Capítulo 4: La cabaña

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-Me encanta que hayas querido salir conmigo.

La luz ámbar de las farolas iluminaban la estrecha calle. El cielo estaba totalmente oscuro, pocas estrellas eran las que permitían ser vistas por nuestros ojos. El día había transcurrido más rápido de lo que pude darme cuenta. Caminaba a un lado de mi hermano, Will, por la angosta y grisácea acera, camino a un lugar, según él, especial.

-Necesitaba un poco de aire fresco. -Respondo.

Seguimos conversando, la mayoría del tiempo sobre temas vagos. Will era del tipo de personas que se preocupaba por los demás más que por él mismo y, conociendo como mi vida había cambiado tan radicalmente, supongo que deseaba tomar a pecho su papel de hermano mayor. A él no le importaba quien fueras, siempre tendría algo positivo que pensar de ti, esa era una de sus muchas cualidades, al igual que el nunca parar de hablar. Podría hacerlo el tiempo que quisiese aunque ya no hubiera más temas de conversación. Agradecía mucho porque estuviera conmigo justo ahora.

Amaba salir de noche, sobre todo cuando había algo de viento, me agradaba sentirlo en mi rostro, poder su pureza. Las pequeñas luces iluminando más allá, a las cuales las personas no les tomaban importancia, llamaban mi atención como si fueran algo nuevo por descubrir, por ver, por sentir. Muchas de las pequeñas cosas de las que los demás no se percataban en lo absoluto, eran importantes para mí porque quería saber todo acerca de ellas, por más estúpido o aburrido que fuese. No era una persona materialista, me gustaban las cosas bastante sencillas, las que tuvieran una razón.

Eso había sido una de las cosas que Derian me había dicho que le gustaba de mí.

-Ponte esto. -Will se había detenido repentinamente. En su mano sostenía lo que parecía ser un tipo de pañuelo.

-¿Por qué? -Me parecía bastante extraño. Se notaba bastante ansioso.

-Sólo cubre tus ojos con el... No es nada malo. -Lo miré arqueando una ceja.- Lo prometo.

Tomé el pequeño pañuelo y lo até detrás de mi cabeza impidiendo mi visión. Pude escuchar los pasos de Will rodeándome hasta llegar detrás de mí.

-¿Confías en mí? -Asentí.- Bien.

Seguí caminando con Will detrás de mí por unos minutos más hasta que nos detuvimos. El suelo ya no se sentía duro. Definitivamente ya no estábamos caminando por aquella acera. Se parecía más a algo suave... Como al pasto.

-Ya llegamos. -Susurró levemente para después retirar el suave pañuelo de mis ojos.

Lo siguiente que vi hizo que vinieran demasiadas emociones, todas al mismo tiempo. Todo estaba justo como lo recordaba. El viejo roble sosteniendo el columpio que habíamos colocado juntos. Las bancas y la enorme y rectangular mesa de madera al lado opuesto.

Will me había llevado a la hermosa cabaña de madera de dos pisos a la que iba junto con Derian casi todos los días. Pasábamos tardes enteras en ese lugar. No había ido desde hace un mes. No esperaba hacerlo. Sabía exactamente que me sentiría como lo hago ahora. Derian quería vivir ahí después de casarnos, le parecía muy reconfortante, al igual que a mí, a pesar también de que esa cabaña mantenía todos nuestros recuerdos y secretos absoluta y completamente ocultos.

-¿Estás bien? -Oí a mi hermano preguntar, pero hice caso omiso.

Comencé a caminar hasta llegar a la, ya familiar, rústica puerta de madera y giré la perilla con cierto nerviosismo. El olor a menta y canela inundó de inmediato mis fosas nasales. Era su olor. Parecía como si él hubiese estado aquí. Pero no. La sola idea era ridícula.

Todo estaba intacto. Luchaba internamente para que las lágrimas y los sollozos no salieran. No quería que Will se preocupara de mí más de lo que ya estaba. Sin darme cuenta me encontraba por subir el primer escalón de la estrecha escalera. Uno por uno, tratando de hacer más larga mi llegada hacia el segundo piso. Dos puertas se encontraban a cada lado, pero la que me importaba era la que se hallaba al fondo, en el centro. Mis pasos eran largos pero lentos. Abrí cuidadosamente la puerta como si se tratase de algo sumamente delicado. Algo que no debía de romper. Ni siquiera por accidente alguno.

Mis ojos ardían pero trataba de no quebrarme. Paseé por la habitación, alguna de nuestras ropas estaban aún acomodadas en los pequeños cajones situados a un lado de la amplia cama blanca. Derian solía leer antes de irse a dormir, por lo cual se encontraba uno de sus preciados libros el una de las mesitas de luz. Al tomarlo, pude notar como un pedazo de papel caía hacia mis pies.

"Querida Alice.

Lo eh sentido, ya no hay lugar en el que pueda estar tranquilo, excepto este.

No tengo miedo de lo que pueda pasarme, tengo miedo de lo que pueda pasarte a ti. Eh tratado de protegerte sin que pudieras darte cuenta alguna, pero me temo que no ha sido suficiente, cariño.

No tienes que culpar a nadie si algo me pasa. Yo eh sido el culpable de mis propias decisiones, de mis propios errores. De mi propia muerte.

Perdóname.

Derian x"

Miles de ideas comenzaban a tomar forma en mi cabeza y, ninguna de ellas tenía el motivo del por qué de la carta. Eso era todo. No dejaba alguna otra cosa que pudiera darme algún indicio de qué era a lo que Derian se refería.

-¿Qué sucede? -Will me miraba fijamente con un leve semblante de preocupación. No lo había notado llegar.

-No, nada. -Respondí.

-¿Qué es eso, Alice? -Me preguntó mientras pasaba su mirada por el pequeño papel que yo aún sostenía en mi mano.

-Nada importante, Will. Es mejor que salgamos de aquí. 

Puse el libro en la mesita y me puse de pie. Miré por última vez la habitación y caminé hasta atravesar la puerta pero, antes de que pudiese avanzar más, Will me detuvo.

-¿Por qué?

-Sólo... No quiero estar aquí.

Me separé de Will y caminé hasta las escaleras, pude escuchar como Will cerraba la chillante puerta de madera y caminaba también. Salí de la cabaña con Will detrás mío y caminamos de regreso bajo la misma luz tenue de las viejas farolas.

-¿Segura que estás bien? -Me preguntó de nuevo, insistente.

-¿Por qué me trajiste, Will? -Mi mirada estaba fija en la sucia acera por la que caminábamos mientras seguía pensando en la carta.

-¿Te molestó?

-Sólo dime. -Esta vez si volteé a verlo, pero él parecía nervioso.

-No creo que sea el mejor momento ni lugar para hablar sobre esto, Alice.

Fue lo último que salió de su boca para seguir con el resto del camino en completo silencio.

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