si miente, será solo causa de su impotencia al no saber hacia donde reconducir su vida, ahora que ella la ha roto en mil pedazos. 

Pero la duda permanece en mi cabeza.


Razón o Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora