FEBRERO -8-

195 37 12
                                    

La mujer que tengo de frente y a la que tanto odio tengo, me mira por encima del hombro, con actitud de superioridad y con el mismo asombro que yo a ella. Sabe perfectamente quién soy, pero no dice nada al respecto sobre el tema, solo me mira, y no puedo evitar mil pensamientos de odio por todo lo que me contó Ángel sobre ella, y después de un largo silencio estando ambas inmóviles, intenta esquivarme y pasar por la puerta, pero estiro los brazos y coloco las manos sobre los marcos de la entrada para hacerla entender, que tiene prohibido el paso en esta casa. Pero no se da por vencida y me empuja.

- No eres bienvenida aquí. ¡¿Qué te crees que haces?! - Grito para dejar claro quién manda.

-Aparta de mi camino. - Me dice tajante, e intenta pasar a la casa una vez más. No se lo pondré fácil.

- O te largas o llamaré a la policía.

Ignora la amenaza y suelta una horrible carcajada. Se arremanga y por segunda vez, me da tal empujón que ahora termino en el suelo un poco descolocada por la situación. Me mira y alza la cabeza de nuevo, se baja las mangas y pasa por encima de mi para poder entrar. Agito un poco la cabeza y antes de que de un paso más, me vuelvo a poner delante de ella. Esta vez, mis ojos ardientes desprenden verdadero fuego y para que no siga avanzando, sin pensar lo que estoy haciendo, la que la empuja soy yo y quién cae al suelo es ella, pero el que aparece es Ángel.

- ¡¿Qué coño es todo esto?! - Grita.

Me mira con auténtica furia y acto seguido mira al suelo, donde se encuentra tirada Ana, que solo intenta dar lástima. Deja de mirarme y va corriendo hacia ella, se agacha y la intenta levantar con cuidado como si se tratase de una delicada muñeca de porcelana.

- ¡¿En que pensabas Abi?! - Vuelve a gritarme, una vez más.

- ¿Perdón? ¡La que primero acabó en el suelo fuí yo, no ella!

No me contesta. Se centra en ella y la lleva hasta el salón, donde la ayuda a recostarse en su sofá, como si fuese un gatito malherido de ojos tiernos, mientras yo, me mantengo al margen en el mismo sitio, contemplando la imagen de la que no doy crédito. No me esperaba que Ángel reaccionase de esa forma conmigo y mucho menos, que la prestase atención a ella.

- He venido a avisarte - advierte ella - , tengo a nuestra hija en el coche - dice recalcando la palabra "nuestra" mirándome de reojo - , o vienes con nosotras, o no la vuelves a ver.

¡¿Qué?!

- ¿Te has vuelto loca? ¡Por dios Ana! Llevas meses sin verla y ahora que te ha dejado tu ricachón nuevo, ¿vienes a mi? No, no, no. ¡No tiene sentido esto! ¡Tú no tienes sentido! - Y aunque la grita, no es de la misma forma cruel en la que me ha gritado a mí.

Ella le mira sin contestarle. ¿Que tiene a Sofi en el coche? ¿Pero la niña no estaba con los padres de Ángel? Algo no me cuadra, es imposible que haya ido allí a por ella sin que sus padres le hayan llamado para avisarle.

- Ya lo sabes, tienes cinco minutos para decidir si quedarte con la fulana esta - dice sin mirarme - o venir con tu familia.

Me irrita cada vez más y ya no puedo aguantar contenerme más.

- Ángel por el amor de dios, ¡¿no ves que te está mintiendo!? No tiene a Sofi en el coche, ¡no la creas!

Intento que entre en razón, pero mis palabras parecen ser inútiles cuando me doy cuenta de que parece no escucharme, y ni siquiera me mira.

- Cállate ya, zorra. - son las palabras que salen de la boca de ella para dirigirse a mi.

Espero ansiosa la contestación de Ángel en mi defensa por sus faltas de respeto, pero no lo hace. Al cabo de unos segundos, al fin, me mira.

Razón o Corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora