10. ¿Y qué si me gustas?

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Taylor Swift — All Too Well.

Capítulo 10. ¿Y qué si me gustas?

Pensé muy bien lo que preguntaría, esta era mi oportunidad de finalmente hablar con él. Ya no podía evadirme como lo hizo durante los primeros días de clases.

— ¿La amas? —balbuceé.

— ¿Eh?

— A Heather. ¿La amas?

Soltó una risa, como si mi pregunta fuera una clase de chiste.

— No se puede amar a alguien en tan poco tiempo. ¿Cuál es el último libro que has leído?

— Cien años de soledad. ¿Y al menos sientes algo por ella?

—Ya veo por donde giran tus preguntas —bufó—. Me gusta salir con ella, si eso es lo que quieres saber. ¿Cómo pasarías un día perfecto?

Contigo.

—No sé, no trates de cambiar el tema. ¿Entonces no te atrae?

Sentí mi corazón palpitar más rápido que de costumbre. Existía la posibilidad de que Hayden todavía sintiera algo por mí. Que no me hubiera cambiado por otra castaña.

— Si no me atrajera no saldría con ella —Se reclinó en el asiento, mostrando su comodidad ante el tema—. Bien, si esto es de lo que quieres hablar, dime ¿por qué me has estado evadiendo?

—¿Yo? ¿De qué hablas? Sigo haciendo mi rutina normal.

Traté de sonar convincente, no quería que se diera cuenta de todo lo que había estado haciendo para no  topármelo.

— ¿Cuál es tu color favorito? —añadí la pregunta con rapidez, lo que provocó que Hayden frunciera el ceño.

Bien, estaba desperdiciando mis preguntas en cosas sin sentido. Bien ahí, Kassie. Traicionada por mis propios nervios.

—Sabes que es el azul. Y te diré de lo que estoy hablando. En todo este tiempo jamás me he cruzado contigo en el casillero, y eso que está justo a lado del mío, ni siquiera te he visto en la entrada y en esta clase llegas temprano, te sientas, apuntas en tu libreta y te vas.

—Espera —Una sonrisa se escapó de mis labios—. ¿Has estado observándome?

—No puedes preguntar, es mi turno. ¿Cuál es tu fruta preferida?

Mi sonrisa creció. Sabía con exactitud lo que él estaba haciendo. Y no, no caería en eso.

— ¿Has estado observándome? —repetí.

—¿Qué? —Se movió, inclinándose hacia adelante en el asiento—. No puedes contestar una pregunta con otra pregunta.

Reí, realmente me gustaba hacia donde iba esta conversación.

—Me encantan las fresas, pero eso no es lo que te interesa saber ahora.

—¿Ah, no?

—Ahora es mi turno de preguntar y ya que es evidente que me has estado observando —Hayden rió por lo bajo, negando—, cambiaré de cuestión. ¿Alguna vez has pensado en mí? Quiero decir, después de que terminamos. ¿Sigues sintiendo al menos algo por mí? ¿Haces con Heather lo que hacías conmigo?

¿Habían ido a tomar un helado juntos? ¿Recorridos nocturnos en carro sin saber exactamente a donde ir? ¿Cenas elegantes de vez en cuando? ¿Habría cocinado para ella? ¿La había ayudado a estudiar con esa materia que le parecía tan difícil? ¿La presentó a su familia?

Una avalancha de preguntas despertó en mí mente, al igual que esa tristeza y melancolía que había querido esconder en todo este tiempo.

—Interesantes preguntas, pero sólo te quedaba una por hacer. Así que te responderé la primera —Se puso de pie, colocándose a unos pocos centímetros frente a mí, lo que provocó que mis latidos cardíacos aumentaran con más rapidez—. Sí, he pensado en ti —soltó.

—¿En verdad?

Mi corazón latió con mayor intensidad y tal vez mis manos sudaban.

—Sí, antier tenía frío y cuando quise ponerme mi sudadera favorita, recordé que tú la tenías.

—Tonto.

Así es como se arruinan momentos.

—Mejor dile a Heather que te compre una nueva —agregué.

—Cómo se nota que te sigo gustando.

—¿Qué? No he dicho eso.

—Hay cosas que aunque no se digan, se saben.

Lo observé caminar hacia la puerta del aula, con claras intenciones de salir de clase.

—¿A dónde vas? —elevé la voz para que me pusiera escuchar. Sin embargo, también llamé la atención de mis otros compañeros.

—Con...

—Aquí te quedas —La maestra lo interrumpió—. Todavía falta una hora más de clase, así que no importa si ya has terminado, aquí te quedas, ponte a platicar o algo.

Hayden murmuró algo y se integró con otra pareja, platicando animadamente con sus amigos.

— ¿Qué haces? —Nuevamente la docente habló.

— Charlo, eso fue lo que me pidió que hiciera.

—Sí, pero con tu pareja.

—Heather está en otro salón.

—Sabes muy bien a lo que me refiero —La maestra se cruzó de brazos—. Nunca había batallado tanto con ustedes dos, parecen niños.

Después de algunos instantes, Hayden quedó de nuevo frente a mí.

—¿Y qué si me gustas?

—No te culpo —respondió—. Es normal, después de todo lo que hemos pasado.

—Te queda una pregunta.

—Hmm, creo que la dejaré para después.

— ¿Por qué?

— No se me ocurre nada para preguntar.

Podría afirmar que me observó a los ojos con detenimiento, inspeccionándome con la mirada para después bajar a mis labios. Estábamos tan cerca, podía escuchar su suave respiración, mientras que la mía tal vez era demasiado pesada.

Cerré los ojos, sin pensarlo, en espera de un beso. Y al escuchar una risa, los abrí de golpe.

—¿Esperabas un beso? —Se burló.

—Eres un tonto.

Agh, había momentos en los que simplemente lo detestaba.

—Eso ya lo habías dicho.

—Pues lo eres. Y voy a contestar tu pregunta. Te he estado evitando porque tú fuiste quien dijo que olvidáramos todo, como si lo nuestro no hubiera sucedido, ¿recuerdas?

—Sí, recuerdo todo perfectamente.

Y esas palabras me hicieron sentir miserable porque, en parte, era por mi culpa que estábamos así.

Quiero Que Me SientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora